La tendencia con el calentamiento global, depara tiempos difíciles.

Las olas de calor, fenómeno cada vez más frecuente.

Las olas de calor son mucho más que altas temperaturas, veamos, para que un episodio pueda definirse como tal, se deben cumplir requisitos muy concretos.

Es cierto que, en general, se conoce como ola de calor un periodo de altas temperaturas, que se mantienen durante varios días, en una región amplia de la geografía. Esta es una definición muy subjetiva, por lo que cada país tiene sus propios criterios. En España, la Agencia Estatal de Meteorología, define que puede considerarse una ola de calor a un episodio de al menos tres días consecutivos, en el que, como mínimo, el 10% de las estaciones consideradas registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000.


Ilustración sobre las temperaturas nunca antes registradas, corresponden al mes de julio pasado. Entre cincuenta y cincuenta cuatro grados centígrados  las más elevadas que ocurrieron desde Asia hasta América, y por supuesto también en África y Europa. Tomada de la página de El Español.

Esa es la definición que se estableció en el año 2000. Anteriormente se contaba con otras definiciones, según las cuáles, desde 1971 y hasta el 19 de julio de 2023, hubo en España 113 olas de calor. Ha habido años, como el 2017, que también han tenido muchas olas de calor. Entonces, hubo cinco en total, pero hay diferencias bastante relevantes con lo que está pasando en 2023. Para empezar, la primera ola de calor tuvo lugar el 13 de junio, aún en primavera, pero rozando ya el verano.

En 2023, en cambio, tuvimos la que se ha considerado la primavera más cálida desde que se iniciaron los registros al respecto.

No se habló de ola de calor oficial, pero, en forma continua, las temperaturas fueron mucho más altas de lo normal.

Pero el verano del presente año, en el hemisferio norte, ha sido el más cálido en muchos sentidos. Las olas de calor están siendo muy largas y las temperaturas especialmente altas. Y esto es aplicable a todo el mundo, no solamente en Europa. El mes de julio del presente año esta considerado, según las estadísticas recogidas, el mes más caluroso en la historia reciente del planeta, digamos en los últimos doscientos años.

En América, la zona que se encuentra en el hemisferio norte, ha reportado muy elevadas temperaturas, que se han podido sentir desde Canadá, donde han tenido unos episodios de incendios forestales sin precedentes, y aún, en México, donde se han experimentando olas de calor desde el pasado mes de marzo.

Adicionalmente hay  datos como la inusual ola de calor suscitada en Sudamérica, donde, aún siguen viven el invierno.

Una ola de calor sin precedentes en Asia ha afectado a varios países, incluidos India, China, Laos y Tailandia. Por su parte, Turkmenistán registró 42° Celsius, el día 26 de abril, esto es, en el transcurso de la primavera.

Sobre el continente africano, Antonio Guterres, el Secretario General de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) recordó que: "Los países africanos no han contribuido casi nada a las emisiones globales. Sin embargo, están sufriendo un calor abrasador, inundaciones feroces y sequías mortales. África en su conjunto es responsable de menos del 3% del total de las emisiones mundiales, y se espera que los líderes redoblen sus llamamientos a la ayuda financiera para ayudar al continente a adaptarse a la crisis climática. Ello en consecuencia de los pronósticos que hoy se vierten


Fotografía que muestra a unas mujeres que se desplazan sobre una masa de agua en Rann, estado de Borno, Nigeria. Tomada de Noticias ONU. UNOCHA  / Yasmina Guerda.

Por su parte, la Organización Internacional para la Migraciones (OIM) solicitó se lleven a cabo medidas concretas para hacer frente al cambio climático y a los retos de la movilidad humana. Declaró la Directora General de la (OIM), Amy Pope: "Hemos entrado oficialmente en la era de la migración climática. Urgen soluciones para abordar el nexo entre el cambio climático y la movilidad humana a escala continental". 

Lo anterior es confirmado por una estimación del Banco Mundial, sin una acción climática eficiente y sostenida, hasta 105 millones de personas podrían convertirse en migrantes internos a partir del presente año, solamente en África.

Prevén que las olas de calor mortales serán la "norma" en los próximos años.

El riesgo de olas de calor mortales será más frecuente y el exceso de mortalidad relacionado con éstas aumentará. Europa se verá especialmente afectada, revela un nuevo estudio del Instituto de Decisiones Ambientales (ETH) Zurich.

Olas como las que el mundo vive hoy son particularmente fatales para los ancianos, los enfermos y los pobres. La que Europa aufrió en 2003 e hizo que las temperaturas alcanzaran 47.5 grados Celsius, fue uno de los peores desastres naturales de las últimas décadas y cobró entre 45 mil y 70 mil víctimas en pocas semanas. Los bosques se quemaron, las cosechas se marchitaron y las salas de emergencia estaban llenas al máximo.

A nivel mundial, los costos ascendieron a unos trece mil millones de dólares. Sin embargo, el público sigue siendo menos consciente de los riesgos de las olas de calor relacionados con el clima. Esto es un problema, señala el nuevo estudio publicado en la revista "Nature Communications". 


