El 29 de febrero corrige los desfases periódicos del calendario gregoriano, vigente desde finales del siglo Dieciséis.

La medición del tiempo es una costumbre que ha venido transformándose a través de la historia de la humanidad, por ejemplo, la decisión de comenzar el año en enero tiene su origen en la antigua Roma, pero ocurrió, en el siglo II antes de nuestra era, sin embargo durante la Edad Media el inicio del año se celebraba en la Navidad, la Encarnación o la Pascua. La historia de nuestro calendario, el más usado del mundo, es el resultado de aproximaciones sucesivas del año civil al año astronómico que marca las estaciones.

Nuestro calendario actual es obviamente solar, pero sus orígenes se remontan al antiguo calendario romano que tenía un fundamento lunar. En la antigua Roma, esto es, varios siglos antes de nuestra era, el año era una sucesión de tan sólo diez meses: Martius, que era dedicado al dios Marte; Aprilis, del latín aperire, "abrir", por los brotes vegetales;  Maius, por la diosa Maia; Junius, por la diosa Juno; Quintilis, el mes quinto; Sextilis, el sexto mes; September, el séptimo mes; October, mes octavo; November, noveno mes y December, el décimo mes.


La civilización integral de la humanidad ha llevado a homogeneizar la medición del tiempo. Ilustración tomada de la página de Algarabía.

El año comenzaba el primer día calendas de Marzo, bajo los auspicios del dios guerrero Marte, pues esta era la fecha que marcaba el inicio de las campañas militares con la designación de los cónsules. Los meses comenzaban con la luna nueva, algo que era difícil de determinar observacionalmente, precisamente porque en esa fase la luna no es visible.

Además, como el año era mucho más corto de 365 días, su inicio iba cambiando de estación, lo que creaba inconvenientes en las campañas militares, aparecen como siempre las variantes de tipo intereses muy humanos, sobres poder y riqueza.

Para evitar este problema, se intercalaban meses adicionales cada cierto tiempo. Esta situación se prestaba a un gran desorden. Los pontífices, que eran los encargados del calendario además de los puentes de Roma, alargaban y acortaban los años fraudulentamente, según su conveniencia, para prolongar la magistratura de sus amigos y reducir la de otros. Numa Pompilius trató de acompasar el calendario romano a las estaciones añadiendo de manera permanente dos meses al final: Ianarius, dedicado a la deidad Jano, el mes onceavo; y Februarius, del latín februare, "purificación", el doceavo mes.

A mediados del siglo II antes de nuestra era, las campañas militares lejos de Roma, y concretamente en Hispania, requerían nombrar a los cónsules con suficiente antelación al comienzo de las actividades. En el año 153 antes de nuestra era, se fijó el principio del año en el día uno de Ianarus, en lugar del uno de Martius, fecha en que se pasó a realizar el nombramiento de los cónsules, esto es, dos meses antes del comienzo de las campañas, algo muy práctico.

Gracias a los dos meses adicionales introducidos por Numa Pompilius, (753 - 674 antes de nuestra era), el año había pasado a tener unos 355 días, pero aún así era demasiado corto respecto del año de las estaciones. Ocasionalmente se introducía un decimotercer mes, algo también propicio a manipulaciones por intereses políticos o económicos. En el año 46 a.C. el año del calendario se encontraba desfasado unos tres meses respecto de las estaciones y seguía reinando el desorden.

El día y el año, tal y como está definido hoy, tienen su fundamento en el movimiento de la Tierra sobre sí misma y en torno al Sol. El día y el año son pues los ladrillos de un calendario solar. Sin embargo, el mes es una unidad basada en el movimiento de la Luna y forma la base de los calendarios lunares. Mientras que la semana, una unidad intermedia muy conveniente para organizar los días de trabajo y de descanso, corresponde aproximadamente a una fase lunar.


Cayo Julio César

La presencia del 29 de febrero en el calendario, caso de 2024 este jueves, es una particularidad que sucede cada cuatro años y que viene a corregir los desfases periódicos que se producen en el calendario. Y para lograr una fácil identificación, se repite cada cuatro años y coincide con loa años en que ha existido la realización de los Juegos Olimpicos en los últimos años, esto es, finales del siglo XIX, XX y XXI, incluido el 2020, en que se pretendieron llevar a cabo, los correspondientes a Tokio la ciudad capital de Japón, mismos que debieron posponerse para el año siguiente a causa de la pandemia Covid-19. (por ejemplo 1948, 1952, 1956, 1960, 1964, 1968,...2008, 2012, 2016, 2020, 2024)

En realidad, cada año dura exactamente 365 días y, además, 5 horas y 48 minutos que no se contabilizan, por lo que cada cuatro años se suma un nuevo día –el 29 de febrero– y, consecuentemente, ese año tiene 366 días.

