El Océano Atlántico ha tenido un primer trimestre de temporada de ciclones muy tranquilo.

El océano Atlántico nos da sorpresas en estos tiempos del cambio climático. Primero nos lleno de sargazo, después mostró altas temperaturas en sus aguas, fenómeno que persiste y comparte con los demás océanos.

Por otra parte, para el océano Atlántico la temporada de ciclones tropicales dio inicio el primero de junio pasado, y se ha establecido que concluirá el 30 de noviembre próximo.

Y la ausencia de ciclones ha llamado la atención de los científicos estudiosos de la meteorología, pues hasta este 19 de agosto solamente se han presentado dos ciclones: Andrea y Barry.

Ciertamente la parte más fuerte de la temporada deberá de venir en los dos próximos meses, cuando menos así está previsto por las agencias encargadas de la prevención ante la presencia de los huracanes.

En México, la Comisión Nacional del Agua, por medio del Servicio Meteorológico Nacional informó que se prevé serán 14 los meteoros para el presente año; por su intensidad se esperan seis tormentas tropicales, cinco huracanes de categoría uno o dos, y tres de categoría superior (tres cuatro o cinco).

Los nombres asignados sonr: Andrea, Barry, Chantal, Dorian, Erin, Fernand, Gabrielle, Humberto, Imelda, Jerry, Karen, Lorenzo, Melissa y Nestor.

La Jornada” publico una nota surgida de la agencia informativa Ap, apenas el jueves 15 del mes actual, en el que se expone la conclusión a que han llegado los científicos cubanos sobre este hecho.

Polvo del Sahara inhibió la formación de ciclones tropicales.


Fotografía El Polvo se extendió por la zona de mayor actividad ciclónica en el Atlántico. Tomada de la cuenta de twitter a-roba NWSSanJuan.

En La Habana, meteorólogos cubanos advirtieron que la notable ausencia de ciclones tropicales, comunes en estos meses, obedece a la presencia de polvo del desierto de Sahara sobre el océano Atlántico.

El investigador Eugenio Mojena López, del estatal Instituto de Meteorología y uno de los principales estudiosos del tema en Cuba, indicó que la presencia de ese material en el aire “inhibe de manera significativa el surgimiento” de los temidos huracanes de la temporada estival y “crea un ambiente sumamente hostil” para su desarrollo “debido al aporte de aire muy caliente y seco con valores mínimos de humedad relativa”.

En una entrevista con el periódico oficial “Granma, el científico que funge como asesor del “Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología”, explicó que de manera sorprendente en julio y la primera quincena de agosto hubo una marcada tranquilidad ciclónica en la cual ni siquiera se desarrollaron depresiones tropicales. Esta calma podría terminar en las próximas semanas.

Según estudios del Instituto de Meteorología, el polvo se extendió por la zona de mayor actividad ciclónica en el Atlántico.

Sin embargo, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) previó un aumento del número de tormentas para el año 2019, debido a la disipación del fenómeno atmosférico de El Niño.

Las partículas de polvo del Sahara que llegan cada año al Caribe en forma de nubes tiene un nocivo impacto en la salud de las personas, los animales y diferentes ecosistemas.

Contienen hierro, sílice y otros minerales, además de contaminantes orgánicos persistentes, hongos, bacterias, virus y diversos ácaros patógenos.

En lo que va de la temporada sólo se desarrollaron dos organismos, el “Andreaen mayo y “Barryen julio.

Los países de Centroamérica y el Caribe suelen mirar con preocupación los meses estivales y la formación de tormentas que pueden convertirse en ciclones arrasando con la infraestructura y cobrándose vidas cada año. Por su posición geográfica y ser una larga isla Cuba suele sufrir estos fenómenos.

La información anterior se completo con el informe que apareció en la página en internet llamada “Tiempo punto com”, con lo escrito por Francisco Martín León, que indica que los pronósticos de tranquilidad son vigentes hasta el día de hoy.

La temporada de huracanes en el Atlántico sigue tranquila.

Ya llevamos varios días del mes de agosto y el Atlántico tropical permanece tranquilo, sin ciclones tropicales que se vayan a desarrollar en los próximos días ¿Cuál es la causa?