Imagen que muestra los efectos del cambio climático y sus efectos en pérdida de masas de agua como lagos, lagunas y ríos.Tomada de Fundación Aquae.

Investigadores del (ETH), colaboraron con un grupo internacional de epidemiólogos en el estudio. Desde el año 2013, sistemáticamente han recopilado datos sobre el exceso de mortalidad diario relacionado con el calor en 748 ciudades y comunidades de cuarenta y siete países europeos, el sudeste Asiático, América Latina, Estados Unidos y Canadá.

Con este conjunto de datos calcularon la relación entre la temperatura diaria promedio y la mortalidad en esos lugares y pudieron establecer la temperatura ideal de cada uno donde el exceso de mortalidad es el más bajo. En Bangkok, por ejemplo, este valor es 30 grados centígrados, en Sao Paulo 23, en París 21 y en Zurich 18 grados centígrados.

Explica Samuel Lüthi, autor principal del estudio y el profesor David Bresch: "Cada décima de grado por encima de este valor ideal aumenta el exceso de mortalidad. No todo el calor es igual.  La misma temperatura tiene un impacto completamente diferente sobre el exceso de mortalidad relacionado con el calor en las poblaciones de Atenas, ciudad costera del Mediterráneo y la ciudad de Zurich, ubicada más al norte del continente, muy lejos de la región costera”.

Esto depende no sólo de la temperatura, sino también de la fisiología, aclimatación, de los pobladores, el comportamiento, como la costumbre de hacer largas siestas a mitad del día, la planificación urbana, presencia de espacios verdes en oposición a las superficies de concreto, la estructura demográfica de la población y el sistema de salud local.

Lüthi ha calculado el impacto de más de siete mil años de fenómenos meteorológicos físicamente posibles sobre la mortalidad relacionada con el calor, dichos resultados muestran que el riesgo de olas de calor con alto exceso de mortalidad ya ha aumentado marcadamente en los últimos veinte años. Y expresó categórico: “El exceso de mortalidad de un verano caluroso como el de 2003 solía considerarse un fenómeno extremo que se da una vez cada siglo. Ahora esperamos que ocurra una vez cada 10 a 20 años”.

Las cifras de mortalidad por calor que se consideraban improbables en el año 2000, a razón de una vez cada quinientos años, ahora se producirán catorce veces cada cien años, ello en medio de un escenario de dos grados. Suponiendo que no haya adaptación al calor, la probabilidad de mortalidad durante olas tan extremas aumentará en un factor de 69.



Ilustración del estrés mundial del agua. Mapa tomado de la Página de Orden Mundial.

Las regiones que corren particular riesgo de olas crecientes incluyen las costas del golfo y el Atlántico de Estados Unidos, así como la del Pacífico de América Latina; el Medio Oriente; el sudeste Asiático, y el Mediterráneo. Incluso, en escenarios moderados, un verano caluroso puede provocar que diez por ciento de todas las muertes en un país estén relacionadas con el calor.

La ciudad francés de París se vio especialmente afectada en 2003, la cifra era de entre cinco a siete por ciento, lo que significa que sólo ahí la ola provocó la muerte prematura, por: deshidratación, insolación y ataque cardiaco, de alrededor de dos mil setecientas personas.

Afirmó Lüthi: “Según nuestros cálculos, en el futuro hasta 15% de las muertes en París podrían estar relacionadas con el calor”.

Fuerte conclusión: Episodios como el de 2003 podrían convertirse en la nueva norma en los próximos años.

Por otro lado, en el polo sur del planeta tiene lugar el evento climático global más alarmante, según contenido de un artículo publicado en el diario La Jornada, y a su vez de The Independent.


En la Antártida oriental, el “Diente suelto” en la plataforma de hielo Amery . Afp

En medio de las escenas apocalípticas provocadas por el clima extremo en Europa, Asia y América del Norte, quizás el evento climático global más alarmante ocurre en la Antártida, donde la formación de hielo marino ha llegado a un mínimo histórico. Al continente le falta actualmente un área de hielo más grande que Groenlandia, algo así como dos millones cien mil kilómetros cuadrados.

Mientras el agotamiento del hielo marino en el hemisferio norte ha sido un marcador preocupante de los impactos humanos en el planeta durante décadas, el nivel más bajo de hielo medido en el Ártico fue en el año 2012, en la Antártida se ha desarrollado una historia que, pese al aumento de las temperaturas promedio globales, los inviernos antárticos todavía producían cantidades masivas. Sin embargo, en los pasados siete años, ha habido una inversión abrupta en la tendencia.

Afirmó Caroline Holmes, científica del clima polar del "British Antarctic Survey.": "Si miras un gráfico para un año normal, verías este fuerte aumento en la cantidad de hielo que se forma entre febrero y noviembre, particularmente en esta época del año. No es sólo un récord, es un jonrón. Si trazas de forma anual, puedes ver un grupo apretado de líneas que muestran cómo crece el hielo marino cada año. Luego, si miraras sólo a 2022, verías que estaba en la parte inferior de esas líneas. No parecía que se destacara, pero era el más bajo de la historia. Si se agrega 2023, se puede ver que está muy por debajo de todo lo que hemos observado desde que comenzamos estas mediciones en 1979”.

