La versión cactual de la ciencia se ha vuelto subversiva. Los dos ejemplos más notables son el "Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático" (IPCC) creado en 1988 para facilitar evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el Cambio o Caos Climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta; y el "Laboratorio de Desigualdad Mundial", de París, Francia, centro de investigación internacional económica y social, fundado y dirigido por Thomas Piketty, que reúne el trabajo de más de cien investigadores de casi setenta países, y que publica una impresionante base de datos y un informe sobre desigualdad social.
Fotografía del Bosque Lluvioso de Gondwana. Tomada de la página Sobre Australia com.
Esta nueva ciencia ha dejado al descubierto dos realidades de la modernidad industrial, tecnocrática, capitalista y patriarcal: el desequilibrio ecológico de escala global representada por la crisis o caos climáticos y la mayor desigualdad social de toda la historia de la humanidad.
En México, el sistema de universidades públicas federales, estatales y tecnológicas, que no ha dejado de crecer en las últimas décadas, y varias privadas como las universidades iberoamericanas, no han sido ajenas a esta nueva corriente de la ciencia. El número creciente de estudios sobre el tema alimentario deja claro que el interés es fuerte.
En el país existen tres maneras de producir alimentos: la tradicional o campesina, la moderna o agroindustrial y la agroecológica.
En el actual debate diplomático sobre la entrada del maíz transgénico y su agente cancerígeno, el glifosato, se infiere que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá en realidad responden a los intereses de las cinco mayores corporaciones alimentarias del mundo.
Los gobiernos referidos defienden un proyecto agroindustrial de producción de alimentos basado en el agronegocio, el monocultivo, la contaminación genética y química, el acaparamiento y sobrexplotación del agua, la petroagricultura y el caos climáticoL, pues entre el veinte cinco y treinta por ciento de los gases de efecto invernadero provienen de este modelo.
El glifosato es el principio activo de numerosos herbicidas comerciales. Se conoce que fue sintetizado por primera vez en los años cincuenta del siglo Veinte, y actualmenteno fue hasta 1970 cuando John E. Franz (nacido el 21 diciembre 1929), un químico de la empresa Monsanto, descubrió sus efectos herbicidas. Con el nombre de Roundup, empezó a comercializarse en 1974. Monsanto, actualmente es propiedad del grupo alemán Bayer. Se argumentó originalmente que tiene una vida media muy corta, 22 días, antes de biodegradarse en sustancias no tóxicas. Lo que haría difícil que sus efectos acumulativos tuviesen un impacto significativo a medio y largo plazo. Y aunque como es evidente, su uso intensivo tiene efectos sobre el entorno en el que se aplican, no serían propiamente tóxicos.
Se ha dicho por parte de los defensores e impulsores de su uso que el glifosato permite a los productores agrícolas reducir o eliminar la labranza. Esto hace que el material orgánico, los nutrientes y los insectos beneficiosos se acumulen en el suelo. También sirve para reducir la erosión y las escorrentías, y mantiene la humedad de la tierra disponible para los cultivos. Hoy por hoy, la prohibición del glifosato tendría como consecuencia directa el encarecimiento de la comida.
El éxito de Roundup llegó a partir de 1994-96 cuando la misma Monsanto empezó a comercializar plantas genéticamente modificadas inmunes al efecto del glifosato. Esto permitía utilizar intensivamente el herbicida para eliminar las malas hierbas sin afectar el cultivo principal. Evidentemente, aunque tardó unos años, el uso del producto despegó de forma brutal. La última patente comercial de Monsanto acabó en el año 2000, con lo que empezaron a aparecer genéricos que hicieron aún más competitivo el uso de estas sustancias.
Se conocen de casos resueltos en el campo legal, por ejemplo, en el proceso iniciado en Estados Unidos por un jubilado enfermo de un cáncer que atribuye al uso del herbicida Roundup, así, la empresa Monsanto ha tenido que pagar cientos de miles de millones de dólares por daños punitivos y arreglos en más de cien mil juicios en ese mismo país, en los que el glifosato fue relacionado con el desarrollo de cáncer, además de multas millonarias por publicidad engañosa, al aseverar que era biodegradable. Lo que explica la razón por la que la empresa salió de los Estados Unidos y la adquirió Bayer, de origen alemán, en septiembre del año 2016, lo que ha generado grandes descalabros a la empresa alemana.
El Consejo Nacional de Ciencias, Humanidades y Tecnologías (CONAHCYT), ha publicado en su página:
"El glifosato es el herbicida más usado en todo el mundo; fue introducido al mercado por la empresa Monsanto en 1974 con su formulación más conocida, el Roundup®. En 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasificó como probable carcinógeno para humanos (Grupo 2A), después de revisar cerca de 1,000 estudios científicos, y demostró que este herbicida puede operar a través de dos características: genotoxicidad, daño en el Ácido Desoxirribonucleico (ADN) y estrés oxidativo (daño celular por la presencia de radicales libres). En 2019 el Departamento de Salud del gobierno de los Estados Unidos publicó un perfil toxicológico del glifosato que coincide con el reporte publicado por la (OMS). En 2020 se publicó la 5a edición de la Antología toxicológica del glifosato, que integra 1,108 investigaciones científicas sobre los efectos del glifosato en la salud y el ambiente.