La temporada de huracanes en el Atlántico de 2019 probablemente permanecerá tranquila hasta mediados de agosto, un mes donde se suele disparar la actividad ciclónica tropical. La próxima tormenta nombrada en el Atlántico debería ser Chantal, después de Andrea y Barry, pero Chantal se está haciendo esperar. ¿Cuál es la causa de esta tranquilidad?

La última perspectiva de cinco días del Centro Nacional de Huracanes (CNH o NHC), dice que no se espera actividad de ciclones tropicales durante este semana y el fin de semana próximo. 

Según apuntalos expertos de la Universidad Estatal de Colorado (Colorado State University, CSU), en su avance de predicción de los últimos días, hay varios factores inhibidores para el desarrollo ciclónico madden-Julian,con tormentas nombradas. 

Estos factores son:

La Oscilación de Madden – Julian desfavorable.

Una razón por la que es probable que el Atlántico esté tranquilo hasta mediados de agosto es un patrón climático a gran escala llamado “Oscilación de Madden – Julian” (MJO) estará en una fase desfavorable, dijeron los expertos en CSU

El desarrollo de fenómenos convectivos y tormentas se suprime en el Atlántico cuando la MJO se encuentra en una fase desfavorable. La convección persistente es uno de los componentes básicos para el desarrollo de una depresión o tormenta tropical, favoreciendo las descendencias generalizadas en la zona y evitando que la convección se desarrolle con plenitud y se organice en bajas tropicales.

Aire seco africano.

Un factor desfavorable es que el aire seco, que sigue siendo abundante en el Atlántico en este momento, como se muestra en los datos e imágenes de irrupción de aire seco desde África y que aún no han cesado.



Ilustración SAL (Saharan Air Layer, SAL) mostrando en colores , según escala, el aire seco de origen africano sobre el Atlántico para el 7 de agosto de 2019 a las 03 UTC. CIMSS

El aire seco crea un ambiente desfavorable y suprime la convección generalizada y las tormentas, favoreciendo las corrientes descendentes de las tormentas que se forman.

Lo que coincide plenamente con el análisis cubano.

La cizalladura del viento es notable.

La CSU remarca el aumento en la cizalladura del viento en la cuenca del Atlántico durante la última parte de su período de pronóstico de dos semanas, como otra razón por la cual el desarrollo de huracanes es poco probable hasta mediados de agosto.

La cizalladura del viento es el cambio en la velocidad y/o la dirección del viento con la altura, que puede cortar e impedir el desarrollo o mantenimiento de un ciclón tropical.

Hay que hace notar que un evento de “El Niño” débil existe en el Pacífico tropical y, por tanto coopera para inhibir el desarrollo ciclónico tropical.

Cuando estos factores desaparezcan, el pico de la temporada de huracanes llegará y según las predicciones será normal. Así lo apuntan las últimas predicciones de la CSU con 12 tormentas tropicales nombradas, de las cuales seis de ellas serían huracanes.


Ilustración Climatología de la NOAA en relación con el período cinco al dieciocho de agosto de 2019, de ciclones tropicales y huracanes en el Atlántico. CSU

Las anomalías en la temperatura superficial del océano (SST), está levemente por encima de lo normal en amplias zonas , como se muestra en este mapa de NOAA-NCEP-NHC:



Mapa sobre las temperaturas del Océano Atlántico.

El calentamiento de las aguas oceánicas es un fenómeno que se presenta actualmente, es parte de las consecuencias del llamado “Calentamiento Global”. La investigación del tema es profunda y recibe actualizaciones constantes.

Fuen el diario New York Times en español, que encontré la siguiente información.

Un grupo de científicos advirtió que los océanos del mundo se están calentando a una velocidad mucho mayor de lo que se estimaba anteriormente, sus implicaciones son muy malas para todos los habitantes del planeta, pues la mayor parte del calor que la Tierra absorbe se almacena en sus aguas.

Esta noticia se sustenta en un nuevo análisis publicado en la revista “Science”, del día once de enero del 2019, mismo que presenta como conclusión que, en promedio, los océanos se están calentando un 40 por ciento más rápido de lo que se había calculado, hace cinco años, por un comité científico de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El año 2018 será el más cálido del que se tenga registro en los océanos del planeta”, dijo Zeke Hausfather, un analista del sistema de energía del “Berkeley Earth”, que es un grupo independiente de investigación climatológica, y uno de los autores del presente estudio. Situación que aclaró se presenta año con año, cuando menos a lo largo de la presente década.

