Movimientos en la corteza de Venus, son persistentes, según revela nuevo análisis, y se confirma que la existencia de vida similar a la terrestre no es factible.

Ha señaló en un comunicado Paul Byrne“Hemos identificado una pauta de deformación no reconocido antes en Venus, una que es impulsada por el movimiento interior al igual que en la Tierra. Aunque es diferente de la tectónica que vemos en nuestro azul planeta, constituye la evidencia de que aún el movimiento interior se expresa en la superficie”.  El es profesor asociado de ciencia planetaria en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, quien es el autor principal y co-corresponsable del estudio, de la Academia Nacional de Ciencias que en un nuevo análisis de la superficie del planeta, ha mostrado evidencia de movimientos tectónicos en forma de bloques de la corteza que se han empujado entre sí como trozos rotos de hielo: este estudio ha sido publicado en "Proceedings", 

El movimiento de estos bloques podría indicar que Venus está geológicamente activo y llevará a los científicos, a obtener información sobre la tectónica de exoplanetas y la correspondiente, a este tipo de actividad, en una etapa más temprana en la evolución en la Tierra.


El planeta Venus, en una imagen creada a partir de datos captados por la nave Magellan y el Orbitador Pionero de 1990 a 1994. Foto Nasa vía Ap.

El hallazgo fue clasificado como muy importante, debido a que durante mucho tiempo se ha asumido que Venus tiene una capa exterior sólida inmóvil, o "litosfera", al igual que Marte y la Luna. Mientras que por el contrario, la de la Tierra se ha dividido en placas tectónicas, que se deslizan una contra otra, aparte y debajo de la otra, por encima de una capa de manto caliente y más débil.

Paul Byrne y un grupo internacional de investigadores utilizaron imágenes de radar de la misión "Magellan" de "La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio" (NASA) enviada con la intención de mapear la superficie del pequeño planeta. 

Sin embargo, al examinar las extensas tierras bajas que componen la mayor parte de la superficie del planeta, conocieron la existencia de áreas en las cuales grandes bloques de la litosfera parecen haberse movido: separándose, empujándose, girando y deslizándose unos sobre otros, como lo haría un trozo de hielo roto en un lago congelado.

El equipo creó un modelo informático de esta deformación y descubrió que el movimiento lento del interior del planeta puede explicar el tipo de la tectónica que se ve en la superficie.

Explicó Byrne: “Estas observaciones nos indican que el movimiento interior está provocando la deformación de la superficie de Venus, de manera similar a lo que sucede en la Tierra, la tectónica de placas terrestres es impulsada por convección en el manto, que está caliente o frío en diferentes lugares se mueve y parte de eso se transfiere a la superficie en forma de movimiento de placas. Una variación de ese tema también parece ocurrir en Venus. No es la de placas, como en la Tierra, no se crean enormes cadenas montañosas ni sistemas de subducción gigantes, pero hay evidencia de deformación debido al manto interior de flujo, que no se ha demostrado antes a escala global.”

La deformación asociada con estos bloques de la corteza también podría indicar que Venus todavía está geológicamente activo.

Finalmente , afirmó Byrne: “Sabemos que gran parte de ese planeta ha resurgido de forma volcánica, por lo que algunas de sus partes podrían ser muy jóvenes, geológicamente hablando, y ello nos da razones para pensar que algunos de estos bloques pueden haberse movido muy recientemente, tal vez, incluso hoy mismo”.

Las tres sondas que está previsto que exploren Venus para 2030 confirmarán los datos existentes de temperatura, presión y de agua. Quizá permitirán recrear la historia de ese planeta, que “pudo ser habitable hace 3 mil millones de años”.

John Hallsworth: No hay vida activa posible” en las nubes de Venus". 


Vista del planeta Venus creado con datos producidos por la nave espacial Magellan y Pioneer Venus Orbiter de 1990 a 1994. Foto Nasa / JPL-Caltech vía Ap.

La vida tal como se conoce en la Tierra es imposible en Venus, debido a la falta de agua suficiente en su atmósfera, según un estudio que aporta una nueva objeción a los científicos que revelaron la detección de un gas probablemente relacionado con una forma viva.

El microbiologista John Hallsworth, principal coautor del estudio publicado ayer en "Nature Astronomy", en una rueda de prensa declaró: “No hay vida activa posible” en las nubes de Venus".

