Infieren el origen evolutivo del lenguaje hace 25 millones de años.

 
Una noticia que nos aleja de la pandemia, muy interesante, el origen del lenguaje humano. Se suma a otras conclusiones que nos alejan de sentir que somos la especie con mayor inteligencia.
Recuerdo la publicación durante el año pasado del primatólogo Tetsuro Matsuzawa, dedicado a estudiar, durante más de cuatro décadas, la inteligencia de los chimpancés y que sostiene que nuestro pariente vivo más cercano posee una mejor memoria visual que nosotros los Homo sapiens. Experimentando al presentar una pantalla de una computadora con una secuencia del uno al nueve, que desaparece en forma casi inmediata, sucede que ningún humano es capaz de retener esa correlación y señalarla, pero un chimpancé joven si lo puede hacer.
Estima Matsuzawa, Director del Instituto de Investigación de Primates de la Universidad de Kioto que ello indica que la "memoria visual", una capacidad que quizá perdió la especia humana, producto de las modificaciones a nivel cerebral, que se llevaron a cabo para dar paso al desarrollo del lenguaje, y que los chimpancés conservaron. Los chimpancés evolucionaron sus propias maneras de comunicarse.
Les enseñaron, por ejemplo, el abecedario y letras en japonés que se traducen por algunos colores. “No existe ninguna relación entre el símbolo de la letra en japonés y el color, y aun así lo identifican. Para eso hace falta algo de imaginación”, asegura Matsuzawa.
Esta sería la principal distinción entre humanos y chimpancés. “La imaginación es una fuerza única del ser humano y es la base para entender la mente de los demás. Los chimpancés viven en el presente, nosotros también tenemos pasado y futuro"
Poéticamente concluye: "Ellos viven aquí y ahora, no tienen ansiedad. Nosotros tenemos esperanza”.
Su experiencia le ha llevado a observar situaciones inigualables, por ejemplo ha descubierto que los chimpancés jóvenes aprenden de sus "maestros", los chimpancés adultos, por medio de la observación. Para ello se presentan dos situaciones complementarias, la primera en la crías que tienen una motivación muy fuerte para colocarse a observar y aprender; y la segunda, en los adultos que tienen una tolerancia muy alta para dejarlos observar y aprender.
También muestran otras diferencias, como cuando son crías. “Solo los bebés humanos lloran por la noche. Las crías de chimpancé no lo hacen porque la madre siempre está ahí”. Asimismo, los comportamientos de colaboración de madre a hijo existen, pero no al contrario. “He visto como una madre tiende una mano a su cría, pero no al revés”.
Matzusawa ha dicho: "El estudio de los chimpancés es bastante reciente, de hace unos cincuenta años. Pero si no existieran investigaciones sobre estos animales, los humanos estaríamos convencidos todavía de que somos ejemplares muy especiales. Nosotros por un lado y los animales por otro, en una estricta dicotomía. Pero cuando se comienza a analizar a estos primates en libertad y en los laboratorios, te das cuenta de que son muy parecidos y cercanos a los humanos".
Se teoriza que la separación ocurrió hace alrededor de seis o siete millones de años, y somos 98.77 % genéticamente iguales, pero la apariencia es fundamental, para nosotros los humanos, su piel cubierta de pelo negro, los hace muy diferentes a nosotros, imposible la comparación. En los humanos en una generación se puede cambiar el color del pelo o el de los ojos, la apariencia externa es fácil de manipular. El estudio de los chimpancés nos demuestra que no podemos dejarnos llevar por las apariencias físicas.

Humanos y chimpancés somos casi la misma criatura.
Agrega. "No hay mucha gente que entienda claramente la familia y la sociedad en humanos. Para los primatólogos que estudian a todas las especies (447 en total, desde bonobos, monos japoneses, orangutanes, gorilas o babuinos), los humanos somos solo una de ellos. Si lo ves desde este punto de vista, nosotros tenemos un vínculo muy fuerte de pareja entre hombre y mujer. En otros primates también existe, pero no ocurre con los chimpancés. Pueden vivir en un grupo de cincuenta individuos o hasta cien, pero las hembras tienen relaciones con todos los machos. Su manera de vivir es diferente. Al investigar a los bonobos, que tienen hembras dominantes, no como los chimpancés, sus comportamientos sexuales son muy distintas y tampoco se matan entre ellos. Mi meta es continuar con el estudio de todos ellos". (Extracto del texto de Eva Rodríguez de la página Agenciasinc de España, cinco de junio de 2019).