En el pasado reciente los mares del planeta se han convertido “en el amortiguador fundamental”, alrededor del 93 por ciento del calor que se queda en la atmósfera, atrapado por los gases de efecto invernadero emitidos por los humanos, son cobijados por las aguas.

Si el océano no absorbiera tanto calor, la superficie del la tierra se calentaría mucho más rápido de lo que lo hace ahora”, explicó Malin L. Pinsky, profesor adjunto del “Departamento de Ecología, Evolución y Recursos Naturales” en la Universidad Rutgers. “De hecho, en estos momentos el océano nos está salvando de un calentamiento masivo.” Lo que ya ha generado cambios en algunos sistemas marinos, dañándolos en forma importante.



Gráfica que muestra los incrementos en las temperaturas oceánicas.

Los investigadores aseguraron que esos efectos serán más catastróficos a medida que los océanos eleven más sus temperaturas. Las tormentas que provocan más lluvias y que son mas poderosas serán más comunes y las costas de todo el mundo se inundarán con mayor frecuencia. Los arrecifes de coral, cuyas poblaciones de peces son fuente de alimento para cientos de millones de personas, las que tendrán un menor aprovisionamiento, y es que se ha observado que en los últimos tres años ya han muerto una quinta parte de todos los corales existentes.

Según declaraciones de Kathryn Matthews, que es sub investigadora en jefe del grupo ecologista “Oceana”: “La capacidad de los océanos cálidos de producir alimento es mucho menor. Eso significa que estas poblaciones se aproximan con mayor rapidez a una inseguridad alimentaria”.

Los océanos son el mejor termómetro que tenemos para monitorear los cambios de la Tierra”, dijo Haufatherdesde principios de la década del año 2000, los investigadores han tomado datos sobre los niveles de calentamiento de los océanos con una red de flotadores llamadosArgo”, que miden la temperatura y la salinidad hasta a dos mil metros de profundidad y emiten la información vía satélite.

Antes de “Argo”, los investigadores dependían de sensores de temperatura que las embarcaciones introducían con alambre de cobre enel mar. El alambre transmitía la información del sensor al barco para hacer el registro hasta que el cable se rompía y entonces el sensor se perdía alejándose flotando a la deriva. No existía certeza sobre la profundidad a la que se había logrado la medición, dichas incertidumbres heredadas del sistema de medición pasado, ahora obstaculizan el trabajo actual de los científicos. Los intentos para correlacionar la información de las temperaturas obtenidas en el siglo veinte, son complicadas y generan similares incertidumbres en el registro histórico.



Fotografía que muestra la obtención de datos con la ayuda de la nueva herramienta “Argo”, tomada de Olivier Dugornay/ lFremer/ Argo Program.

En el nuevo análisis, Hausfather y sus colegas evaluaron tres estudios recientes que explicaban las tendencias mejor que los antiguos instrumentos. Los resultados coinciden en un cálculo del calentamiento del océano que era más elevado que el del reporte del 2014 de la ONU y que por tanto va más en línea con los datos de modelos climáticos.

Las aguas más cercanas a la superficie son las que más se han calentado y ese calentamiento se ha acelerado en las últimas dos décadas, de acuerdo con información deautor principal del nuevo estudio Lijing Chengprofesor asociado del “Instituto de Ciencias de la Atmósfera de Pekín”.

Conforme los océanos se calientan, los niveles del mar se elevan, pues el agua caliente ocupa una área mayor que el agua fría. De hecho, el aumento en el nivel del mar que se ha observado hasta ahora se debe, en gran medida, a este efecto de calentamiento y no al derretimiento de casquetes de hielo. De no existir cambios sustanciales en la esfera mundial tendente a reducir las emisiones de carbono, tan sólo el calentamiento mismo provocará que los niveles de los mares crezcan en aproximadamente treinta centímetros para el año 2100, y el deshielo contribuirá aún más al aumento. Eso podría exacerbar los daños ocasionados por la presencia de graves inundaciones y tormentas costeras.