Ese sabe bien, que el planeta más cercano a la Tierra se le parece en varios aspectos, como su tamaño y su masa; sin embargo, hay grandes diferencias, por ejemplo en su  superficie la temperatura alcanza los 470 grados Celsius, aunada a una atmósfera compuesta por gas carbónico en un noventa y siete por ciento, condiciones poco propicias para la vida, tal y com esta se desenvuelve en nuestro planeta.

Venus está, además, cubierto por una capa espesa de nubes formadas por gotículas de ácido sulfúrico. En septiembre, la astrónoma Jane Greaves anunció que había descubierto una sustancia llamada fosfina precisamente en esas capas nubosas.

Como sucede en la Tierra, la fosfina (o fosfano) proviene de una actividad humana o microbiana, el hallazgo sacudió a la comunidad científica; sin embargo, rápidamente los especialistas pusieron en entredicho la observación y el método utilizado para establecer la presencia de este gas. La Machincuepa Cuántica trato este tema en la publicación del 29 de octubre del 2020, titulada "Fosfina en la atmósfera de Venus es un signo potencial de vida".

En esta ocasión, la objeción a la posibilidad de que un organismo vivo pueda existir en esas condiciones, viene a raíz. Uno de los temas de estudio de John Hallsworth, de la Universidad de la Reina de Belfast, es sobre la cantidad mínima de agua que les basta a los microbios más extremos, esto es, los más resistentes, en la Tierra para seguir activos y desarrollarse.

Su respuesta es tajante: "La cantidad de agua disponible en las nubes de Venus es “más de cien veces demasiado baja” para la supervivencia de los microorganismos más resistentes. Es decir, hay una distancia infranqueable con lo que la vida exige para funcionar. El microbio más tolerante con la sequía no habría tenido ni una sola posibilidad en las nubes de Venus, y el más tolerante a un entorno ácido, todavía menos”.

El equipo de la profesora Greaves, acabó revisando a la baja la cantidad de fosfina que había dicho haber detectado, lo que resto validez a la información inicial, puesto que, rápidamente los especialistas pusieron en entredicho la observación y el método utilizado para establecer la presencia de este gas. Después de transcurridos algunos meses, ha declarado Chris McKay, que es un astrofísico de la NASA y coautor del nuevo estudio: “no hay un consenso firme en la comunidad científica de que la señal detectada sea fosfina”. 

Este experto aseguró que la atmósfera de Venus se conoce suficientemente bien gracias a las sondas que la han sobrevolado desde los años sesentas del siglo XX, así como a las observaciones realizadas desde la Tierra, y agregó: “De forma que podemos establecer si hay suficiente agua para la vida, y en Venus no es el caso, ni de lejos”.

La duda sembrada por la teoría de que la vida en la Tierra, la vida no empezó bajo los procesos biológicos sustentados en un medio ambiente como el que actualmente está vigente, sino en uno muy distinto, que no se sustentaba en el oxígeno para que los seres vivos recolectaran la energía suficiente para su supervivencia, el mismo Chris McKay respondió: “Dejamos la biología como la conocemos y entramos en el reino de la imaginación”. Por su parte, John Hallsworth, ha expresado: "También es difícil creerlo ya que, a escala de la célula, dice no conocer un argumento convincente de que la vida pueda basarse en otra cosa que no sea el agua”. He aquí un clásico paradigma científico.

Con lo anterior se confirma la suposición de que la vida, tal como se conoce en la Tierra, es imposible en Venus, debido a la falta de agua suficiente en su atmósfera, determinando una nueva objeción, formulada en contra de lo que revelaron, el año pasado, un grupos de investigadores científicos, abocados al estudio de Venus, sobre la detección de un gas probablemente relacionado con una forma viva, cuya labor le habría dado lugar a su presencia en las condiciones extremas que guardan corteza y atmósfera venusinas.

Siempre usando como sustento lo que actualmente se observa en nuestro planeta, se insiste en el argumento: "la cantidad de agua disponible en las nubes de Venus es “más de cien veces demasiado baja”, hasta de los microorganismos más resistentes, para teorizar sobre su posible  la supervivencia. Por ello infiero que existe una distancia infranqueable con lo que la vida exige para funcionar".