No estorba decir que los "primates", son un "orden" de mamíferos placentarios, surgidos desde hace 85 a 55 millones de año, esto es al final del "Cretácico", que se adaptaron a la vida arborícola en las selvas tropicales. Existen dos sub órdenes: Estrepsirrinos (nariz torcida): lémures, loris, galayos y potos; y Haplorrinos (nariz simple): tarseros, monos del viejo mundo y monos del nuevo mundo, gibones, grandes simios, que incluye a todos los Homos, aún los extintos.
Un equipo internacional de investigadores descubrió que los orígenes evolutivos del lenguaje se remontan, como mínimo, a hace 25 millones de años, mucho más atrás en el tiempo de lo que se pensaba hasta ahora. Se ha concluido que el lenguaje debe ser monopolio de una sola especie y ello no es sostenible. Aunque claro, el grado de sofisticación es totalmente humano.
Los científicos identificaron que la vía del lenguaje humano en el cerebro tiene al menos 25 millones de años, 20 millones de años más de lo que se pensaba anteriormente, según publican en la revista en "Nature Neuroscience".
Antes, muchos científicos pensaban que un precursor de la vía del lenguaje había surgido más recientemente, hace unos cinco millones de años, con un antepasado común de simios y humanos.
Para los neurocientíficos, esto es comparable a encontrar un fósil que ilumine la historia evolutiva. Sin embargo, a diferencia de los huesos, los cerebros no se fosilizaron. En cambio, los neurocientíficos necesitan inferir cómo podrían haber sido los cerebros de los antepasados comunes al estudiar los escáneres cerebrales de los primates vivos y compararlos con los humanos.
Chris Petkov, de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y líder del estudio, explica que es como encontrar un nuevo fósil de un antepasado perdido hace mucho tiempo. También es emocionante que aún pueda descubrirse un origen más antiguo.
Equipos de científicos europeos y estadunidenses llevaron a cabo el estudio y análisis de imágenes cerebrales de regiones auditivas y vías cerebrales en humanos, simios y monos.
Descubrieron un segmento de esta vía del lenguaje en el cerebro humano que interconecta la corteza auditiva con las regiones del lóbulo frontal, importante para procesar el habla y el lenguaje.
Vínculo auditivo
Aunque el habla y el lenguaje son exclusivos de los humanos, el vínculo a través de la vía auditiva en otros primates sugiere una base evolutiva en la cognición auditiva y la comunicación vocal.
Petkov agrega: Predijimos, pero no podíamos saber con certeza, si la vía del lenguaje humano puede haber tenido una base evolutiva en el sistema auditivo de los primates no humanos. Admito que nos sorprendió ver una ruta similar escondida dentro del sistema auditivo de esos seres.
El estudio también ilumina la notable transformación de la vía del lenguaje humano. Se encontró una diferencia humana clave: el lado izquierdo humano de esta vía cerebral era más fuerte y el lado derecho parece haber divergido del prototipo evolutivo auditivo para involucrar partes no auditivas del cerebro.
Búsqueda neurobiológica
Además, dado que los autores predicen que el precursor auditivo de la vía del lenguaje humano puede ser aún más antiguo, el trabajo inspira la búsqueda neurobiológica de su origen evolutivo más temprano, el próximo fósil cerebral, que se encuentra en animales más distantes relacionados con los humanos.
Timothy Griffiths, neurólogo consultor de la Universidad de Newcastle, destaca que el descubrimiento tiene enorme potencial para comprender qué aspectos de la cognición y el lenguaje auditivo humano pueden estudiarse con modelos animales de formas que no son posibles con ellos y simios. Ya ha inspirado nuevos estudios, incluso con pacientes de neurología. Contenido en el diario La Jornada del 22 de abril de 2020. Y este a su vez de Europa Press.
Lo que si sabemos es que compartimos con los chimpancés, hábitos y prácticas, como el juego, los humanos jugamos toda la vida, y al igual que ellos con el paso del tiempo cambiamos el tipo de juego, así como los compañeros lúdicos. El juego social ayuda a establecer relaciones sociales sólidas y a desarrollar actitudes cooperativas.
Es importante mencionar que en ambas especies los juegos de la más tierna infancia son totalmente cooperativos, pero, se vuelven más competitivos con el incremento de la edad, al llegar a la juventud, son muy competitivas las terapias de diversión, se les da un especial contexto, que en la primera infancia no existe.
A la hora de elegir un camarada, los primates son selectos. Según un estudio de la Universidad de Viena, las relaciones de amistad se establecen entre chimpancés que comparten ciertos rasgos de la personalidad. En concreto, los individuos más sociales congenian entre sí, mientras que los chimpancés tímidos buscan otros igualmente apocados para relacionarse. Esto recuerda al “efecto de similitud” en humanos, que no es otra cosa que la tendencia a tener como amigos a sujetos que se nos parecen. Al parecer, igual que los Homo sapiens, viven rodeados de amigos, individuos que sin estar emparentados, se ayudan en casos de enfrentamientos, comparten también comida y establecen comportamientos de cooperación muy estables. Incluso se dan consuelo unos a otros y alivian el estrés ajeno, según conclusión de Filippo Aureli Doctor en Etología y su equipo de trabajo y que publicaran en la revista científica de la estadounidense "Academia Nacional de Ciencias", (Proceedings of the National Academy of Sciences "PNAS"). Publicación extractada de "Ventana al Conocimiento" de Elena Sanz.
Por otra parte la separación de la línea homínida de Homos y Troglodytas gorillas se sitúa prontamente hace unos doce millones de años.

