Fosfina en la atmósfera de Venus es un signo potencial de vida.

Los seres humanos buscan el origen de la vida, en forma basada en hechos constatados en forma científica, desde hace un poco más de ciento cincuenta años de la mano de Charles Darwin (1809 - 1882), con ideas anteriores a él, pero estructuradas y presentadas con rigor y valentía.

Sucede que las ideas novedosas son vapuleadas en los momentos iniciales de su publicación. La humanidad no es fanática de los cambios: se añoran, pero no se desean; es una característica contradictoria muy humana.


Al igual ha sucedido con hechos irrefutable al paso del tiempo, cuando surgieron al conocimiento de la gran masa, fueron en primera instancia negados y ridiculizados, para posteriormente ser tolerados y en tiempo posterior aceptados como argumentos que nos acercan a comprender mejor la "compleja realidad" que percibimos.

La idea de la búsqueda de vida inteligente que surgió en forma seria en la última mitad del siglo veinte, fue considerada con escepticismo, y aún ahora, sin embargo posteriormente, recogió apoyo de científicos y lograron armar una estrategia para dicha búsqueda. De ahí surgió una disciplina científica que se ha llamado "Exobiología" o más recientemente "Astrobiología", que es la búsqueda de vida extraterrestre, y para lo cual se ha descubierto que no hay nada mejor que profesionales que sepan un poco de todo para optimizar resultados.

He aquí una definición de esta: "es la ciencia que estudia el origen, evolución y distribución de la vida en el Universo". La hizo Antígona Segura Peralta (20 septiembre 1971), Licenciada en Física Teórica por la Universidad de Autónoma de San Luis Potosí (1994), y Doctora en Ciencias de la Tierra por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (2001), en la especialidad de Física Espacial. Actualmente es investigadora del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM

Y esta doctora oriunda de la Ciudad de México, nos remite a Frank Drake (28 mayo 1930) a quien conoció e incluso ha trabajado, él es doctor y astrónomo, y que en 1961, conjuntamente, con el biólogo J. Peter Pearman, que por aquel entonces formaba parte de la Dirección de la Junta de Ciencias Espaciales de la Academia Nacional de Ciencias, organizaron la primera conferencia de SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence, o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre).

Sagan, el más joven de la reunión, acuñó el nombre de (CETI), en inglés "Comunicación con Inteligencias Extraterrestres", pues "Ceti" era una de las estrellas que Frank Drake investigaba (proyecto Ozma) incluida en la constelación de la ballena "Cetus", esto es, un ser inteligente dentro de nuestro planeta, y se utilizó por más de una década, para después cambiarse por un nombre más modesto.

La reunión de tres días, celebrada en el Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO), fue pequeña, tan sólo una docena de científicos que habían mostrado interés en SETI.

Lloyd Berkner (1905 - 1967) consiguió el patrocinio de la Space Science Board de la National Academy of Science de los Estados Unidos.

Fue en preparación de esta conferencia que Drake desarrolló la ahora famosa "Ecuación de Drake", la que permite un cálculo probabilístico de cuántas civilizaciones extraterrestres existen en nuestra galaxia con la capacidad de comunicarse por medio de señales de radio.

El propósito de dicha ecuación era ayudar a centrar la atención de los asistentes a la conferencia en las preguntas cruciales que necesitaban ser respondidas para determinar las posibilidades del éxito del proyecto.

La llamada ecuación de Drake es la siguiente:

N= R* x fp x ne x fl x fi x fc x L

En la cual N representa el número de civilizaciones comunicativas en la Galaxia. Las primeras tres fracciones son valores astronómicos que estiman, respectivamente, la proporción de formación de estrellas R*, la fracción de estrellas con planetas fp y el número de planetas por estrellas en los que el ambiente es favorable para mantener la vida ne; los siguientes dos factores pertenecen al dominio de la biología, la fracción de planetas convenientes en los que se originó la vida fl, y la fracción de planetas donde se originó y evolucionó la vida en alguna forma inteligente fi; las últimas dos son del ámbito cultural, fracción de planetas con seres inteligentes que desarrollaron una fase comunicativa fc, y la vida media en la cual una civilización se comunica L.