Sin embargo, es un hecho que estos descubrimientos parciales, van dejando huella, y promueven que más esfuerzos se realicen en torno a la investigación de algún tópico en especial, lo que as u vez genera nuevas direcciones, al ir encontrando, argumentaciones a favor o en contra de las novedades que se reportan.

Así, que después del anuncio del descubrimiento de la "fosfina", vino un creciente número de publicaciones y aún de proyectos, que se habían relegado e incluso olvidado, al perder vigencia, por la falta de éxitos en los proyectos vigentes en torno al planeta Venus. Durante los meses subsecuentes, hubo un "Boom" sobre la llamada "estrella del amanecer", y en seguida muestro como ejemplo de estas tendencias, un muy buen artículo denominado "Las próximas sondas a Venus, en el Blog "Eureka", de Daniel Marín, del 29 septiembre, 2020


Las tres sondas que está previsto que exploren Venus para 2030 confirmarán los datos existentes de temperatura, presión y de agua. Quizá permitirán recrear la historia de ese planeta, que “pudo ser habitable hace 3 mil millones de años”.

Después del descubrimiento del "fosfano en Venus", todo el mundo se ha apresurado a buscar cuáles serán las próximas misiones destinadas al planeta vecino que nos podrán aclarar este misterio… sólo para darse cuenta de que Venus es el gran olvidado de la exploración planetaria. Sí, en estos momentos está en órbita de Venus la sonda japonesa Akatsuki, pero esta nave no está equipada para estudiar el fosfano en la atmósfera venusina. El azar ha querido que la sonda europea Bepi-Colombo vaya a pasar por Venus el próximo 15 de octubre. "Bepi-Colombo" ha sido diseñada para estudiar Mercurio, no Venus, pero entre sus numerosos instrumentos cuenta con el espectrómetro MERTIS (Mercury Radiometer and Thermal Infrared Spectrometer), que, en teoría, podría buscar indicios de fosfina en la atmósfera. La clave aquí es la parte que pone «espectrómetro infrarrojo», porque para poder buscar la firma espectral de esta sustancia, llamada también "fosfano", hay que observar esta región del espectro. De todas formas, esta sonda en su camino a Mercurio, pasará a diez mil kilómetros de distancia de Venus y el encuentro solo durará unas horas, así que es poco probable que pueda detectar algo. Afortunadamente, la sonda volverá a pasar por Venus el 10 de agosto de 2021 a una distancia de 550 kilómetros. Con suerte, esta vez sí será capaz de captar la huella del fosfano.

En los próximos años otras sondas pasarán por Venus para usarlo como un «propulsor gratis» en sus maniobras de asistencia gravitatoria, pero lo que hace falta es una misión dedicada a este planeta en exclusiva. O varias. Porque es tanto lo que desconocemos de este mundo que los científicos no se ponen de acuerdo en qué debemos explorar primero. Lo ideal sería enviar una sonda con un orbitador y que, además, tuviese sondas atmosféricas y de superficie, pero una misión así sería demasiado cara —de tipo Flagship en la terminología de la NASA—, así que la inmensa mayoría de propuestas de sondas de los últimos años se dividen en dos tipos: misiones para hacer un mapa de radar de alta resolución de la superficie de Venus desde la órbita y misiones para explorar la superficie o la atmósfera desde dentro (además están los orbitadores destinados a estudiar la atmósfera del planeta desde lejos como "Venus Express" y "Akatsuki", pero precisamente son las únicas misiones a Venus que se han lanzado en los últimos años).


Proyecto de sonda flagship actual de la NASA que incluiría un gran orbitador, una sonda pesada, una sonda atmosférica, globos, subsatélites y sondas de superficie pequeñas (NASA). Tomada de Eureka.