Año bisiesto es una expresión que deriva del latín “bis sextus dies ante calendas martii”, sexto día antes del mes de marzo, que correspondía a un día extra intercalado entre el 23 y el 24 de febrero por "Cayo Julio César" (100 - 44 antes de nuestra era).

Esto se debe a que, en el "Calendario Juliano", el 24 de febrero era el sexto día antes de las "calendas" (primer día del mes) de marzo. Los romanos no contaban los días del mes del uno al treinta y uno, sino que tomaban tres fechas de referencia: "calendas", "nonas" e "idus". Para contar se incluía el día de referencia, en este caso, el primero de marzo.

Posteriormente, el mes Quintilus fue renombrado Julius, en honor de Julio César y el Sextius pasó a llamarse Augustus , en honor de Augusto; pero, por inercia del lenguaje, September, October, November y December han conservado sus nombres, que hoy nos resultan aparentemente absurdos y que son, obviamente, inadecuados, pero la costumbre los mantiene.

Ya en el "Calendario Gregoriano", establecido por el papa Gregorio XIII (1502 - 1585), y que se usa actualmente, este día extra se colocó al final del mes de febrero, que en vez de 28, pasa a tener 29 días.

En cuanto a las “reglas” para decidir qué año es bisiesto, en el "Calendario Juliano" se consideraban los divisibles entre cuatro, de una manera mucho muy sencilla. Sin embargo, para el "Calendario Gregoriano  la norma que se aplica es que un año es bisiesto si es divisible entre cuatro, a menos que sea divisible entre 100. Pero, si un año es divisible entre 100 y además lo es entre 400, también resulta bisiesto, a la búsqueda de corregir las fracciones desechadas por los pequeños lapsos de cinco horas y cuarenta y ocho minutos anuales. Lo que lo torna más complejo, en busca de lograr mayor exactitud.

Los expertos han explicado que este sistema elimina los años que determinan el fin de cada siglo y que terminan en 00, cuyo siglo no es múltiplo de cuatro.


Año bisiesto es una expresión que deriva del latín “bis sextus dies ante calendas martii” (sexto día antes del mes de marzo). Foto Pixnio/ archivo

La historia del día extra del año bisiesto comienza en el año 49 antes de nuestra era, cuando el dictador "Cayo Julio César", llegó a Egipto y encontró un excelente calendario en las tierras de la faraona egipcia Cleopatra (69 - 30 antes de nuestra era), mientras el romano estaba lleno de desfases. Fue entonces cuando delegó a Sosígenes de Alejandría (primer sigo antes de nuestra era), astrónomo, matemático y filósofo, la tarea de diseñar el conocido como "Calendario Juliano".

Este último poseía una duración de 365 días y un día adicional inicialmente cada cuatro años, para compensar un desfase natural producido por la revolución no sincrónica de la Tierra en torno al Sol. La compensación de los desajustes que tenía acumulados el calendario romano obligó a que en 46 antes de nuestra era, se convirtiera en el año más largo de la historia, con 445 días de duración para compensar e iniciar nuevamente de cero. A éste se le llamó “año juliano” o “año de la confusión”, según Wikipedia.

Ya los egipcios sabían que cada cuatro años la salida helíaca de la estrella Sothis (Sirius) se retrasaba un día, dando inicio al año nuevo.

Sin embargo, dos siglos antes, en el "Concilio de Cánope", ciudad ubicada en el delta del Río Nilo, cuando pudieron hacer la reforma, los egipcios no la aplicaron debido a pugnas entre las castas sacerdotales y la clase política.

Este calendario fue oficial en Roma durante los siguientes siglos, incluso en el "Concilio de Nicea", celebrado en el año 325, se advirtió que había un error de Sosígenes, pero no hicieron nada por corregirlo, hasta el año 1582, cuando se adoptó el "Calendario Gregoriano", inmediatamente en los estados católicos europeos: los territorios gobernados por el rey Felipe II, que fue el auténtico impulsor de este calendario, por lo que fue en España y sus posesiones: los principados Italianos y Portugal donde primeramente se implantó este calendario. Un poco más tarde serían Francia, Polonia y los principados católicos del Sacro Imperio Romano Germánico, conformado por los actuales territorios de: Alemania, Austria, Suiza, Liechtenstein, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, República Checa, Eslovenia, el este de Francia, el norte de Italia, y el oeste de Polonia; también se llevó a cabo en los países protestantes y ortodoxos algún tiempo después. A lo largo de los siguientes siglos fue siendo aceptado por el resto de los países occidentales y, en el siglo Veinte, por todos los países del mundo. 

Se iniciaba la etapa de la historia de la humanidad en que se hacía necesario generalizar las convenciones, pues, para la aldea global se requerían  medidas que ordenaran bajo los mismos usos y costumbres la vida cotidiana.

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