La huella de la humanidad está presente en el espacio.

Al inicio de la aventura humana en el espacio, como casi todas las nuevas empresas que la humanidad ha emprendido, empezó echando a perder para lograr aprender.

Se dio inicio, a la par de los éxitos realizados al poner en órbita aparatos mecánicos, una consecuencia desastrosa, propiciada por los errores y la falta de una visión integral, desde una perspectiva que incluyera los aspectos esenciales y sus consecuencias, dando origen a la los desechos que quedarían flotando en la alta atmósfera.

Para efectos prácticos: en el espacio. Tan lejanos a la corteza terrestre, que la fuerza de gravedad no los hace integrarse al planeta, y permanecen ahí vagando.

La basura o chatarra espacial, se ha venido incrementando desde que iniciara la carrera espacial, a finales de la década de los cincuenta del siglo veinte. Algunos de los restos de naves que se desprendieron en el transcurso de las misiones, junto con restos de cohetes y otros objetos, como pequeñas partículas de pintura, o incluso objetos personales que los astronautas perdieron en sus paseos espaciales, como fueron herramientas, o hasta artículos de higiene como cepillos de dientes.

Fue tiempo después, que los científicos se dieron cuenta de lo sucedido y empezaron el recorrido del camino de la investigación sobre lo sucedido.

Se han desarrollado, a partir de entonces, herramientas para localizar los objetos perdidos, y la tecnología va mejorando el apoyo para realizar las labores de identificación y prevención de desastres, sobre todo para aquellos objetos que por su gran tamaño significan potenciales catástrofes.



Fotografía Esta imagen realizada por computadora, en el Instituto de Aire y Sistemas del Espacio de la Universidad Técnica de Braunschweig, Alemania, simula la distribución y el movimiento de los desechos. Foto Ap/Archivo, La Jornada.

Inmersos en la atmósfera terrestre, algunos de estos objetos viajan a velocidades que superan los 27 mil kilómetros por hora, se estima que hay alrededor de diez mil de estas pequeñas piezas, con un tamaño menor a los diez centímetros, se convierten en proyectiles muy peligrosos.

Con el transcurrir del tiempo, este hecho a cobrado un mayor grado de peligro, tanto para los satélites que orbitan el planeta en su vida útil, como para la “Estación Espacial Internacional”, y por consiguiente para su tripulación.

El pasado día diez de septiembre se cumplieron diez años de un choque ocurrido en esa zona.

Sucedió que el servicio informático de localización de los objetos que se encuentran en órbita alrededor de la Tierra, conocido como “Orbital Debris Office”, reportó que dos objetos estarían muy cerca, un poco más tarde de la 15.02 de la hora universal, curiosamente uno de fabricación rusa y el otro de los Estados Unidos, el primero un artefacto militar de comunicaciones ya en desuso y el segundo de telecomunicaciones en activo.

Se pronosticaba que la distancia que les separaría sería de un poco más de 580 metros, la altura en que ambos circulaban era de 790 kilómetros, y si se consideraba que ambos cuerpos se movían a gran velocidad, alrededor de los 28 mil kilómetros por hora, el probable impacto sería fatal para estos dos satélites.

Y sucedió lo inesperado, sobre la “Península de Taymir” enSiberia, la aproximación se convirtió en intercepción y sólo dejaron una nube de fragmentos en la órbita que ellos ocupaban, los 690 kilos del “Iridium 33”, nombre del satélite estadounidense contra los 900 kilos del ruso “Kosmos 2251”, fueron transformados en un segundo en más de dos mil fragmentos de tamaño superior a diez centímetros y cientos de miles de piezas más pequeñas.

Con el lanzamiento del “Sputnik” ruso, el cuatro de octubre de 1957, inició la etapa de lanzamiento de satélites artificiales, se calcula que ha habido más de treinta mil lanzamientos de objetos al espacio. La mayoría se destruyó al reingresar a la atmósfera, pero eso no fue el destino de todos.

Muchos llevan fuera de control un tiempo considerable, por ejemplo, el “Vanguard I” de Estados Unidos, dejó de funcionar desde el año de 1964 y aún ahora sigue dando vueltas, tiene el registro de ser el aparato inactivo más antiguo girando alrededor de la Tierra, en el espacio.

Con radares y telescopios se pueden localizar objetos tan pequeños de hasta diez centímetros, pero los de menor dimensión están en calidad de no identificables. Se estima que estos alcanzan una cifra de quinientos mil objetos.

Ello lleva a calcular que el peso de toda la “chatarra espacial” es mayor de seis mil toneladas.