La superficie de Venus no se puede ver desde la órbita en el visible porque el planeta está cubierto de nubes —aunque hay una ventana en infrarrojo que deja ver algo—, de ahí que el radar sea la única opción para cartografiar toda la superficie en alta resolución. Los partidarios de una misión de este tipo consideran que sin un mapa detallado de Venus estamos construyendo la casa por el tejado. Un mapa en alta resolución nos dará información sobre la extraña tectónica de placas que parece dominar el planeta —se cree que la litosfera está dividida en pequeñas «placas» que chocan entre sí, pero no hay zonas de subducción (salvo quizás en las coronae) ni dorsales—, la edad media de la superficie —mediante el conteo de cráteres y el análisis de su erosión— y la evolución de los edificios volcánicos que hoy en día se creen están activos. Por contra, los partidarios de las sondas atmosféricas y/o de superficie piensan que los mapas, aunque necesarios, solo pueden dar información de segunda mano y es necesario un análisis directo de la proporción de isótopos de determinados elementos, así como llevar a cabo análisis de la composición y propiedades de la atmósfera y la superficie para poder actualizar los modelos de Venus. Hasta ahora el bando de los cartógrafos radáricos parecía ir ganando, pero el descubrimiento de fosfano ha puesto en cabeza —¿temporalmente?— a los partidarios de sondas atmosféricas.

Entonces, ¿qué misiones hay planeadas para Venus? Además de los sobrevuelos ya mencionados y Akatsuki, la única misión en firme para explorar el planeta gemelo de la Tierra es una modesta sonda que será lanzada en mayo de 2023 por la empresa estadounidense Rocket Lab usando el pequeño lanzador Electron. La sonda consistirá en un satélite Photon modificado de la misma empresa con una masa de 27 kg que llevará un único instrumento de 3 kilogramos y algunos sensores. Al llegar a Venus a casi 11 km/s, la sonda se sumergirá en las capas altas de la atmósfera y, unos minutos después, será destruida. La idea es recolectar datos de la atmósfera de Venus antes de que deje de funcionar. Aunque todavía no conocemos los detalles técnicos de la misión, Peter Beck, el CEO de Rocket Lab, quiere llevar cabo misiones como esta de forma frecuente —varias cada año— y, teniendo en cuenta su bajísimo coste —entre treinta y cincuenta millones de dólares—, no sería de extrañar que la NASA u otra agencia mostrase interés por enviar algún instrumento (incluyendo algún espectrómetro para estudiar el fosfano en la alta atmósfera).


La etapa superior/satélite Photon de Rocket Lab con el satélite lunar CAPSTONE para estudiar la futura órbita de la estación Gateway. Photon será usado en 2023 para una misión de bajo coste a Venus (Rocket Lab). Tomada de Eureka.

Pero, sin desmerecer a Rocket Lab, esto sabe a poco. ¿No hay nada más ambicioso? Por supuesto que sí, pero solo son propuestas. En estos momentos la NASA tiene dos misiones para explorar Venus como candidatas a la próxima misión Discovery (que son misiones de bajo coste de la agencia espacial). Las dos, o al menos una de ellas, podría ser aprobada el año que viene. La primera es DAVINCI+ (Deep Atmosphere Venus Investigation of Noble gases, Chemistry, and Imaging Plus). Se trata de una cápsula para medir la composición precisa de la atmósfera de Venus hasta la superficie. Es la versión mejorada de DAVINCI, una propuesta que se presentó en la convocatoria Discovery de 2015 y no ganó. DAVINCI+ sería capaz de medir con gran detalle la proporción de deuterio e hidrógeno y varios isótopos de gases nobles para estudiar el pasado de Venus (en concreto, el análisis del helio, el xenón y el kriptón es fundamental para entender la evolución del vulcanismo y de la atmósfera de Venus y, por tanto, del planeta). Con toda seguridad podrá estudiar el fosfano venusino, pues los instrumentos principales que llevará la cápsula serán dos espectrómetros, uno de masas y otro láser, además de un instrumento para medir las características de la atmósfera y una cámara para filmar el descenso hasta la superficie.

Si es elegida, DAVINCI+ despegaría entre 2026 y 2029 y descendería sobre la zona de Alpha Regio de Venus. Aunque la misión de la cápsula solo duraría una hora antes de llegar a la superficie, la plataforma que lleva la cápsula sobrevolaría Venus en dos ocasiones antes de liberarla y tomaría imágenes en infrarrojo (en longitud de onda de una micra) de la zona de descenso. Esta etapa se colocaría en una órbita elíptica alrededor de Venus siete meses después de soltar la cápsula y realizaría observaciones del planeta en infrarrojo, visible y ultravioleta durante seis meses aproximadamente, aunque con una carga de instrumentos muy limitada.


