La Incógnita de la lagartija mexicana del Cretácico mexicano.

Elogro aquí descrito es resultado de un muy largo estudio realizado por varios científicos, entre ellos dos mexicanas que han de invocarse para tener un panorama más completo, a nuestros ojos poco acostumbrados estos asuntos sobre la forma en que la vida transcurrió hace millones de años, en el territorio que hoy ocupa México, pero bajo situaciones geográficas muy diferente a como le conocemos.

En la “Ciudad de México”, se publico que: Una lagartija mexicana del Cretácico con aparentes lazos taxonómicos con parientes asiáticos genera para los científicos mexicanos una desafiante incógnita que sigue abierta, pues en esa época los continentes americano y asiático ya se habían separado.

Recordemos que el Cretácico es el tercer y último capítulo del Mesozoico y que abarca de 251 millones de años hasta 66 millones de años. Consta de dos divisiones: Inferior o Temprano a partir de 251 y hasta 100.5 millones de años; y Superior o Tardío: de 100.5 hasta 66 millones de años. Y también que el super continente Pangea, agrupó a todas las tierras emergidas de los océanos hace 300 millones de años y comenzó su separación después de 100 millones de años, hasta llegar a la forma en que hoy se asientan las masas continentales conocidas por la humanidad, en ella, los animales terrestres podían, en teoría, emigrar libremente por todo el territorio.

"¿Cómo es posible que esté relacionado con el (conjunto de especies) asiático?", 

Preguntó entusiasmada la doctora Montellano Ballesteros la tarde del viernes pasado, 13 de septiembre, durante la charla “Los dinosaurios (y otra fauna cretácica) de México”, en el Aula Magna de El Colegio Nacional.

Esta, como muchas otras líneas de estudio iniciadas apenas en los últimos años, dan muestra del espectro de oportunidades que ofrece el campo de la paleobiología, como destacó Antonio Lazcano Araujo, miembro de El Colegio Nacional.

Los restos del “Dicothodon bajaensis”, la lagartija endémicafueron hallados en la formación El Gallo, en Baja California, por el equipo de investigación de la doctora Marisol Montellano Ballesteros, del Instituto de Geología de la UNAM, quién es bióloga y maestra por la facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, con doctorado en Paleontología por la Universidad de California en Berkeley.

Este lugar, hace 74 millones de años, estaba en el espacio continental de lo que actualmente es Baja California, la región era una tierra con muchas partes inundadas, donde convivían dinosaurios, tortugas, cocodrilos, lagartijas, peces y mamíferos.

Ahora el paso de los millones de años le han convertido en una gran “fiesta de huesos” para placer de los paleontólogos, que así es como lo han identificado.

En aquel entonces, el llamado “Mar Interior Occidental” dividía Norteamérica en dos grandes masas continentales: la occidental “Laramida” y la oriental “Apalachia”. 

Baja California formaba parte de la primera.


Mapa ilustrativo del Mar Interior Occidental o Mar del Cretácico, durante la mitad de dicho período.
By William A. Cobban and Kevin C. McKinney, USGS. (Image has been slightly modified by uploader to remove "CO" state designation.) De la web punto archive punto org web diagonal “20050115222718”, diagonal climbweb punto cr punto usgs punto gov diagonal research diagonal fossils diagonal ammonites punto html.


El lugar llamado “Fiesta de Huesos”, es uno de tantos micrositios fosilíferos, y se encuentra a unos siete kilómetros de El Rosario de Abajo, en la misma región donde está la formación “del Gallo”.

Ahí mismo , bajo la dirección de la doctora Montellano Ballesteros, la entonces estudiante Dalia García Alcántara, para su tesis de licenciatura en biología titulada “Microvertebrados cretácicos de la localidad Fiesta de Huesos, de El Rosario, Baja California, México”, realizó el trabajo de campo correspondiente.

Del sedimento recolectado en su capa fosilífera, conformada por lutitas y areniscas de grano fino, la bióloga universitaria recuperó, con ayuda del microscopio, pequeños huesos que dicen más que mil palabras.

“Entre ese material fosilífero se hallaronrestos de mandíbulas que pertenecieron a lagartijas y anfibios, tubérculos de caparazón de tortuga, unas pequeñas garras de dinosaurio y dientes de dinosaurios, mamíferos y cocodrilos”, informó.

