Cuando del cielo caen objetos siderales.

Existe un sentimiento de inseguridad que nos regala el posible hecho de la caída de un cuerpo estelar en nuestro planeta, y ahora hay un estudio que revea lo sucedido hace miles de millones de años.

Asteroides del tamaño de una ciudad impactaron la Tierra en primeros años.

Los científicos saben que la Tierra fue bombardeada por enormes asteroides en tiempos lejanos, pero una nueva investigación sugiere que el número de los impactos puede haber sido 10 veces mayor de lo que se pensaba, lo que se traduce en un aluvión de colisiones de escala similar a la del choque del que acabó con los dinosaurios, de media cada 15 millones de años en el periodo comprendido entre hace 2 mil 500 y 3 mil 500 millones de años.


Cráter provocado por un meteorito de 50 metros en Arizona, Estados Unidos. Las deformaciones descritas en el nuevo trabajo pueden haber sido cientos de veces mayores. Foto Servicio Geológico de Arizona vía Europa Press / Archivo.

Según este estudio, presentado en la conferencia de geoquímica Goldschmidt, algunos de estos impactos individuales pueden haber sido mucho más grandes, probablemente del tamaño de una ciudad o de una pequeña provincia. Los investigadores también estudian el efecto de las colisiones en la evolución de la química de la superficie del planeta.

Los primeros años de la Tierra fueron inimaginablemente violentos en comparación con los actuales. Los científicos creen que fue golpeada por un número importante de asteroides de gran tamaño (de más de 10 kilómetros de diámetro), lo que habría tenido un efecto significativo en la química de la superficie cercana al planeta y en su capacidad para albergar vida.

El efecto de una sola colisión de este tipo se demostró hace relativamente poco tiempo con el impacto de Chicxulub hace 66 millones de años, que provocó la extinción de los dinosaurios. Sin embargo, la Tierra primitiva era muy diferente a la actual en el momento del choque, y también lo eran los efectos de las colisiones.

En la Luna y en otros planetas rocosos pueden verse cráteres de colisiones similares, pero la meteorización atmosférica y la tectónica de placas han tendido a enmascarar cualquier evidencia directa en la Tierra.

Sin embargo, los ecos de esos impactos lejanos pueden verse en la presencia de “esférulas” encontradas en rocas antiguas; los enormes choques arrojaron partículas y vapores fundidos que luego se enfriaron y cayeron a la Tierra para incrustarse en la roca como pequeñas partículas vidriosas esféricas. Cuanto mayor fuera la colisión, más se habrían esparcido esas partículas, por lo que la distribución global de una gruesa capa de esférulas muestra un impacto enorme.

Simone Marchi, del Instituto de Investigación del Suroeste, en Colorado, explicó que desarrollaron “un nuevo modelo de flujo de impacto y lo hemos comparado con un análisis estadístico de los datos de la antigua capa de esférulas. Con este enfoque, descubrimos que los modelos actuales de los primeros bombardeos a la Tierra subestiman gravemente el número de impactos conocidos, como lo registran esas partículas”.

Añadió que “el verdadero flujo de impactos podría haber sido hasta un factor 10 veces mayor de lo que se pensaba en el periodo mencionado”.

Esto significa que en ese periodo inicial, probablemente fuimos golpeados por un asteroide del tamaño del que cayó en Chicxulub en promedio cada 15 millones de años. Todo un espectáculo”, subrayó.

“A medida que profundizamos en nuestra comprensión de la Tierra primitiva, descubrimos que las colisiones cósmicas son como el proverbial elefante en la habitación. A menudo se descuidan, ya que carecemos de un conocimiento detallado de su número y magnitud, pero es probable que esos eventos energéticos alteraran fundamentalmente la superficie de la Tierra y la evolución atmosférica”, sostuvo.

Por ejemplo, uno de los puntos que se estudian es intentar comprender si esos impactos pueden haber afectado a la evolución del oxígeno atmosférico.

Pero hemos atestiguado eventos sucedidos en lo planetas cercanos a nosotros, en el año de 1994, un cometa se desintegro en miles de fragmentos, y algunos se impactaron en Jupiter.

El cometa Shoemaker-Levy 9 (SL9, como suele abreviárselo, aunque su nombre  es: D/1993 F2) , proporcionó la primera observación directa de una colisión extraterrestre entre objetos de nuestro Sistema Solar, considerado por científicos de todo el planeta dada su importancia a nivel científico. Asimismo, los impactos proporcionaron nueva información sobre Júpiter y destacaron su papel en la reducción de basura espacial del sistema solar interior.

Descubierto por Carolyn y Eugene Shoemaker y David Levy, fue encontrado en la noche del 24 de marzo de 1993 en una fotografía tomada con la "Cámara de Schmidt" perteneciente al Observatorio Palomar en California, convirtiéndose en el primer cometa observado girando alrededor de un planeta en lugar del Sol, algo bastante inusual.

En el mes de julio del año 1992 la órbita del SL9 pasó junto al "Límite de Roche" de Júpiter y las  llamadas "fuerzas de marea" presionaron hasta destrozar al cometa, que posteriormente fue observado como una serie de fragmentos de hasta dos kilómetros de diámetro, los cuales terminaron chocando con el hemisferio sur de Júpiter entre los días 16 y 22 de julio del año 1994 a una velocidad de aproximadamente 60 kilómetros/segundo. Cada choque generó una cicatriz, esto es, una mancha oscura, cada una de las cuales fue más visible que la "Gran Mancha Roja" y se mantuvieron allí durante varios meses, incluso hasta la llegada de la misión espacial  "Galileo"

Los fragmentos del cometa chocaron con el planeta, produciendo una colisión entre dos cuerpos componentes del nuestro Sistema Solar, situación que no había sido nunca observada.