Ilustración de DAVINCI - NASA, tomada de EUREKA

La otra propuesta para la misión Discovery 2019 que compite con DAVINCI+ es VERITAS (The Venus Emissivity, Radio Science, InSAR, Topography, and Spectroscopy). VERITAS no estudiará la atmósfera en detalle, sino que levantará un mapa radar global de Venus de 30 metros por píxel de resolución, pero podrá cartografiar el 25% de la superficie con una resolución de 15 metros. Para ello usará el radar de apertura sintética (SAR) en banda X denominado "Venus Interferometrix Synthetic Aperture Radar" (VISAR). También llevará la cámara infrarroja VEM que observará el planeta en seis bandas espectrales. VERITAS fue propuesta previamente en los anteriores convocatorias Discovery de 2010 y 2014, pero sin suerte. En 2016 se propuso "VOX", una versión más ambiciosa de VERITAS dotada de una cápsula atmosférica, para la cuarta convocatoria de una misión New Frontiers y tampoco hubo suerte. Si es elegida, será lanzada en mayo de 2026 y llegará a Venus en diciembre de ese año. En abril de 2021 sabremos si, finalmente, la NASA elige a DAVINCI+ o VERITAS.

Pero no solo de la NASA viven los científicos planetarios. La agencia espacial de India (ISRO) planea lanzar la sonda Shukrayaan 1 nave de Venus» en hindi), que catografiará la superficie de Venus con una resolución de entre 30 y 40 metros. No obstante, también llevará una rica carga de instrumentos científicos para estudiar la atmósfera y la ionosfera venusinas (incluyendo el espectrómetro infrarrojo IVOLGA ruso  por el instituto MIPT de Moscú). Si finalmente sigue adelante, Shukrayaan 1 sería lanzada en 2023.

Por otro lado, la "Agencia Espacial Europea" (ESA) presentó hace unos años otra sonda para cartografiar Venus mediante radar, "EnVision". No fue aprobada en su momento, pero ha sido propuesta otra vez —tras varias mejoras— para la próxima misión M5 de la ESA. Al igual que VERITAS, con una masa de dos mil 500 kilogramos, planea cartografiar todo Venus con una resolución de 30 metros, aunque podrá alcanzar 10 metros de resolución en algunas zonas, usando el radar VenSAR. Pero, además, incluye otro radar que permitirá estudiar el subsuelo de Venus hasta una profundidad de unos 200 metros. También lleva una cámara infrarroja y otros instrumentos, incluyendo un espectrómetro ultravioleta y un espectrómetro infrarrojo para analizar la atmósfera que podría estudiar el fosfano. Estos instrumentos permitirán levantar un mapa geoquímico de la superficie de Venus (entre otras cosas, capaz de localizar depósitos de granito de haberlo).

En junio del año que viene sabremos si es elegida. En caso afirmativo, despegaría mediante un Ariane 62 en 2032.


La sonda india Shukrayaan 1 estudiará Venus en 2023 (ISRO)- Tomada de Eureka.

A estas sondas podemos añadir el proyecto ruso Venera-D, venera significa «Venus» en ruso y la "D" viene de dolgozhivuschaia, es decir, «de larga duración»). Es un proyecto maduro, pero "Roscosmos" necesita financiación para sacarlo adelante. Venera-D nació oficialmente en 2005 reciclando viejos planes soviéticos, pero no ha podido ser desarrollada de forma adecuada. 

El proyecto incluye un orbitador y una sonda de superficie de gran tamaño. En los últimos años algunos científicos de la NASA han propuesto colaborar en la misión Venera-D aportando varios instrumentos, globos y otras subsondas (la participación de la NASA sería tan importante que muchos en Rusia han criticado esta posible misión «NASA-D»). Entre estas subsondas estaría "Long Living In-situ Solar System Explorer" (LLISSE), un pequeño autómata de 10 kilogramos, que podría sobrevivir dos meses en la superficie del planeta Venus. Lamentablemente, el actual clima de crispación entre EE UU y Rusia hace casi imposible una colaboración internacional de este tipo. Pero, en caso de lograr la financiación adecuada, Venera-D despegaría en 2026 mediante un Angará A5/Blok DM-03.