Los efectos del calentamiento en la vida marina también podrían tener graves repercusiones, dijo Malin Pinsky: “Cuando el océano se calienta, los peces se ven obligados a migrar a otros lugares y ya estamos viendo que esto está generando conflictos entre países”, y agregó “No solo está enviando a los peces a otros lugares, está provocando guerras comerciales, se ha convertido en un conflicto humano, de corte diplomático.”



Fotografía de un arrecife de corales muerto y blanqueados cerca de Indonesia, tomado de Ethan Daniels/Stocktrek vía Science Source.

Para completar el esquema complejo que nos presenta la situación actual, el “Tropical Research InstituteSmithsonian, dio a conocer información sobre la acidificación del océano y los arrecifes.

Los aumento rápidos en la acidez de los océanos ponen a las algas coralina costrosas en una situación de crecimiento, según la investigación marina del Instituto.

La acidificación del océano es el experimento de química más grande del mundo. Se desarrolla en el setenta por ciento de la superficie del planeta y tiene el potencial de alterar profundamente los ecosistemas marinos globales. A veces denominado “el otro problema del CO2”, el primero es el calentamiento global y que es el más conocido.

La acidificación de los océanos ocurre a medida que el agua de mar absorbe dióxido de carbonoy reacciona químicamente con él. El aumento en la acidez resultante dificulta la capacidad de los animales, como los corales y los crustáceos, en sucapacidad para formar lo esqueletos duros hechos de carbonato de calcio que les resultan esenciales para su existencia.

Si bien se ha trabajado mucho en conocer los efectos de la acidificación sobre los corales, el destino de un organismo menos conocido puede ser tan o más crucial para el futuro de los arrecifes tropicales.

Bajo las brillantes luces “LED” fluorescentes en un laboratorio en la “Estación de Investigación Bocas del Toro” ubicado en la costa caribeña de Panamá, Maggie Johnson verifica la acidez del agua en tanques de plástico que albergan pequeñas colonias de arrecifes de crecimiento lento llamadas algas coralinas costrosas. El agua de los tanques imita las condiciones oceánicas futuras para abordar la interrogante de cómo, si esto organismos esenciales, que son cruciales para la construcción de arrecifes, se adaptarán a océanos cada vez más ácidos.

Las algas coralinas son un componente esencial para los sistemas de arrecifes tropicales. Cuando colonizan un área, proporcionan una superficie para que los corales crezcan y envían señales químicas que indican a las larvas de coral que se establezcan, lo que pone en marcha la construcción de un hábitat que proporciona viviendas para aproximadamente el 25 por ciento de las especies marinas del mundo. “Unen el arrecife. Desempeñan un papel ecológico importante, pero no sabemos mucho sobre cómo responden a los cambios en el medio ambiente.”, comentó Johnson, que es becaria postdoctoral de la red Smithsonian Marine GEO.


Fotografía que muestra el trabajo de Maggie Johnson y su carpa eremítica, el color amarillo, logrado a base de una tintura prueba la hermeticidad de la carpa. Smithsonian Tropical Research 

Maggie Johnson y sus colegas montaron una carpa eremítica como parte de su programa de investigación. Durante un período de 24 horas, una bomba automática extrae agua de la cámara para ayudar a medir los parámetros, incluida la velocidad a la que se calcifica el coral en el interior, o la construcción de su esqueleto duro.

"En su mayor parte, el pH futuro reduce las tasas de crecimiento coralino, lo que tiene serias implicaciones para los arrecifes de coral", comentó Johnson. Sus experimentos simulan cómo será la acidificación de los océanos en el 2100, si las emisiones de dióxido de carbono de la quema de combustibles fósiles continúan en el escenario habitual. La acidez del océano se habrá más que duplicado desde la Revolución Industrial.

Cambios pasados en el clima de la Tierra han resultado en mares más cálidos y ácidos que albergan arrecifes de coral saludables. Pero la tasa actual de cambio es nueva: este nivel de acidez no se ha registrado en el registro geológico desde hace unos 300 millones de años. "El problema no es tanto la acidificación, sino la velocidad a la que está sucediendo", comentó Johnson, quien también pone a los coralinos en condiciones de pH variable que pueden apuntar a una capacidad de adaptación. "Podemos encontrar diferentes poblaciones de coralinos que son más resistentes, pero el cambio está sucediendo tan rápido que muchos no podrán adaptarse".

