Actualmente se estima que al menos veinte millones de mexicanos sufren padecimientos por trastornos mentales..La situación en el mundo es similar.
Para la gran mayoría de la sociedad una persona con una enfermedad mental es una loca y una marginada social, pero estos son estereotipos que no debieran convertirse en realidad y que lamentablemente se mantienen vigentes. Las personas que sufren algún tipo de trastorno mental no tienen porqué esconderse, y dejar en consecuencia de atenderse como es debido. La estigmatización hacia las personas con trastornos mentales es un hecho constatado basado en un proceso de categorización social influido por la propagación de creencias estereotípicas y con raigambre sociocultural, las personas con trastornos mentales representan un colectivo al que se dirige cierto rechazo social, de modo que han estado ligadas a un proceso de estigmatización, así como a conductas negativas y prejuicios, se encuentra que existe el nivel internalizado, el cual suele ser denominado auto-estigma y se refiere a los estereotipos y prejuicios que los posibles afectados por trastornos mentales tienen hacia sí mismos y que suele causar autoestima y auto-eficacia bajas. Todo lo anterior redunda en una falta de atención a un problema que indique la necesidad de atención médica con personal calificado. Ir a recibir terapia psicológica es únicamente necesaria para quien presenta locura, no hay otra posible visión, lo que hace que la gente que padece por ejemplo, ansiedad o depresión, le ignore.
Trabajadores, en la Riviera Maya, posiblemente afectados por el estrés que producen las emergencias que atienden. Fotografía Cuartoscuro / Archivo.
Un trastorno mental es una alteración clínicamente significativa de la cognición, la regulación de las emociones o el comportamiento de un individuo. Por lo general, va asociado a angustia o a discapacidad funcional en otras áreas importantes. Hay muchos tipos diferentes de trastornos mentales. También se pueden denominan problemas de salud mental, aunque este último término es más amplio y abarca: los trastornos mentales, las discapacidades psicosociales y otros estados mentales asociados a una angustia considerable, discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva.
Esta nota descriptiva se centra en los trastornos mentales según se describen en la Undécima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
En el año 2019, previo a la pandemia de Covid-19, una de cada ocho personas en el mundo, lo que equivaldría a 970 millones de personas, padecían un trastorno mental. Los más comunes de estos son: la ansiedad y los trastornos depresivos, que a partir del año siguiente aumentaron considerablemente, como un efecto social emanado de la pandemia ya referida.
Las estimaciones iniciales, mostraron un aumento del 26% y el 28% de la ansiedad y los trastornos depresivos graves, respectivamente, en solo un año. Aunque existen opciones eficaces de prevención y tratamiento, la mayoría de las personas que padecen trastornos mentales no tienen acceso a una atención efectiva. Además, muchos sufren estigma, discriminación y violaciones de los derechos humanos.
En el año 2019, 301 millones de personas sufrieron un trastorno de ansiedad, se estima que de ellos, 58 millones fueron niños y adolescentes. Los trastornos de ansiedad se caracterizan por un miedo y una preocupación excesivos y por trastornos del comportamiento conexos. Los síntomas son lo suficientemente graves como para provocar una angustia o una discapacidad funcional importantes. Existen varios tipos diferentes: trastorno de ansiedad generalizada, caracterizado por una preocupación excesiva, trastorno de pánico, que se caracteriza por ataques de pánico, trastorno de ansiedad social, con miedo y preocupación excesivos en situaciones sociales, trastorno de ansiedad de separación, que es el miedo excesivo o la ansiedad ante la separación de aquellos individuos con quienes la persona tiene un vínculo emocional profundo, etc. Para todos ellos existe un tratamiento psicológico eficaz, y dependiendo de la edad y la gravedad, y también se puede considerar la medicación.
En ese mismo año, 2019, se estimó que 280 millones de personas padecieron depresión, de ellos 23 millones correspondieron a niños y adolescentes. La depresión es distinta de las alteraciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido, que involucra: tristeza, irritabilidad, sensación de vacío o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, esto ocurre, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas.
Concurren varios otros síntomas, dependiendo de la intensidad ocurrida, como son: dificultad de concentración, sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía. Las personas que padecen depresión tienen un mayor riesgo de cometer suicidio. Sin embargo, existe un tratamiento psicológico eficaz, y dependiendo de la edad y la gravedad, se puede considerar la medicación.
La mitad de los adultos que tienen algún trastorno mental, como depresión o ansiedad, entre otros, lo desarrollaron durante la infancia o adolescencia sin recibir diagnóstico ni tratamiento, mientras 30% de los pacientes que se encuentran en los hospitales generales por otro padecimiento requieren servicios de salud mental, pero no los reciben porque no los hay o por el estigma que prevalece en la sociedad, incluido entre el personal de salud.
También existen una variedad de alteraciones referidas a: trastornos de comportamiento disruptivo y disocial. trastornos alimentarios, estrés postraumático, y los casos de bipolaridad, esquizofrenia, así como los trastornos del neurodesarrollo.