Un año antes se realizó la primera búsqueda, encabezada por Drake y su equipo, con el proyecto Ozma —en honor al nombre de la reina de la mítica tierra de Oz, un lugar lejano, difícil de encontrar, donde habitan seres extraños y exóticos. La observación se hizo en las instalaciones de la NRAO en Green Bank en el estado de Virginia del Este; inició el 8 de abril de 1960 y duró poco más de una semana. Sus objetivos fueron dos estrellas de tipo solar, "Tau Ceti" y "Epsilon Eridani", y aunque falló en la búsqueda de inteligencia extraterrestre, facilitó la realización de otros programas de búsqueda, los cuales se llevan a cabo hasta la fecha.

Aquella oncena de científicos, reunidos en Green Bank, integrados por: el entonces director del (NRAOOtto Struve (1897 -1953), los ya mencionados J. Peter Pearman quien fue el de la idea de la reunión y Frank Drake; así como Giuseppe Cocconi (1914 -2008), Philiph Morrison (1915 - 2005), ellos dos publicaron en el año 1959 un artículo en la revista "Nature" en el que proponían un método para entablar comunicación con civilizaciones extraterrestres, en el sugieren que para sintonizar las señales el canal adecuado es en la frecuencia de 1,420 millones de ciclos por segundo (Mc/s), esto es, una longitud de onda de 21 cm, por ser la línea que emiten los átomos de hidrógeno. Como este es el compuesto más abundante en todo el Universo, parece razonable pensar que las civilizaciones extraterrestres usan la misma frecuencia de emisión y de recepción para realizar el contacto;  Carl Sagan (1934 - 1996) que se comentaba era el astrónomo que más sabía de Biología de aquella época, Melvin Calvin (1911 - 1997), químico pionero sobre la investigación del inicio de la vida, ganador del Nobel y que en aquel tiempo investigaba las moléculas orgánicas en los meteoritos, Dana Atchley, presidente de la empresa Microwave Associates, conocido por haber hecho donación de equipo para el "Proyecto Ozma", Bernard Oliver Vicepresidente de Investigación de la Hewlett-Packard, quien al conocer sobre Ozma voló en jet privado y se presentó en persona para comprobarlo, John Cunningham Lilly (1915 - 2001), que era un médico y psicoanalista conocido por sus esfuerzos por comprender a los delfines, con quien buscaba establecer comunicación, es decir, inteligencias no humanas, pero que compartían el planeta con los humanos, también Su Shu Huang (1915 -1997) científico recién contratado por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) y que había trabajado anteriormente en la determinación probabilística de los tipos de estrellas que contenían sistemas planetarios.

Durante la reunión en Green Bank, Otto Struve conservó su entusiasmo sobre el número de sistemas planetarios estimados gracias a su investigación en la rotación estelar, Su-Shu Huang se encargó de deducir el número de planetas en la Galaxia convenientes para el desarrollo de la vida, Calvin argumentó que el origen de la vida era un evento común y un paso inevitable en la evolución planetaria; Lilly comentó que si los delfines se consideran seres inteligentes, entonces la inteligencia evolucionó independientemente dos veces en la Tierra, por ello deducía que también podría evolucionar en otros planetas. En definitiva, todos concluyeron que dependiendo del promedio de la vida media de una civilización, el rango se ubicaría entre menos de mil hasta mil millones de civilizaciones con las que podríamos comunicarnos en toda la Galaxia.

Y entre nuevos enfoques, recientes descubrimientos, a lo largo de muchas décadas, entre los que se han distinguido en el transcurso del tiempo algunas teorías como la de Peter Douglas Ward (1949) y Donald Eugene Brownlee (1943), la vida bacteriana está extendida por todo el Universo, y que la vida compleja —como los animales— probablemente es extraña y difícil de mantener —postura a la que llaman "La Hipótesis de la Tierra Extraña". De hecho, Ward y Brownlee desarrollaron su propia ecuación, la ecuación de la Tierra extraña, que es la siguiente:

N = N* x fp x fpm x ne x ng x fi x fc x fl x fm x fj x fme

donde N* es el número de estrellas en la Vía Láctea, fp la fracción de estrellas con planetas, fpm la fracción de planetas ricos en metales, ne el número de planetas en zonas habitables de la estrella, ng las estrellas en una zona habitable de la Galaxia, fi la fracción de planetas habitables donde se originó la vida, fc la fracción de planetas donde surgió vida compleja como los metazoos, fl el porcentaje del tiempo de vida de un planeta donde existe vida compleja como los metazoos, fm la fracción de planetas que tengan un satélite del tamaño adecuado, fj la fracción de sistemas solares con planetas del tamaño de Júpiter, y por último, fme la fracción de planetas con un bajo número de eventos de extinción masiva. Con todas estas variables, el valor del número de civilizaciones en la Vía Láctea N, según sus autores , se aproxima a cero.