Se ha documentado la existencia de más de veinte mil objetos mayores de entre cinco a diez centímetros, de ellos tres mil seiscientos son satélites y un millar están en activo, pero como los de menor tamaño son difíciles de detectar, se cree que unos quinientos mil objetos de tamaño menor están orbitando el planeta, y los de tamaño menor a un centímetro, se cuentan por decenas de millones.

La NASA ha estimado que se precipita al planeta un pieza por día en promedio, lo que implica que en forma anual caen entre cincuenta y cien toneladas, la mayoría de ellos se pierden en los mares, pues abarcan el 71% de la superficie de la Tierra, o en territorios poco poblados y muy extensos, como son Canadá o Siberia.

La basura espacial no está distribuida de manera uniforme en torno al planeta, se acumula primordialmente en dos bandas de altura.

La primera de ellas es la llamada “Órbita Terrestre Baja(LEO) siglas en inglés de “Low Earth Orbit, la zona situada entre ciento sesenta y dos mil kilómetros de altitud. 

Salvo el programa “Apolo”, que llevó a la Luna, todas las misiones espaciales tripuladas han tenido lugar en la (LEO); y es ahí en donde también se encuentra en la actualidad la “Estación Espacial Internacional”.

Esta órbita también es la comúnmente utilizadapara los satélites de labores de reconocimiento fotográfico y aúnde los satélites de observación, ya sea sobreel clima y del medio terrestre. 

Uno más de sus ilustres huéspedes es el “TelescopioEspacial Hubble”, que orbita a unos seiscientos kilómetros de altura.

La otra franja saturada es la “Órbita Geoestacionaria”,(GEOdeGeosynchronous Ecuatorial Orbit), situada a algo más de treinta y seis milkilómetros de altura.

Los objetos que ocupan esta órbita tardan veinticuatrohoras en dar una vuelta a nuestro planeta, por lo que se encuentran siempre sobre un mismo punto de la superficie terrestre. Por ese motivo, en la (GEO) se ubican la gran mayoría de los satélites meteorológicos y los satélites de telecomunicaciones.

Vale la pena mencionar que el famoso sistema “GPS”, formado por 24 satélites, es una excepción, no se encuentra en ninguna de las dos órbitas comunes, sino que fue puesto en una zona intermedia llamada “Órbita Media,que se ubica a veinte mil kilómetros de altitud.

Los satélites en activo, hoy en día suman algo más de un millar, mismo que están repartidos principalmente entre (LEO), con 489 y la (GEO), con 424. 

La basura espacial, como dato importante, se agrupa mayoritariamente en la (GEO). Esto se debe a que, cuanto mayor es la altura a la que se encuentra el satélite, menor es el rozamiento con las capas de la atmósfera, dado que estas son más tenues a mayor altura.

Como consecuencia el tiempo que tarda el satélite en perder altura es mayor, y al caer a zonas más densas (bajas) de la atmósfera, terminará destruyéndose a causa de la fricción.

Por debajo de los quinientos kilómetros de altura, los satélites durarán sólo unos cuantos años sin maniobras de asistencia. En cambio si se encuentran a ochocientos kilómetros, entonces la vida media se incrementa por un lapso de varias décadas.

Y por encima de un mil kilómetros, un satélite podrá permanecer a lo largo de cientos de años en el espacio.

En la práctica, se dan situaciones de emergencia en el vehículo tripulado “Estación Espacial Internacional”, que gira alrededor de la Tierra a una altura de 380 kilómetros, dotada de una capa de blindaje exterior que le protege de posibles impactos con fragmentos menores, tolerancia hasta objetos de un centímetro.

Pero, la situación es distinta cuando las dimensiones del “pedazo de chatarra espacial” son mayores al centímetro, se detectan de mejor forma, pero obligan a la estación a moverse a efecto de esquivar el proyectil.

Las predicciones de Donald J. Kessler(1941), realizadas en la década de los setentas del siglo pasado, muestran una cierto grado de realización. Él habló de la posibilidad de que el incremento de la “basura espacial” llegará a tal grado que propiciaría accidentes, como el sucedido entre “Iridium 33” y “Kosmos 2251”, lo que como propiciaría un considerable aumento de “basura espacial”, que a su vez traería como resultado más basura y esto más colisiones, entrando a un círculo imparable.

A esto se le llama “Síndrome de Kessler” o “Cascada de Ablación”, y su existencia en la realidad traería consecuencias agravadas por el “efecto dominó”, llevando las cosas a un estado que podría ocasionar problemas serios para la humanidad, como la suspensión en las comunicaciones y complicaciones inéditas para los vuelos espaciales, etc.