Por último, hace tres años la corporación CASC china presentó un proyecto ce sonda a Venus que incluía un orbitador con un radar SAR y una cápsula atmosférica. No se ha vuelto a saber nada de esta misión, pero eso no significa que no se esté desarrollando bajo el radar de los medios de comunicación, algo habitual en el país asiático. Por supuesto, además de estas propuestas hay muchísimas otras que no han logrado pasar la crítica fase de powerpoint o están justo en ella. Por ejemplo, una misión de tipo Flagship, que sería lo que todos deseamos: el último concepto de esta misión sería lanzado mediante un "Falcon Heavy" e incluiría una sonda de aterrizaje de gran tamaño, otras más pequeñas como "LLISSE," globos, un gran orbitador con radar SAR y dos orbitadores pequeños. Despegaría entre 2029 y 2032 El problema que enfrentaría es su costo, este ascendería a más de dos mil millones de dólares. Por este motivo todavía no ha pasado la fase ppt.

Esperemos que la presencia de fosfano en Venus sirva para que alguno —¡o todos— estos proyectos salgan adelante.


Ilustración de la sonda EnVision (ESA), tomada de Eureka.

Aquí concluye la amplia explicación contenida en el Blog Eureka, y recapitulando tenemos:
Rusia ha planteado la misión "Venera - D", cuyo lanzamiento está actualmente programado parael ao 2024. Existen también otros proyectos en desarrollo, como la sonda estadounidense "Venus In_Situ Explorer" (VISE), a ser lanzada en 2022. La agencia espacial hindú, (ISRO), ha anunciado su intención de lanzar una misión orbital a Venus, próximamente

Venera - D Roscosmos, tomada de Eureka

Otras misiones sobrevolarán Venus, con rumbo.a otros destinos, como la sonda "BepiColombo" , de la ESA con participación de la Agenci espacial japonesa (JAXA), La misión comprende dos satélites que se lanzaron juntos:, el 20 de octubre del 2018, el "Mercury Planetary Orbiter" y el "Mercury Magnetospheric Orbiter; o la de la NASA Parker Solar Probque planea rodear la circunferencia exterior de la corona del Sol.​​​ Se acercará aproximadamente a 8.86 radios solares a la "superficie" del Sol y viajará, en la aproximación más cercana, a 700 mil kilómetros por hora, fue lanzada el 12 de agosto dell 2018.

Por su parte, la ESA estudió el proyecto "Venus Entry Probe" (VEP, renombrada ada en 2007 como "European VenusExplorer"  (EVE), que fue finalmente rechazado. Una segunda sonda rusa, la "venera - Globe", ha sido propuesta para más adelante en esta década, al igual que las Venus: "Surface Explorer" y "Mobile Exploreer", ambas de la NASA.

Finalmente, se dio a conocer que para hacer frente a las hostiles condiciones de la superficie, un equipo de la (NASA) dirigido por Geoffrey Landis, ha propuesto una misión denominada "Venus Rover", que incluye un rover móvil, es decir un robot que recorrerá la superficie en comunicación con un globo alimentado por energía solar. Es importante mencionar que el diseño más reciente de Landis de dicho Rover, usa un "motor Stirling", alimentado con energía nuclear.

El mes que recién concluyó sirvió para que la agencia espacial NASA, anunciara dos nuevas misiones a nuestro vecino más cercano en el sistema solar, Venus. Esto según una información difundida por la BBC el pasado día 21 de junio, y son: VERITAS y DAVINCI..

El objetivo principal es comprender cómo este planeta se transformó en un "mundo infernal" a pesar de tener otras características similares a la Tierra

Las dos misiones fueron seleccionadas en el marco de la novena ronda de competencias del programa Discovery de la NASA, que en 2019 lanzó un nuevo llamado a propuestas y desde 1992 ha impulsado el desarrollo más de 20 misiones e instrumentos.

Ambas misiones a Venus recibirán un financiamiento inicial de US$500 millones cada una para su desarrollo y serán lanzadas entre 2028 y 2030.

Se trata de "una oportunidad de investigar un planeta que no hemos visitado en más de 30 años", apuntó el miércoles el administrador de la NASA, Bill Nelson, al anunciar las misiones durante su primer discurso sobre el "Estado de la NASA" desde que asumió su cargo en mayo de este año.

Vaticino que lo mejor está por venir, serios testigos, seguramente habrá sorpresas.

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