Escribieron, “evidentemente, algunos de estos términos se conocen en poco detalle [pero] la variabilidad de factores que han permitido la evolución de la vida animal en este planeta, debe ser más grande de lo que se conoce ahora […] La continua marginalización de la Tierra y su lugar en el Universo quizás debería ser examinada de nuevo. No estamos en el centro del Universo y nunca lo estaremos. Sin embargo, no somos tan ordinarios como la ciencia occidental nos ha hecho creer durante milenios”.

Aunque todas las propuestas acerca del programa "Seti" parecen bastante interesantes, es indudable que sus posibilidades de éxito son escasas y, por lo tanto, podrían representar una perdida de tiempo y de recursos. Thomas S. Kuhn decía que la ciencia es un fenómeno social que se realiza por medio de nociones y supuestos teóricos que un grupo humano comparte en una época en particular.

Es importante mencionar que una parte de este material fue tomado de la Revista de Ciencias 82, de Cultura Científica de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, texto de investigación y difusión de Carlos Alberto Ochoa Olmos y Ana Barahona Echeverría. Dos muy brillantes universitarios, con quienes estoy agradecido.

Pero por ahora se ha diseminado el interés y existen al año 2020, mas de cinco millones de usuarios de "Seti" en doscientos países, aunque recientemente se ha anunciado la suspensión del programa.

Adicionalmente, el tema me da vuelta en la cabeza con mucha regularidad, por prolongados espacios de tiempo. Y descubro al mirar las noticias y revisar las notas periodísticas que es un tema común hoy día y como ejemplo les presento lo siguiente:


Exploran diez millones de sistemas estelares en busca de vida inteligente.

Antenas dipolo del telescopio Murchison Widefield Array, instalado en Australia Occidental. Foto Icrar/ Dragonfly Media

Redacción del diario. Un radiotelescopio completó la búsqueda más profunda y amplia de bajas frecuencias de tecnologías alienígenas.

El equipamiento escaneó un parche de cielo que incluye al menos 10 millones de sistemas estelares, en busca de vida extraterrestre inteligente, pero no encontró nada.

Los astrónomos sostuvieron que la indagación era más amplia que cualquier otra, al tratar de hallar emisiones de radio que pudieran provenir de una fuente inteligente. No obstante, no descubrieron nada de ese pedazo de cielo, que se encontraba alrededor de la constelación de Vela.

El estudio, aparecido en Publicaciones, de la Sociedad Astronómica de Australia, indicó que en esta parte del universo al menos, parece que otras civilizaciones son esquivas, si es que existen.

Los astrónomos pretendían captar señales, llamadas tecnofirmas, que se componen de potentes explosiones de frecuencias de radio similares a las que provienen de una radio FM, lo cual podría indicar que venían de una civilización inteligente.

Observamos el cielo durante 17 horas, luciendo más de 100 veces más ancho y profundo que nunca, sostuvieron.

Utilizaron el Murchison Widefield Array, o MWA, un gran telescopio ubicado en un sitio de afuera de Australia Occidental.

Pero los astrónomos aclararon que si bien puede haber decepción por no haber oído hablar de una civilización alienígena, no se sorprendieron por el resultado.

La investigación sólo examinó un parche relativamente pequeño del cielo, y es muy posible que la vida extraterrestre no dé esas señales de radio.

“Como el escritor Douglas Adams (1951 - 2001) señaló en "The Hitchhikers Guide to the Galaxy", ‘el espacio es grande, muy grande’”, indicó, en un comunicado, Steven Tingay, de la Universidad Curtin del Centro Internacional de Investigación en Radioastronomía (ICRAR) y uno de los astrónomos involucrados en el proyecto, que es un experto en Radioastronomía y Astrofísica.