Su uso se incrementó 1,500% a partir de 1996 con la comercialización y siembra de maíz, algodón y soya, genéticamente modificados (GM), tolerantes al glifosato, es decir, que no mueren al aplicarles el herbicida.
Actualmente, cerca de 50% del uso global de glifosato en la agricultura se destina a cultivos transgénicos. La expansión de los cultivos (GM) ha aumentado 113 veces en volumen desde el año 1996.
A nivel internacional hay 526 registros de eventos transgénicos. Destacan: maíz (45%), algodón (12.7%), papa (9.3%), canola (88.8%) y soya (7.8%). Además, hay transgénicos de: jitomate, frijol, calabaza, alfalfa, limón, pimiento morrón (la misma especie del chile), arroz, trigo, berenjena, papaya, melón, piña, ciruela, manzana, achicoria, betabel, linaza, caña de azúcar, pasto, flores, como la rosa, el clavel y la petunia, tabaco y eucalipto.
En esos cultivos (GM) existen diferentes tipos de modificaciones genéticas, entre las que destacan dos: los tolerantes a herbicidas (como glifosato, glufosinato, 2,4-D y dicamba), con una frecuencia de 70%, y los Bt, que son resistentes a insectos (producen toxinas con acción insecticida; principalmente mariposas y polillas –lepidópteros–, escarabajos –coleópteros–, hormigas, abejas y avispas –himenópteros–, y moscas –dípteros–). De los tolerantes a herbicidas, la mayoría (63%) son tolerantes al glifosato.
En México no hay cifras precisas sobre el volumen de plaguicidas aplicados, pero hay reportes que indican que el glifosato se utiliza en la agricultura industrial en cantidades de 1.5 a 4.3 kg/ha.
En nuestro país, las licencias para realizar actividades con Organismos Genéticamente Modificados (OGM) se dividen en:
1. Permisos para la liberación al ambiente (p.ej. siembra).
2. Autorizacionesparausooconsumo humano y animal (comercialización). 3. Avisos de utilización confinada
(investigación y usos industriales).
Todos los eventos que cuentan con permiso y/o autorización pueden ser importados al país.
La mayor proporción de las importaciones de maíz, algodón y soya de nuestro país provienen de Estados Unidos. En el caso del maíz, México importa principalmente maíz amarillo, producto en el que no es autosuficiente, por lo que casi su totalidad proviene de EE.UU. (95%); las importaciones de maíz amarillo en 2018/2019 fueron de 15,582 millones de toneladas, mientras que en 2019/2020 ascendieron a 15,780 millones de toneladas.
En Estados Unidos el modelo agrícola se ha transformado drásticamente desde la introducción del glifosato y de los cultivos (GM). En ese país se ha utilizado 19% del volumen global del glifosato, y cerca de 90% de su superficie agrícola de maíz, soya y algodón son transgénicos tolerantes a herbicidas.
Al ser el herbicida más utilizado en el mundo, la exposición humana al glifosato es sumamente frecuente y ocurre de manera cotidiana en poblaciones rurales y urbanas.
El glifosato ácido, cuyo nombre sistemático es N-fosfonometil-glicina, es un sólido cristalino incoloro y sin olor. Es altamente soluble en agua.
La actividad herbicida del glifosato se basa en el bloqueo de la vía enzimática del shikimato, relacionada con la biosíntesis de aminoácidos esenciales. Al no producirse estos aminoácidos, se detiene la síntesis de proteínas en las células vegetales, con lo que el crecimiento de la planta cesa hasta que muere.
Los herbicidas hechos a base de glifosato incluyen otros ingredientes, como los surfactantes, que también son tóxicos y pueden generar efectos sinérgicos.
Por ejemplo, la "polioxietil-amina" (POEA) es el compuesto que más se utiliza como surfactante y está demostrado que puede aumentar la toxicidad o la absorción del glifosato en las células humanas y generar síntomas más severos.
Además, el principal producto de degradación del glifosato es el ácido aminometilfosfónico (AMPA), que tiene una mayor persistencia y movilidad en los cuerpos de agua y en suelos, y también se ha demostrado que tiene efectos perniciosos sobre la salud y el ambiente.
El glifosato posee una potente actividad quelante sobre cationes que limitan su biodisponibilidad. Debido a que muchos de estos iones son cofactores esenciales de enzimas que intervienen en procesos biológicos, el efecto quelante puede generar afectaciones en las plantas que son rociadas con el herbicida y en los organismos que las consumen.
En 2017 fue publicado un estudio que demostró la presencia de transgénicos y glifosato en varios alimentos hechos a base de maíz, de alta demanda y de fácil acceso. Los productos analizados fueron: tortillas, harinas, totopos, cereales para el desayuno y botanas. Se detectaron transgénicos en 82% de todos los alimentos, además 30% de las muestras con eventos transgénicos contenían residuos de glifosato y (AMPA). El 60% de las muestras con transgenes tenían el evento de maíz (GM) tolerante al glifosato NK603.
En 2018 se publicó un informe sobre el monitoreo de la presencia de secuencias transgénicas en cultivos de maíz en Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Veracruz y Chiapas. Se analizaron 1,580 muestras de variedades de maíz nativo y se detectó la presencia de transgenes en 8%. Uno de los eventos transgénicos más recurrente fue NK603.
Esta situación se verá dictaminada de nuevo en las negociaciones del tratado de libre comercio, con U.S. A. y Canadá, las dos corrientes contrarias, se enfrentaran de nuevo.
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