Ahora, la lección ha sido aprendida, se ha tomado conciencia de la problemática y las nuevas misiones buscan que el vehículo, tenga un final controlado al concluir su vida útil.

La prensa mexicana reprodujo el pasado Martes 3 de septiembre, el aviso de la NASA, que informa que más de 19 mil 500 fragmentos de basura espacial rodean el planeta

Los datos del “SOCRATES”,STRATCOM” y otros sistemas similares no han estado siempre debidamente actualizados, lo que ha impedido que puedan ser usados para evitar colisiones.

Los escombros espaciales que rodean la Tierra, más conocidos como “basura espacial”, continúan aumentando y ya son 19 mil 524, según datos de la Oficina del Programa de la NASA de Restos Orbitales, actualizados al 30 de junio pasado.

Este recuento que elabora cada año la NASA contabiliza la cantidad de satélites activos o inactivos que han sido lanzados o bien bajados de sus órbitas para ser hundidos en el mar, así como cohetes espaciales antiguos y en funcionamiento, y demás objetos procedentes de la fragmentación de residuos, generados, por ejemplo, en explosiones.

De manera desglosada, de estos 19 mil 524 cuerpos que rondan el planeta, la Comunidad de Estados Independientes (CIS, por sus siglas en inglés) –organización integrada por 10 de las 15 ex repúblicas soviéticas– se mantiene como la que mayor cantidad de basura ha desechado en el espacio, con un total de 6 mil 589 objetos(102 más que lo reflejado en el anterior informe, actualizado el primero de abril de este año).

Le sigue muy de cerca Estados Unidos, con 6 mil 581 escombros en órbita (39 más desde el análisis más reciente). No obstante, el número de fragmentos generados en este país ha ido aumentado a un ritmo mayor que la ex URSS en los años pasados, siendo cada vez menor la diferencia entre ambos. Al cierre de 2016, Estados Unidos era responsable de 5 mil 719 fragmentos, mientras Rusia había generado por entonces 6 mil 346.

Así Rusia sigue siendo el mayor generador de la “basura espacial”, por delante de Estados Unidos. También se mantiene en tercera posición China con 4 mil 44 desechos en órbita(4 mil 19 al primero de abril de 2019).

Asimismo, un total de 290 piezas tienen sello japonés, la misma cantidad desde que se emitió el informe más reciente de la NASA. Sigue India, con 254 fragmentos(41 nuevos en tres meses).

Por su parte, la “Agencia Espacial Europea”(ESA) sigue siendo la entidad que menos objetos desechados aporta, con 145. Junto con Japón, son las únicas que no han generado basura espacial desde la fecha señalada.

Además, hay países que independientemente de la agencia espacial a la que pertenezcan, también envían y arrojan a la órbita terrestre aparatos espaciales. Así, sería el caso de los 556 franceses (uno más) o los mil 65 de otras naciones (mil 52 hasta el primero de abril).

El programa de la NASA encargado de controlar la basura espacial es el “US Space Surveillance Network” (SSN). La iniciativa la desarrolla el gobierno de Estados Unidos y tiene como principal objetivo detectar, controlar, catalogar e identificar estos objetos hechos por el hombre y que orbitan alrededor de la Tierra.

Asimismo, se encarga de predecir cuándo y dónde caerá un objeto de nuevo en la Tierra, cuál es su posición en el espacio, detectar nuevos cuerpos residuales y a qué país pertenecen, además de informar a la NASA si estas piezas interfieren con la “Estación Espacial Internacional”.




Fotografía Que muestra a la Tierra rodeada de la “basura espacial”, tomada de Infoastro punto com.

El diario “El País” publicó en un artículo el pasado mes de mayo, sobreuna posible solución a esta circunstancia porun empresario japonés de cuarenta y seis años de edad, él se llama Nobu Okada,y es el presidente de su empresa “Astroscale”, Nobu explica en un correo electrónico desde Singapur, que es lugar donde tiene su sede: “...que el proyecto es pionero en su campo. Él “Barrendero Espacial” trabajará desde la Tierra dirigiendo las operaciones. El trabajo sucio lo hará un satélite que localizará y perseguirá a los desechos hasta capturarlos con un imán. A continuación, los arrastrará a la atmósfera, donde en un final al más puro estilo “kamikaze, arderá y desaparecerá junto a la basura cósmica.

El enfoque del empresario, es hacer un surgir un negocio para beneficiarse económicamente de esta propuesta.

Esto representa una alentadora esperanza para lograr la solución al problema, y se da hasta el año 2019, a más de 60 años del inicio de la carrera espacial, más vale tarde que nunca, y es apenas, hay que subrayarlo, un hecho esperanzador.

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