Como no podemos asumir la forma en que las posibles civilizaciones alienígenas podrían usar la tecnología, debemos buscar de muchas maneras distintas. Con radiotelescopios podemos explorar un espacio de ocho dimensiones. Aunque hay un largo camino por recorrer, telescopios como el MWA seguirán siendo de gran utilidad.

Los investigadores esperan realizar búsquedas similares utilizando el "Square Kilometre Array" (SKA), equipo similar, pero mucho más grande que les permitirá detectar señales de radio de sistemas estelares relativamente cercanos y examinar miles de millones de posibles candidatos. Es un observatorio de mil setecientos millones de euros con telescopios en Australia Occidental y Sudáfrica.

Con el SKA podremos estudiar miles de millones de sistemas estelares, buscando firmas tecnológicas en un océano astronómico de otros mundos, afirmó Steven Tingay, que es profesor distinguido "John Curtin" en la ya citada Universidad de Curtin y es el subdirector ejecutivo del Centro Internacional de Investigación de Radioastronomía.

Y en las cercanías de nuestro planeta ¿Hay vida?.

En las nubes de Venus hay fosfina un gas oloroso e inflamable recientemente  descubierto. Debido a las características de la sustancia, el hallazgo podría ser una señal potencial de vida en lo alto de la atmósfera del planeta vecino, los expertos así lo indicaron, informó, entre otros medios de comunicación la agencia Reuters.


Venus visto desde la sonda Akatsuki de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón. Foto AP / Archivo

La fosfina, está formada por tres átomos de hidrógeno y uno de fósforo, sólo puede formarse  de dos maneras. La primera, por medio de una técnica industrial (el gas se produjo para su uso como arma química en la Primera Guerra Mundial), y la segunda, como parte de un proceso poco conocido desarrollado por algunos microbios. Este compuesto se halla también en planetas gigantes gaseosos del sistema solar, pero no es su origen biológico.

Un grupo de astrónomos descubrió en las nubes de Venus una extraña molécula creada por microbios, lo que apunta a un indicio de vida, reveló el lunes el Observatorio Europeo Austral (ESO). El grupo cree que su descubrimiento es significativo pero reconoce que confirmar la presencia de "vida" necesita de mucho más trabajo.

En detalle, esto sucedió cuando un grupo de científicos chilenos descubrió la huella química de fosfino o fosfano (PH3) en Venus, esto utilizando los telescopios ubicados en Chile y Hawai. Este gas se encuentra en pequeñas cantidades en la atmósfera de la Tierra y se cree que lo producen microbios que viven en ambientes con poco oxígeno.  

Al comenzar la investigación con el telescopio James Clerk Maxwell (JCMT) en Hawai, el descubrimiento se logró gracias a la mayor sensibilidad del observatorio Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), instalado en el norte de Chile. Los científicos pudieron observar el cielo a frecuencias de radio, además de detectar la energía emitida y absorbida por cualquier molécula de fosfina girando en la atmósfera de Venus.

En un comunicado de la Real Sociedad Astronómica, la líder del estudio y profesora de la Universidad de Cardiff, Jane Greaves, explicó: "Fue un experimento hecho por pura curiosidad, en realidad, aprovechando la poderosa tecnología de JCMT y pensando en futuros instrumentos. Consideré que podríamos descartar escenarios extremos, como las nubes llenas de organismos. Cuando obtuvimos los primeros indicios de fosfina en el espectro de Venus, ¡fue un impacto! Cuando se obtuvieron los primeros indicios de fosfina en el espectro de Venus, fue un shock"

Sin embargo, los científicos se mantienen cautelosos sobre los hallazgos iniciales. Tanto expertos externos, como los autores del estudio, coincidieron en que el descubrimiento es tentador, pero destacaron que está lejos de ser la primera prueba de vida en otro planeta.

No es una prueba irrefutable, destacó el coautor del estudio David Clements, astrofísico del Colegio Imperial de Londres. “Ni siquiera es una prueba circunstancial, pero es indicio de que hay algo ahí.

Podría surgir de procesos desconocidos de fotoquímica o geoquímica, o por analogía, de la producción biológica de fosfina en la Tierra, gracias a la presencia de vida, señala el estudio.

No obstante, Jane Greaves, quien confía en haber tenido en cuenta todos los procesos susceptibles de explicar su presencia en la atmósfera de Venus antes de descartarlos, cree que sólo queda como hipótesis un proceso desconocido o una forma de vida.