"Las cifras revelan que la extensión del hielo marino en julio fue 15% inferior al promedio a largo plazo. El año pasado, que ya era un mínimo histórico, pues, estaba aproximadamente un 6% por debajo del promedio a largo plazo. Más de dos millones de kilómetros cuadrados de hielo no se han congelado".

“Si se tomara un promedio de la extensión del hielo marino alrededor de la costa, éste se extendería alrededor de mil kilómetros desde la costa, pero este año las grabaciones significan que está unos 100 kilómetros más atrás que en un año normal”.

"Con datos modelados que se remontan a 120 años, mucho antes de la tecnología satelital, todavía no hay precedente de los bajos niveles de hielo que vemos actualmente. Es difícil exagerar la magnitud de la anomalía. La información recopilada desde 1970 indica que la probabilidad de una disminución tan importante sería un evento único en siete y medio millones de años".

Sin embargo, Caroline Holmes advierte que los datos actuales aún pueden no estar diciéndonos lo suficiente sobre cómo la extensión del hielo marino puede comportarse de forma natural. Como resultado, los científicos no pueden señalar definitivamente con el dedo el cambio climático provocado por el hombre, a pesar de la fuerte indicación de que esta es una parte importante de la imagen.

El récord de hielo bajo se produce cuando las temperaturas promedio de la superficie del mar permanecen en un récord que comenzó en mayo de este año. El primero de agosto, las temperaturas de la superficie del océano superaron un máximo histórico de 20.96 grados Celsius, muy por encima del promedio para la época del año y más caluroso que el récord anterior establecido en marzo de 2016, según el "Servicio de Cambio Climático Copernicus" entidad especializada de la Unión Europea.

Una preocupación obvia para los humanos es el aumento del nivel del mar. Si se produce una pauta de fortalecimiento de la pérdida, esto podría tener importantes ramificaciones para miles de millones de personas en el mundo. El hielo marino puede ser una capa relativamente delgada, pero proporciona un considerable efecto de “amortiguación” en las olas, protegiendo las plataformas heladas de la Antártida de la desintegración y el derretimiento más rápidos en mares agitados.

Las plataformas de hielo, que pueden elevarse sobre el mar hasta por seiscientos metros de espesor, son las extensiones flotantes de los glaciares en el continente antártico. El aumento de la exposición a aguas abiertas significa que gruesas capas de hielo podrían romperse más rápidamente.

La Antártida representa grandes cantidades de hielo, alrededor de 90% de todo ese recurso natural del mundo, con la capacidad final de elevar el nivel del mar en unos setenta metros si todo se derritiera.

Se estima que, la última vez que la Antártida estuvo libre de hielo fue hace al menos treinta y cuatro millones de años.

La pérdida continua de hielo marino, consideran expertos, también podría causar un empeoramiento del ciclo de retroalimentación, bloqueando un mayor calentamiento global. Esto se debe a que la alta reflectividad de una superficie blanca cubierta de hielo refleja una cantidad considerable de la energía del Sol de vuelta al espacio. Sin el hielo, el océano abierto que absorbe la energía oscura está expuesto directamente a la luz solar, que a su vez calienta el océano, impidiendo aún más la formación de hielo.

La pérdida de hielo marino podría tener impactos devastadores en esta, que es una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo. Los cambios en su distribución afectarán a las especies marinas al alterar los niveles de luz en el océano, cómo la salinidad y los cambios actuales mueven los nutrientes y también como hábitat por derecho propio.



Serán los pingüinos (arriba) y las focas (abajo) dependientes de ellos, directamente afectados; además, proporcionan cotos de caza para otros animales, como las orcas (abajo). Tomadas de Ecología Verde y Vista al Mar respectivamente.

Agregó Katrin Linse, bióloga senior de biodiversidad del "British Antarctic Survey": También es un recurso clave para organismos más pequeños, como el plancton y el krill, que desempeñan un papel importante en la cadena alimentaria. Sabemos que las aves marinas, como los albatros y las focas, en particular los lobos marinos, tienen ciclos de población con años buenos y años malos, lo cual está relacionado con la disponibilidad de krill. Las ballenas se alimentan de él y tienes parches con cientos de millones de krill nadando alrededor. La biomasa de éste es sólo un poco menor que la biomasa de los humanos en la Tierra. La biodiversidad, en la Antártida, es compleja. Hablamos de 700 especies pelágicas, las que habitan en el océano abierto, ocho mil 500 bentónicas descritas, en el fondo marino, y otras ocho mil que viven en el océano Austral”.

La población mundial en general carece de una perspectiva clara de lo que estos cambios en el medio ambiente en que vivimos implican para su sobrevivencia, pero, ya la escacez de agua, aunada a la apremiante presencia de fenómenos como las olas de calor, las sequías, los incendios forestales, y las inundaciones, van iniciando el camino del conocimiento, de lo que nos depara el futuro. La "Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura" (UNESCO), ha informado desde hace más de una década: La escasez de agua representa para muchos países el desafío más acuciante para el desarrollo socioeconómico y humano en general.


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