Nuestra Juventud Extendida

Como he comentado en publicaciones anteriores, la normalidad en los procesos, por ejemplo biológicos, es lo que establece la continuidad en la naturaleza, el que todo se mantenga bajo los parámetros comunes, estabiliza la vida, sus conductas y pautas, en el medio ambiente.

Sin embargo, no siempre se mantiene estable el medio ambiente, ni tampoco es inflexible el cumplimiento de los estándares en los procesos biológicos de los organismos, hay una interconexión que empuja a que existan pequeños cambios, si bien, la mayoría de ellos se pierden, al corregirse los efectos que alguna mutación propicie, en algunos casos se convierten en el “proceso” de moda y se vuelve popular y muchos organismos siguen esos cambios hasta dejarlos instituidos como lo “normal”.

Un ejemplo clásico de estos asuntos de excepción, que se volvieron exitosos es el que se da en algunos vertebrados, encontramos específicamente en la especie de salamandra Ambystoma mexicanum, o ajolote; que la madurez sexual es llevada a cabo en lo que se considera la fase larval (en comparación con especies hermanas) y la metamorfosis del animal nunca es finalizada.

Ajolote imagen tomada de El País

Esto se debe a que la glándula hipófisis de este animal no secreta la hormona “tirotrofina”, necesaria para activar la síntesis de triyodotironina, en las glándulas tiroideas. Cuando a los ajolotes se les inyecta “tirotrofina”, la salamandra completa la metamorfosis hasta el estado adulto, situación que no es observable en la naturaleza.

A este extraño comportamiento se le ha denominado “neotenía”.

Neotenía: (Del griego neo-, ‘joven’, y teinein-, ‘extenderse’); es uno de los procesos de heterocronía” que se caracteriza por la conservación del estadio juvenil en el organismo adulto en comparación con su ancestro u organismos cercanamente emparentados, debido a un retraso pronunciado del ritmo de desarrollo corporal en relación con el desarrollo de las células germinales y órganos reproductores, que se lleva a cabo normalmente.

En la “salamandra tigre” (Ambystoma tigrinum), nativa de Norteamérica, la metamorfosis a fase adulta es desencadenada por influencia medioambiental, donde la temperatura determina los aspectos metamórficos finales. En regiones frías en las lagunas de las Montañas Rocallosas, las gónadas y células germinales maduran mientras que los tejidos somáticos son mantenidos en la fase larval; mientras que en regiones más cálidas el estadio larval es transitorio, finalizando en una salamandra adulta de vida terrestre.

La Neotenía es estudiada como parte de la “Biología del Desarrollo”, ahora bien, la “heterocronía” es parte de esta biología, y se refiere a todos los cambios que experimentan los organismos en cuanto al ritmo de los procesos ontogenéticos que ocasionan las transformaciones de su forma y tamaño.

Distingue sus dos campos de estudio, primero: principio y final del proceso, y segundo: el ritmo en el que éste se produce.

El biólogo evolutivo, divulgador e historiador de la ciencia Stephen Jay Gould (1941 - 2002), escribió en 1977:

“por medio del retraso en el desarrollo de las estructuras somáticas, la neotenía posibilita que el organismo escape de sus formas adultas altamente especializadas y regrese a la labilidad del joven, preparándose para nuevas direcciones evolutivas”.

Un animal adulto, pierde muchas de las características que tuvo en las etapas previas, debido al propio diseño del organismo.

El primero en utilizar el término “Neotenía” fue Arthur Kollmann (1858 -1941) en 1885, estudioso de las huellas dactilares, encontró en el desarrollo fetal, las crestas de fricción” y “las almohadillas volares” y con ello identificó, la formación de la mano en el feto humano.

Una de las hipótesis vigentes sobre el origen de las formas vertebradas se explica por un proceso neoténico.

Los vertebrados tienen un ancestro común con los tunicados o urocordados (animales con cola).

Hay casi dos mil ochocientas especies, todas marinas y se llaman de esa manera debido a que la pared de su cuerpo segrega una sustancia celulósica llamada “tunicina” que forma una especie de cubierta (túnica), las larvas que son nadadoras poseen una cola con notocorda, que pierden para la etapa adulta.

Los tunicados modernos son organismos marinos filtradores como la ascidia. Aunque estos son sésiles (esto es que, carecen de un órgano que les sirva de pie o soporte) en su forma adulta al alcanzar la madurez sexual, el desarrollo de los tunicados pasa por una fase larval de vida libre con capacidad motriz.

Ascidia imagen tomada de Galipedia

El desarrollo de la madurez sexual antes de la metamorfosis larval (neotenia), debido a una mutación genética en algún momento evolutivo, constituye un primer paso hacia formas pelágicas motiles. Además este primer carácter apomórfico puede engendrar la base de desarrollos evolutivos posteriores hacia una consolidación de los elementos esqueléticos y motores que aparecen en los vertebrados.

Esta hipótesis implica que el ancestro hipotético común sea sésil (como los tunicados actuales); la hipótesis alternativa -que sostiene que el carácter sésil de los tunicados actuales sea una apomorfia es, sin embargo, posible.

Entre los humanos también observamos rasgos neoténicos en relación con los grandes simios. Por ejemplo, el cráneo redondeado y elevado, con la cara proporcionalmente pequeña y el hocico no protuberante.

Stephen Jay Gould ha sido uno de los principales defensores de la tesis que sostiene que los humanos son especies neoténicas en comparación con sus parientes cercanos. Ello permite, al humano, seguir aprendiendo y adquiriendo nuevos hábitos durante toda o casi toda nuestra vida.