En este último caso, creemos que tendría un tamaño pequeño para flotar libremente, sostuvo la científica, cuyo estudio “insiste en que la detección de fosfina no supone una prueba robusta de vida, sino sólo constata una química anormal inexplicada.

Probablemente, cualquier organismo de Venus sería muy diferente a sus primos de la Tierra, pero también podrían ser la fuente de la fosfina detectada en la atmósfera, detalló el comunicado acerca del artículo publicado en la revista "Nature Astronomy".

El equipo internacional, que incluye a investigadores de cinco universidades de varios países, aclaró que la fosfina existe en las nubes de Venus en una concentración muy pequeña. Advierte que falta información; de hecho, el único otro estudio del fósforo en ese planeta provino de un experimento de aterrizaje llevado a cabo por la misión soviética Vega 2, en 1985.

El descubrimiento plantea muchas preguntas, por ejemplo, cómo podrían sobrevivir algunos organismos. En la Tierra, algunos microbios pueden hacer frente hasta cinco por ciento de ácido en su entorno, pero las nubes de Venus están hechas de ácido casi en su totalidad, indicó Clara Sousa, del Instituto Tecnológico de Massachusetts y miembro del equipo.

El equipo se encuentra a la espera de trabajar más tiempo con el telescopio para establecer si la fosfina se encuentra en una parte relativamente templada de las nubes y para buscar otros gases asociados con la vida.

Más observaciones de Venus y de planetas rocosos fuera de nuestro Sistema Solar, incluso con el próximo "Telescopio Extremadamente Grande" (ELT), pueden ayudar a recopilar pistas sobre cómo puede originarse en ellos la fosfina y contribuir a la búsqueda de signos de vida más allá de la Tierra, dijo el Observatorio Europeo Austral (ESO).

El observatorio, que reúne a 16 países europeos, está asociado en ALMA con los institutos nacionales de ciencias de Estados Unidos y Japón, entre otros. 

Complementando lo anterior 

Un nuevo estudio astrobiológico concluye que los microbios podrían tener un ciclo de vida sostenido en la atmósfera de Venus, que les permitirá sobrevivir durante quizá millones de años.

Con un demoledor efecto invernadero, una presión superficial aplastante y nubes de ácido sulfúrico, Venus ciertamente no es amigable para la vida tal como la conocemos, y las pocas naves espaciales que la humanidad ha enviado a su superficie sólo han resistido unos minutos.


Vista global simulada por computadora del planeta Venus, elaborada en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.

La pregunta de si los microbios podrían sobrevivir allí ha sido especulada durante mucho tiempo por científicos, desde Carl Sagan en 1967. Un estudio en 2004 analizó cómo el azufre podría ser utilizado por microbios como un medio para convertir la luz ultravioleta en otras longitudes de onda de luz que podrían usarse para la fotosíntesis. Uno más, en 2018, planteó que las manchas oscuras que aparecen en la atmósfera del planeta podrían ser algo similar a las floraciones de algas que ocurren de forma rutinaria en los lagos y océanos de la Tierra, informó Universe Today.

Sin embargo, la mayoría de los estudios anteriores concluyeron que los posibles microbios en la atmósfera de Venus podrían tener sólo una vida útil corta: caerían a través de las nubes hacia la capa de neblina inferior y terminarían incinerados y/o aplastados por la presión atmosférica más alta que está más cerca de la superficie.

Un nuevo estudio de la astrobióloga Sara Seager (21 julio 1971), profesora en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, sugiere que los microbios podrían tener un ciclo de vida sostenido, que les permitirá sobrevivir quizá millones de años.

Ella investigó la posibilidad de que los microbios puedan vivir dentro de las gotas de la nube de ácido sulfúrico. Suponiendo que la vida debe residir dentro de las gotas de las nubes, resolvemos el enigma posterior de las que se depositan gravitacionalmente y alcanzan regiones más calientes e inhabitables al proponer un ciclo de vida venusiano en el que es un paso crítico. 

Los microbios se secan para convertirse en esporas al alcanzar la capa de neblina inferior relativamente estancada, que llamamos un depósito con fugas. Las esporas secas residirían allí hasta que algunas puedan ser transportadas de regreso a las capas de nubes templadas y habitables, donde actuarían para promover la formación de nubes, y quedarían envueltas en gotas de nubes para continuar el ciclo de vida, escribió Seager en su artículo, publicado en la revista "Astrobiology".