Con base en la identificación de los dientes y fragmentos óseos, la bióloga Dalia García reconoció siete órdenes de vertebrados: “Anura” (ranas y sapos), “Squamata” (lagartijas), “Crocodylia” (cocodrilos), “Testudinae” (tortugas), “Ornithischia” (dinosaurios herbívoros pico de pato), “Saurischia( terópodos o dinosaurios carnívoros) y “Multituberculata(pequeños mamíferos).



Imagen de localización donde aflora la formación “Del Gallo” y mapa geológico del área del Rosario, con la ubicación del sitio ROS51 tomado del Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana. SciELO

Los rastros de vertebrados terrestres del Cretácico mexicano se hallan principalmente en el norte, explicó la doctora Montellano Ballesteros, invitada a esta charla del ciclo “Los viernes de la evolución, pues la mitad oriente del país estuvo durante casi todo ese periodo bajo un mar interior que separó a la zona norte del continente en dos grandes masas terrestres, por lo que “nuestro registro está lleno de fósiles de origen marino”, no solamente invertebrados sino vertebrados.

Pese a que la datación radio métrica de muchas zonas no es aún muy clara, explicó la doctora, se ha establecido que los ejemplares mexicanos encontrados pertenecen principalmente a la división más reciente del Cretácico inferior, el Albiano, y a las del Cretácico superior, más cercano a la actualidad y que son seis: 

Cenomaniano que va de 100.5 millones de años hasta 93.9 millones de años, sub período del Cretácico, la primera Edad de la Época del Cretácico Superior o Tardío. Turoniano: Segunda edad de la Época del Cretácico Superior o Tardío (93.9 millones de años hasta 89.8 millones de años).

Coniaciano: 89.8 hasta 86.3 millones de años, Santonniano: (86.3 hasta 83.6 millones de años), Campaniano: (83.6 hasta 72.1 millones de años) y Maastrichtiano: última edad del sub período del Cretácico Superior (72.1 millones de años a 66 millones de años).

El equipo de la doctora, nutrido y auxiliado por varios jóvenes investigadores que han realizado ahí proyectos de licenciatura y posgrado, lleva 14 años trabajando en la formación de “El Gallo”.



Los restos de “Dicothodon bajaensis” fueron hallados en la formación El Gallo, en Baja California. Los huesos en rojo son los que se han encontrado. Imágenes tomadas de triple w, punto Researchgate, punto net.

Ahí han hallado numerosos ejemplares del Cretácico mexicano, entre ellos no solo dinosaurios, sino también tortugas, cocodrilos, los primeros mamíferos del país y la misteriosa lagartija “Dicothodon bajaensis”, de cuyo esqueleto se han encontrado varios fragmentos.

El proyecto en “El Galloapunta a largo plazo a poner a prueba la hipótesis conocida como gradiente latitudinal biótica -la tendencia de la diversidad biológica a concentrarse en regiones tropicales-, pues la aportación de la pieza mexicana puede ser clave en el rompecabezas continental.

Finalmente la doctora Marisol Montellano, en su exposición, apuntó:

Las investigaciones paleobiológicas, además de tener un impulso apenas en ciernes, se enfrenta a problemas como la inseguridad en el país, pues los científicos han tenido que abandonar zonas ricas en fósiles ubicadas principalmente en el occidente y en el norte. Tal es el caso de Los Bonetes, en Michoacán, o la conocida como Formación Aguja, en Coahuila y Chihuahua.”


Fotografía de la ubicación de “Fiesta De Huesos”. Tomada de Gaceta UNAM Digital del lunes 17 de abril de 2017. Número 4,866.

La bióloga Dalia García Alcántara ha dicho: “Es importante continuar con los trabajos (en ese lugar). De este modo, podremos establecer no sólo la composición de su fauna, sino también de sus relaciones paleobiogeográficas con el resto de las faunas de Norteamérica.”

Se concluye que se enfrenta la situación actual del País, en cuanto a inseguridad, que, influye en todas las actividades humanas, y se observan los obstáculos al desarrollo de los proyectos de investigación que, los científicos nos informan en foros como el del Colegio Nacional y lamentablemente no tienen una difusión tan extensa como otras noticias.


Fotografía del lugar, que está ubicado a unos siete kilómetros de “El Rosario de Abajo”, en Baja California, fotografía de Dalia García Alcántara, tomada de “Gaceta UNAM” (mx).

Ni tampoco los recursos económicos suficientemente amplios y oportunos, para incrementar el número de participantes en estos proyectos que fortalecen la participación de los mexicanos en el mundo científico, que provee de nuevos conocimientos, nuevos puntos de vista y conclusiones sorprendentes comparadas con las clásicas teorías en boga.

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