Después de completar su Ph.D. en la “Institución de Oceanografía Scripps”, Maggie Johnson se unió al Smithsonian como becaria postdoctoral con el programa "MarineGEO". Realizó la primera fase de su investigación en la Estación de Investigación en Bocas Del Toro, en la costa caribeña de Panamá, donde combinó experimentos de laboratorio con más de cienhoras de investigación de campo bajo el agua.

Con un sistema de muestreo de agua de alta tecnología y un poco de ingenio, que involucra tuberías de PVC, láminas de plástico transparente, cadenas pesadas y bloques de hormigón, Johnson y su equipo midieron las tasas de crecimiento de los corales en recintos herméticos tipo carpa. Desplegaron placas de PVC alrededor de las lagunas de Bocas, que recuperarán más tarde en el 2018 para estudiar la vida diversa del arrecife que creció en las superficies artificiales. También estableció “transectos” (una técnica de observación y registo de datos) permanentes de 50 metros donde fotografió los mismos puntos en diferentes ocasiones y documentó un fuerte evento de decoloración de los corales en el 2017.

"De hecho, hemos visto algunos cambios bastante increíbles en algunos de los arrecifes de Bocas en el corto tiempo que he estado aquí", comentó Johnson. "El siguiente paso será regresar a esas parcelas seis meses después y ver cómo les fue a los corales después de ese evento de blanqueamiento. ¿Murieron? ¿Sobrevivieron? ¿Y qué pasó con esa parte del arrecife?

Además de lograr avances en la acidificación de los océanos, el trabajo de Johnson tiene como objetivo establecer datos de referencia para la red “MarineGEO”, en que los investigadores podrán construir por décadas en el futuro. Johnson ya ha aplicado algunos de sus protocolos a los sitios de “MarineGEO” en Florida, Belice y el Parque Nacional Coiba de Panamá, justo al otro lado del Istmo en el Pacífico.

"Maggie desarrolló un proyecto fantástico. Es conceptualmente interesante y relevante para las amenazas prácticas a los arrecifes", comentó Emmett Duffy, director de “MarineGEO”/ Tennenbaum Marine Observatories Network. "El trabajo que hace agrega un conjunto de herramientas únicas y potentes al kit de herramientas de MarineGEO".

Con esto percibimos la gran cantidad de variables que afectan la vida en nuestro planeta, las que se encuentran interconectadas en un mundo que apenas los humanos empezamos a mirar. Son sus macro efectos los que nos llevan a poner atención en asuntos que de otra forma, pasan normalmente inadvertidos.

Huracanes, tormentas de arenas del Sahara, elevación de la temperatura de los océanos, acidificación de los mares, y todos ellos afectando a las muy diversas especies que coexistimos.

Conocer las actividades que los científicos dedicados al trabajo en distintos campos y que conjuntamente nos abren, a las mayorías, la posibilidad de saber, conocer y entonces entender y considerar como serios los hechos que los especialistas pronostican, e incluso inferir sus posibles efectos y sus resultados en la vida humana, que a veces nos asustan tanto que decidimos ignorarlas. 

Una visita rápida a los mares, en especial al Atlántico, a sus misterios, a sus sorpresivos detalles y que en buena medida comparte con todos los mares de nuestro planeta.

El cambio climático, la acidificación de los mares, el calentamiento marino, la frecuencia de ciclones, su intensidad, es parte del siglo veintiuno. Una experiencia para nuestra especie, que como ya conocimos, si bien antes existieron situaciones similares, sus nuevas versiones difieren en puntos importantes y por tanto son de difícil pronóstico.

La historia recién comenzará, y lo emocionante es que somos parte de ello, lo ingrato es que no gustamos de modificar las prácticas establecidas y no se está pensando con mayor claridad sobre las implicaciones. Los esfuerzos individuales son importantes, pero, sólo la suma de miles de millones de ellos marcará la pauta.

La pregunta: ¿La sexta extinción masiva, ha llegado a la Tierra de la mano del Homo sapiens?

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