Se conoce que existe un conjunto diverso de factores individuales, familiares, comunitarios y estructurales que, en conjunto, protegen o socavan la salud mental. Aunque la mayoría de las personas son resilientes, quienes están expuestos a circunstancias adversas, como la pobreza, la violencia, la discapacidad y la desigualdad, corren un mayor riesgo. Entre los factores de protección y de riesgo se cuentan factores psicológicos y biológicos individuales, como las habilidades emocionales y la genética. Aunque muchos de esos factores se ven influidos por cambios en la estructura o la actividad del cerebro.
En México, la directora de la Facultad de Sicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), María Elena Medina Mora, explicó en una conferencia organizada por el laboratorio Lundbeck con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora el 10 de octubre, que alrededor de vente millones de mexicanos viven con algún trastorno mental, con frecuencia asociado a antecedentes de violencia, abandono y condiciones de pobreza.
La especialista comentó los resultados de diversas investigaciones que han revelado, entre otros datos, que la edad de 15 años es la de mayor riesgo para el desarrollo de trastornos y el uso de drogas.
La doctora Medina Mora destacó que además del estigma y la discriminación, con mucha frecuencia los afectados no saben cómo pedir ayuda. Por eso, planteó, en las escuelas, como parte de las enseñanza de habilidades para la vida, se debe orientar a los alumnos este tema. Es posible prevenir estos problemas y en su caso identificarlos de manera oportuna.
Otros hallazgos tienen que ver con los factores de riesgo asociados al desarrollo de trastornos mentales. Los individuos con mayor probabilidad de presentarlos son aquellos que en la infancia fueron víctimas o testigos de violencia, abandono, violación y pobreza.
Sobre esta última circunstancia, la especialista resaltó que el riesgo aumenta cuando las personas viven en zonas sin urbanizar o donde se vende droga en la calle. Por eso, dijo, en el control de los padecimientos es muy importante el acceso a los servicios de salud y a los medicamentos, pero también el entorno de los pacientes.
En lo que se refiere a los servicios de salud, mencionó que se requiere una reingeniería para que los médicos de primer contacto tengan la capacidad de identificar a los afectados y que en los hospitales existan áreas especializadas, como las hay para el resto de enfermedades.
Y puntualizó: "Los casos graves deben seguir atendiéndose en los institutos y hospitales psiquiátricos".
Y en otro foro dedicado a la búsqueda de atención a esta situación que atañe a una gran cantidad de mexicanos, la Organización Mundial de la Salud (OMS), informó que en el mundo padecen trastorno mental alrededor del 15% de adultos en edad laboral.
Es por ello que en búsqueda de contar con opciones para la atención de estas situaciones la Universidad Iberoamericana (Uia), puso en marcha el "Observatorio de Salud Mental, Laboral y Ocupacional", cuyo objetivo es el de buscar generar conocimiento y recopilar las investigaciones que hay al respecto en otras instituciones educativas nacionales y extranjeras, para generar políticas públicas, para su atención por parte de las empresas privadas y el sector salud, para lo cual se buscará, se sumen otras instituciones académicas nacionales y extranjeras.
La directora del Departamento de Sicología de esa Universidad, la doctora Sandra Montes de Oca, indicó que con ellos colaboraron en este proyecto: la Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
Resaltó que la creación del "Observatorio“ tiene que ver con toda la prevalencia de trastornos mentales que están relacionados con el trabajo, como por ejemplo, el estrés, la ansiedad, la depresión que afectan a un 30% de los trabajadores, según datos obtenidos de una fuente tan autorizada cono lo es la (OMS).
Detalló la investigadora, que la misma (OMS) presenta cifras que indican que aproximadamente el 15% de las personas adultas en edad laboral, padecen algún tipo de trastorno mental, que repercute tanto en su bienestar, como en su productividad. Y la Organización Mundial del trabajo (OIT), recalcó, sugiere que un ambiente de trabajo saludable, con políticas claras de apoyo a la salud mental puede aumentar la productividad hasta en un 20%.
La especialista de la (Uia) refirió además que datos, a nivel mundial, de las Organizaciones (OMS) y (OIT) señalan que por padecimientos de depresión y ansiedad: “De los problemas más comunes en el trabajo, alrededor del 15% de los adultos, causan la pérdida de doce mil millones de días laborales al año, lo que equivale a la pérdida de un billón de dólares en la productividad a nivel global”.
Las personas con trastornos mentales tienden al ocultamiento de su enfermedad, lo cual produce a nivel cognitivo un efecto rebote consistente en que el paciente piense todo el día en su enfermedad. Los pacientes no se sienten cómodos compartiendo su enfermedad con superiores, compañeros y demás personas, lo cual puede definirse como estigma anticipatorio, es decir, dan por hecho que van a ser despreciados por su enfermedad y anticipan vivencias de rechazo social. Por otra parte, no solo las personas con enfermedad mental sufren estigma, sino que este se extiende a su entorno más cercano, la familia, que puede ser víctima también de la exclusión y rechazo.
El reconocimiento de la diversidad que las mentes humanas presentan abrirá las posibilidades de una mejor atención, de reconocer que aunque presentemos diferencias, estas no deben representar motivos de segregación ni de discriminación. La normalidad que conceptualmente manejan las sociedades humanas deberían ser mucho más amplias, la tolerancia a lo distinto, permitirá crecer a la humanidad.
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