Antes de ello se conoce a "Nyanzapithecus alesi", que vivió en África hace unos trece millones de años, al oeste del famoso lago "Turkana", en la actual Kenia, un pequeño simio extinto de talla menor, que se cree fue el antepasado de simios y humanos. Se le ha llamado "alesi" y tenía un año cuatro meses cuando murió. El cráneo es del tamaño de un limón y su hocico es muy parecido al de los gibones. Se cree que esta especie sobrevivió por un período de cuando menos diez millones de años.

Y un poco de tiempo antes, geológicamente hablando, digamos hace unos dieciséis millones de años, hay evidencia con un fósil simiesco "Pierolaphitecus catalaunicus", encontrado en la actual Cataluña, y que puede ser el último ser perteneciente a las familias de orangutanes, gorilas, chimpancés y Homos. Presenta un tórax ancho y aplanado, con los omoplatos en lla espalda y no a los costados, con una terminación de la columna vertebral corta y rígida, dotado de una cara corta, que es una característica de los grandes simios.

Se conocía, desde hace tiempo, que por las diferencias encontradas en los genomas de los grandes simios y los gibones, o simios menores, que tomaron caminos evolutivos separados hace unos diecinueve millones de años, lo más tardío o veinticuatro millones de años en el más temprano, lo que nos lleva a concluir que estuvieron incluídos en el lapso de aprendizaje del lenguaje, los cinco representantes vivos de la familia de los homínidos

Los estudios realizados con técnicas moleculares de ADN indican que Chimpancés, gorilas y humanos forman un "Clado" (nombre que se da a cada una de las ramificaciones que se obtiene al hacer un único corte, esto es que empiezan con un único antepasado común); con los orangutanes un poco más separados filogenéticamente. Todos ellos forman la superfamilia "Hominoidea", junto con los Hylobatidae, es decir, los gibones y el siamang. Ha habido reagrupaciones y cambios de lugar en la clasificación debido a los avances tanto en las secuenciaciones del ADN, como en la forma de mirar las condiciones físicas, se dejaron de usar las clasificaciones de los "antropomorfos" (con forma de hombre) y "antropoides" (similar a hombre).

Se ha llegado a penar que hasta hace unos 20 millones de años todos los simios estaban en la misma categoría. Se cree que en ese punto se dividieron en dos grupos distintos.

Con estos nuevos enfoques, fundamentados en la obtención de datos indirectos al registro físico, como son los fósiles, se puede utilizar la información de los descendientes vivos, tal y como se ha logrado visualizar el posible inicio del lenguaje, lo que nos lleva a épocas mucho más lejanas de las que suponía la ciencia.

Seguramente habrá nuevas clasificaciones al obtener información a mayor detalle, utilizando nuevas herramientas tecnológicas y aplicandolas con nuevas técnicas. Estamos en espera de la nueva información, aunque tengamos que desechar viejos paradigmas.
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