Júpiter y su luna Europa salen relucientes una nueva fotografía del telescopio espacial Hubble, el agua ahí existente y la posibilidad de vida.

En una nueva imagen del telescopio Hubble aparece la luna Europa como un punto pálido a lado de Júpiter. Foto Ap

El Telescopio Espacial Hubble tomó la imagen el mes pasado, cuando el planeta se encontraba a 653 millones de kilómetros (406 millones de millas) de distancia, y el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial, en Baltimore, la difundió el jueves pasado.

La luna denominada Europa, que es un poco más pequeña que nuestra Luna, aparece como un punto pálido al lado del gigantesco planeta gaseoso lleno de franjas de colores. Una mancha blanca brillante en las latitudes norte de Júpiter indican que una nueva tormenta azota al planeta a unos 560 km/hora (350 mph).

En tanto, la gran mancha roja de Júpiter aparece inusualmente roja en la fotografía. La tormenta, aunque ha disminuido su tamaño de manera gradual, es aún tan gigantesca que engulliría a la Tierra.

En cuanto a Europa, los científicos creen que debajo de su superficie congelada existe un océano líquido. La NASA tiene previsto enviar esta década una sonda espacial, "Europa Clipper", para saber si existen condiciones propicias para la vida.

Y en escena la unión de Tierra y Luna, bajo nuevas perspectivas, el agua su origen y por supuesto la de la vida.

La Luna nació después de que otro planeta se estrellara contra una joven Tierra hace miles de millones de años, según un estudio de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA), trasciende hoy.

De acuerdo con la investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los científicos encontraron pruebas para la teoría de la colisión cuando analizaban las diferencias significativas en la composición química entre las rocas de la Tierra y de la Luna. 

Las muestras lunares procedían de piedras recogidas hace 50 años por las misiones Apolo y guardadas para su investigación en el futuro.

El investigador de la NASA, Justin Simon refiere la existencia de una gran diferencia entre la composición elemental moderna de la Tierra y la Luna y “es probablemente debido a la teoría del gran impacto”. 

Dicha hipótesis especula que cuando la Tierra era un planeta joven y recién comenzaba a formarse, fue golpeada por otro planeta emergente llamado Tea, ubicado en las cercanías, y la colisión causó la separación de ambos de forma temporal en glóbulos de gas, magma y elementos químicos antes de reformarse en los cuerpos actuales: Tierra y Luna.

Los investigadores observaron la cantidad y los tipos de cloro encontrados en las rocas. El cloro existe en dos formas abundantes y estables: ligero y pesado.

De esta forma, encontraron que las rocas de la Luna contienen una mayor concentración de cloro pesado, mientras las de la Tierra son más ricas en cloro ligero.

"Muchos estudios lunares anteriores han mirado el cloro dentro de un mineral específico, llamado "apatito", pero desarrollamos una forma de medir el cloro a través de la roca, lo que nos da una imagen más completa", detalla Simon en el informe. Para comprobar esta teoría, los científicos analizaron las muestras de las rocas en busca de diferencias en otros elementos que son parte de la misma familia de químicos como el cloro, llamados halógenos, grupo 17 de la tabla periódica de elementos (fluor, cloro, bromo, yodo, astato y teneso (que es un elemento sintético, el segundo elemento creado más pesado del 5 de abril de 2010, llamado elemento 117 ).

Aclaro que el "apatito" es un fosfato de calcio de origen hidrotermal, proviene del griego "apate", que significa “engañoso”, ya que su parecido a otros minerales como el berilo, la turmalina y la aguamarina pueden llevar a confusión, existen tres variantes que dependen de la clase de anión que predomina en la segunda parte de su fórmula, y son: fluorapatita, clorapatita e hidroxiapatita.

El resultado arrojó que esta familia de elementos más fácilmente evaporables se perdió en la Luna.

Adicionalmente, fue imposible hallar un patrón de diferencias entre los elementos químicos halógenos que pudieran ser causados por algún choque entre la Tierra y la Luna. 

Ello significa que la composición del cloro más ligero de la Luna y las abundancias relativas de halógenos deben haber sido establecidas desde el principio, afirman los investigadores. 