Los diferentes impactos sobre el planeta Jupiter, ESO

Esta es la reseña;
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El fragmento "A" chocó a las 22:18 del dieciséis de julio, a pesar de ser de los fragmentos más pequeños se detectó en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en el espectro del infrarrojo. La mancha brillante desapareció unas dos horas después y se movía más lentamente que las estructuras visibles por lo que estaba a gran altura sobre las nubes. Las observaciones sugieren que una burbuja de gas caliente se formó por encima del lugar de la explosión, pero no fue lo suficientemente caliente para emitir en el visible emitiendo en el infrarrojo. Posteriormente se enfrió y dejó de emitir. El residuo que quedó tras el impacto se pudo ver como una mancha negra en el espectro visible. Su tamaño era de unos doce mi kilómetros de diámetro. La columna de gases alcanzó los un mil kilómetros de altura. Se espera con ilusión el choque de los fragmentos mayores.

El fragmento "B" fue mucho menor posiblemente por estar la materia muy desmenuzada

El fragmento "C" chocó a las 9:02 un día después, esto es el diecisiete. La gran nube formada permitirá analizar su espectro y por tanto la composición de la atmósfera.

El séptimo impacto  correspondió al fragmento "G", y fue 25 veces más potente que el del fragmento "A", y ocurrió a las 9:30 del día dieciocho de julio. La energía de la colisión fue equivalente a 250 megatones de dinamita, fue tan intenso que saturó los detectores del "Telescopio Keck" en Haway. La colisión dejó una marca negra del tamaño similar al de la "Gran Mancha Roja". El impacto "G" se produjo encima del impacto "D". El fragmento "G" es junto con el "Q" (que se había partido en dos trozos) uno de los mayores del cometa. La mancha causada por "G" tuvo un color muy oscuro de ocho mil kilómetros de diámetro y está rodeada de un halo gris de 25 mil kilómetros. Se cree que la nube está contaminada con material del cometa.

El 18 de julio desde el IAC se indicaba que cada vez era más bonito el espectáculo, dos manchas son visibles desde la Tierra en el hemisferio sur de Júpiter y la mancha producida por el fragmento "H" que debe chocar esta noche a las 21:26 puede ser espectacular. Cuando con un telescopio Celestron 8 de 20 centímetros de aficionado se apuntó esa noche a Júpiter apareció una impresionante mancha negra que resultó ser la mancha causada por el fragmento "G" que había impactado por la mañana. Definitivamente el fenómeno era accesible al gran público.

La colisión del fragmento "H" fue observada por el IAC sobre las 21:07 del 18 de julio y dejó una mancha claramente visible sin necesidad de procesar las imágenes. Se pudo ver la mancha "H" apareciendo sobre el borde mientras la enorme mancha "G" cruzaba el centro del disco. Luego aparecieron las manchas gemelas de los impactos "E" y "F" a la vez. Dando lugar a cuatro manchas que se observaban simultáneamente. Las nubes procedentes del impacto se ven como manchas oscuras en todos los filtros del visible excepto en el sintonizado en metano donde son brillantes.

La colisión del fragmento "L" ocurrida el 20 de julio a las 0:07 fue vista por el telescopio del IAC de 51 centímetros . por lo que se cree que el choque de "Q" podrá ser observado por los aficionados. En vez del impacto previsto se detectaron para el "L" tres impactos seguidos. Los impactos de "Q2" y "Q1" ocurrieron a las 20:52 y a las 21:33 del 20 de julio y sorprendió porque su brillo apenas llegó a ser la mitad del "L". Se achaca a que la materia que formaba "Q1" y "Q2" era difusa y con mucho gas.

Los impactos del "R", "S", "T", "U" nombrados como la banda de los cuatro ocurrió el 21 de julio. Los impactos de "R", "S" cayeron a intervalos de 10 horas el 21 de julio. La zona de choque del "R" ocurrió cerca del impacto de "Q" pero no alcanzó el brillo de algunos anteriores.

El impacto del "W", el último de la serie, ocurrió el 22 de julio a las 9:53 y fue uno de los trozos más brillantes observados en Australia que no ha sido muy favorecido en esta ocasión.

Los impactos más brillantes han sido los producidos por los fragmentos "G", "L", y "S" y los horarios de los impactos se han ajustado a los cálculos con desviaciones de pocos minutos.

Las cicatrices de los impactos en Júpiter fueron visibles durante muchos meses después del impacto. Eran sumamente prominentes, y los observadores las describieron como más fácilmente visibles que la Mancha Roja. Una búsqueda de observaciones históricas reveló que las manchas eran, probablemente, lo más prominente se había visto nunca en el planeta, y que mientras la Gran Mancha Roja es notable por su llamativo color, nunca antes se había visto ninguna mancha del tamaño y oscuridad de las causadas por los impactos del SL9.

La bondad del asunto con los impactos fue que no se percibieron las consecuencias, en forma directa, como suelen ilustrarlas las películas que abordan el tema, y en las que se imprime toda la estela de destrucción que ñas impactos propician en la superficie de un planeta como la Tierra, que es rocoso, mientas que Jupiter es gaseoso.

En su momento los impactos que sufrió nuestro planeta formaron lo que es ahora, aportando materiales y dejando características que ahora se consideran normales. pero que cuando sucedieron, provocaron modificaciones inmediatas y consecuencias de muy larga duración.

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