Por su parte, el etólogo y antropólogo Desmond Morris ha relacionado ciertas sensaciones gozosas de adultos de nuestra especie, el sentirse protegidos o queridos, con la neotenia (The Nature of Happiness, 2004).

Patricia Tezanos. Madrileña nacida en 1989, es Sicóloga especializada en Neurociencia, nos dice al respecto: La neotenia: es un defecto que permitió al humano tener un encéfalo más grande. La neotenia es un fenómeno que en antropología describe la retención de las características de los individuos inmaduros (jóvenes) durante más tiempo y más allá de la madurez sexual.

Se considera que uno de los aspectos que contribuyó a nuestra especiación fue la neotenía o nuestra capacidad para retener nuestras características de niño durante más tiempo y el desarrollo del encéfalo que ello permite.

Por supuesto, esta retención no es un acto de voluntad por nuestra parte sino, como siempre, de mutación genética. Un cambio en nuestro ADN nos permitió un periodo de desarrollo postnatal más largo: un cráneo con características juveniles más tiempo, una proliferación celular más prolongada y capacidad durante más años de variabilidad (plasticidad neuronal) y desarrollo del encéfalo.

Este “defecto”, este “retraso” en nuestro desarrollo, permitió a nuestro cuerpo “dedicar más tiempo” a “crear” encéfalo y a configurarlo tal y como lo conocemos hoy en día: el encéfalo más desarrollado de todas las especies. Y con él, todas sus útiles consecuencias: lenguaje, mayor capacidad de gestión social, mayor variabilidad de comportamientos, etc.

Al observar el cráneo de un chimpancé joven, encontramos que se parece extraordinariamente a un cráneo humano, tanto al adulto como al joven. Por otro lado un cráneo de chimpancé adulto es considerablemente diferente al de un cráneo de chimpancé joven y al de un humano a cualquier edad.

Cría y Hembra Adulta de Bonobo imagen tomada de Biobalears

Esta diferencia con nuestros ancestros es por lo que se considera el fenómeno de neotenia a la hora de explicar el origen de nuestra especie.

Si comparamos a los humanos con otros homínidos, vemos que nuestro desarrollo hasta la fase adulta es bastante más largo (aproximadamente hasta los 23 años los humanos no desarrollan las características del adulto), además, conservamos muchas de las características que otros primates pierden al alcanzar la madurez como, por ejemplo, la dentadura no prominente o que, al contrario de nuestros parientes evolutivos los grandes primates, conservamos la misma estructura ósea que tenemos desde niños.

A nivel del cerebro también podemos observar esta neotenia, muchos adultos mantienen su ánimo juguetón y otros comportamientos infantiles.

Además, la evolución en humanos, parece ser favorable a este fenómeno. Las mujeres se consideran más atractivas cuanta mayor neotenía muestren, algunas características que evidencian esto es el atractivo en la ausencia de vello corporal (rasgo claramente neoténico) o que, como todos sabemos, el aspecto juvenil de una mujer se considere más atractivo.

¿A qué puede deberse esto? Los primates, una vez alcanzan la edad adulta, son prácticamente incapaces de aprender. Los seres humanos, sin embargo, somos capaces de seguir aprendiendo durante todo nuestro ciclo vital (quizás gracias a esta neotenia).

La evolución ha ido prolongando en los humanos el tiempo para desarrollar el cuerpo y la mente, con la finalidad, quizás, de que tengamos más tiempo para adquirir y transmitir nuestros conocimientos en forma de “memes”, como diría Richard Dawkins (26 marzo 1941), generando una evolución tecnológica paralela a la evolución biológica, más rápida y eficaz que esta.

Así que, en este 2018, quedamos con el adelanto en la investigación de la vida, se ha fortalecido una nueva ciencia: la Biología del Desarrollo, que trata, entre otros aspectos, de los procesos y mecanismos por los que una única célula, el oocito fertilizado, da lugar a un organismo completo, formado en el caso de los mamíferos por billones de células de ciento de tipos distintos.

Y aporta datos fríos: Cada ser humano es la unión de más de 30 billones de células, que caminan, hablan, piensan y aprenden, y todo empieza siempre con una sola célula.

La biología del desarrollo ha vivido una época dorada en el último cuarto del siglo XX, en gran media gracias a los avances en biología molecular y al uso de la genética en organismos modelo.

Sin embargo, en los primeros años del siglo actual y con la generación de una cantidad masiva de datos en la biología, debido al avance tecnológico ha propiciado que la Biología del Desarrollo se enfrente a nuevas metas.

Por ejemplo con los avances tecnológicos, ha sido posible que los proyectos “genoma” hayan entrado a una nueva fase, tras el logro histórico de secuenciar el genoma humano, así como la posibilidad de ampliar el actual dato de cincuenta genomas de otras tantas especies.

Igualmente, la esperanza terapéutica de la medicina regenerativa ha renovado el interés por las células madre, cuya descripción y estudio se halla en la base de la biología del desarrollo.

No bastará ampliar el número de datos que poseemos, es preciso analizar estos mediante técnicas cuantitativas y estadísticas, en lo que se ha llamado “Biología de Sistemas”. Al componente genético y bioquímico, hay que añadir el físico, teniendo en cuenta las fuerzas que ocurren sobre las células y como éstas determinan su comportamiento.

Neotenía parece que esto apenas comienza...


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