"La pérdida de cloro de la Luna probablemente ocurrió durante un evento de alta energía y calor, lo que apunta a la teoría del gran impacto", concluye el texto.

Se prueba que hay agua atrapada en el polvo de estrellas y ¿vida con ello?

La materia entre las estrellas en una galaxia, llamada medio interestelar, consiste no solo en gas, sino también en polvo. Ahora se ha probado que esas partículas de polvo se mezclan con hielo. Imagen tomada del sitio triple w astroscu unam mx

En algún momento, las estrellas y los planetas se originaron en un entorno de gas y polvo, porque las partículas de polvo pueden agruparse y fusionarse en cuerpos celestes. También tienen lugar importantes procesos químicos en estas partículas, de las cuales emergen moléculas orgánicas complejas, posiblemente incluso prebióticas.

Sin embargo, para que estos procesos sean posibles, tiene que haber agua. En ambientes cósmicos particularmente fríos, el agua se presenta en forma de hielo. Sin embargo, hasta ahora, la conexión entre el hielo y el polvo en estas regiones del espacio no estaba clara.

Un equipo de investigación de la Universidad Friedrich Schiller de Jena y el Instituto Max Planck de Astronomía ha demostrado ahora que las partículas de polvo y el hielo están mezcladas. Publica resultados en "Nature Astronomy".

"Hasta ahora, no sabíamos si el hielo está separado físicamente del polvo o mezclado con restos de polvo individuales", explica el doctor Alexey Potapov de la Universidad de Jena. "Comparamos los espectros de silicatos hechos en laboratorio, hielo de agua y sus mezclas con espectros astronómicos de envolturas protoestelares y discos protoplanetarios. Establecimos que los espectros son congruentes si el polvo de silicato y el hielo de agua se mezclan en estos entornos".

Los astrofísicos pueden obtener información valiosa a partir de estos datos. "Necesitamos comprender las diferentes condiciones físicas en diferentes entornos astronómicos, con el fin de mejorar el modelado de los procesos físico-químicos en el espacio", dijo Potapov. Este resultado permitiría a los investigadores estimar mejor la cantidad de material y hacer declaraciones más precisas sobre las temperaturas en diferentes regiones de los medios interestelar y circunestelar.

A través de experimentos y comparaciones, los científicos de la Universidad de Jena también observaron lo que sucede con el agua cuando aumentan las temperaturas y el hielo abandona el cuerpo sólido al que está unido y pasa a la fase gaseosa a unos -93 grados Celsius y agregó:

"Algunas moléculas de agua están tan fuertemente unidas al silicato que permanecen en la superficie o dentro de las partículas de polvo. Sospechamos que tal 'agua atrapada' también existe sobre o dentro de las partículas de polvo en el espacio. Al menos eso es lo que sugiere la comparación entre los espectros obtenidos de los experimentos de laboratorio y los del llamado medio interestelar difuso. Encontramos indicios claros de que existen moléculas de agua atrapadas allí.

La existencia de tal agua en estado sólido sugiere que también pueden estar presentes moléculas complejas en las partículas de polvo en el medio interestelar difuso. Si hay agua presente en tales partículas, no hay un camino muy largo para formar moléculas orgánicas complejas, por ejemplo. Esto se debe a que las partículas de polvo suelen estar formadas por carbono, entre otras cosas, que en combinación con agua y bajo la influencia de radiación ultravioleta como la que se encuentra en el medio ambiente, promueve la formación de metanol, por ejemplo. Ya se han observado compuestos orgánicos en estas regiones del medio interestelar, pero hasta ahora no se ha sabido dónde se originaron. La presencia de agua en estado sólido también puede responder preguntas sobre otro elemento: aunque conocemos la cantidad de oxígeno en el medio interestelar, anteriormente no teníamos información sobre dónde se encuentra exactamente alrededor de un tercio de él. Los resultados de la nueva investigación sugieren que el agua en estado sólido en los silicatos es un depósito oculto de oxígeno.

Además, el "agua atrapada" puede ayudar a comprender cómo se acumula el polvo, ya que podría promover la unión de partículas más pequeñas para formar partículas más grandes. Este efecto puede incluso funcionar en la formación de planetas. Si logramos probar que existía, o podría existir, 'agua atrapada' en los componentes básicos de la Tierra, es posible que incluso haya nuevas respuestas a la pregunta de cómo llegó el agua a la Tierra", concluyó Alexey Potapov.

Pero hasta ahora, estas son sólo suposiciones que los investigadores quieren seguir en el futuro.

Un nuevo estudio identifica rocas espaciales que pudieron haber traído el agua a la Tierra, ¿y con ello la consecuente vida?

Hicieron una importante contribución al planeta azul en su formación. La gráfica fue tomada de un video captado por un conjunto de radiómetros de imágenes infrarrojas visibles. Foto Afp

El agua cubre el setenta por ciento de la superficie de la Tierra y es una sustancia crucial para la vida, pero cómo llegó el líquido hasta aquí sigue siendo materia de debate científico.

Equipo de científicos franceses dio un paso para solucionar este añejo acertijo tras el anuncio en una publicación en la revista Science de que logró identificar las rocas espaciales que pudieron traer el agua a la Tierra.

La doctora en cosmoquímica Laurette Piani, quien lideró la investigación, señaló que, al contrario de teorías prevalecientes, el agua del planeta podría haber estado contenida en sus bloques esenciales. Ella se desempeña como investigadora del "Centre National de la Recherche Scientifique" (CNRS) en el "Centre de Recherches Pétrographiques et Géochimiques" (CRPG) en Nancy. "Centro Nacional de la Investigación Científica" y "Centro de Investigación Petrográfica y Geoquimica", respectivamente.

Según los primeros modelos que explican la formación del sistema solar, los grandes discos de gas y polvo que se arremolinaban alrededor del Sol y terminaron formando los planetas interiores estaban demasiado calientes como para formar hielo.

Esto podría explicar las condiciones de esterilidad de Mercurio, Venus y Marte, pero no del planeta azul, con sus vastos océanos, una atmósfera húmeda y su geología bien hidratada.

La idea más frecuente es que el agua apareció en una etapa posterior, traída por un objeto extraterrestre, y los principales sospechosos son los meteoritos que poseen el líquido en abundancia, conocidos como "condritas carbonáceas", pero ya vimos que no son los únicos.

El problema, sin embargo, era que su composición química no coincide plenamente con la de las rocas de la Tierra.

Además, esas "condritas" se formaron en las afueras del sistema solar, lo que disminuye la probabilidad de haber golpeado al planeta cuando era joven.

Otro tipo de meteoritos, llamado "condritas de enstatita", posee una composición química mucho más cercana, lo que indica que constituyen los bloques fundamentales que formaron la Tierra y los otros planetas interiores.

De estas rocas, que se formaron cerca del Sol, se asumía que eran demasiado secas para justificar las enormes reservas de agua del planeta.

Para probar si esa presunción era cierta, Piani y sus colegas de la Universidad de Lorraine utilizaron una técnica de medición llamada espectrometría de masas para cuantificar el contenido de hidrógeno en 13 "condritas de enstatita".

Hallaron que las rocas contenían suficiente hidrógeno como para proveer a la Tierra con al menos tres veces la masa de agua de sus océanos.

También midieron los dos tipos de hidrógeno, conocidos como isótopos, porque la proporción relativa de éstos es muy diferente entre distintos cuerpos del sistema solar.

Encontramos que la composición de hidrógeno isotópico de las "condritas de enstatita" es similar a la del agua almacenada en el manto terrestre, destacó la doctora Piani, quien comparó el hallazgo a una coincidencia en el ADN.

La investigación no excluye que más agua haya llegado luego de otras fuentes, como cometas, pero indica que las "condritas de enstatita" realizaron un aporte significativo a la cantidad del líquido de la Tierra en su etapa de formación.

El hallazgo aporta un elemento crucial a este rompecabezas, escribió Anne Peslier, geoquímica egresada de la Universidad de Montreal, con posgrados del Instituto Smithsoniano y la Universidad de Houston, quien ahora se desempeña como científica de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), en la Dirección  "Astromaterial Researche and Exploration Science" (ARES), es decir, "Dirección de Ciencias de Investigación y Exploración de Astromateriales", en una editorial que acompaña la publicación.

El material como podrán observar abunda y es profundamente interesante, ello me lleva a la conclusión  de que es temprano para obtener conclusiones sobre donde y como se originó la vida, la mente, la autoconciencia, y con ello como comprender la compleja realidad en la que existimos.





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