Comunicación celular en organismos multicelulares.
Uno de los grandes pasos en la evolución de la vida en nuestro planeta fue el paso de los seres unicelulares a la multicelularidad. Remontemos todo al inicio, o lo que a la fecha se teoriza fue ese inicio y el modo en que ello ocurrió.
Concentrémonos en dos cuestiones básicas:
¿Cómo se genera un organismo multicelular? y
¿Qué ventajas aporta ser multicelular?.
La formación de un organismo multicelular puede seguir dos caminos, dicta la teoría: clonal o agregativo. La multicelularidad clonal resulta de una división celular incompleta, en la que las células hijas no se separan. Por otra parte, la multicelularidad agregativa se obtiene mediante la unión de diferentes células genéticamente distintas.
Imagen Colonia celular. Tomada de la página Biología La Güia2000.com
La mayoría de los organismos multicelulares se generan por división clonal. El caso agregativo es minoritario y facultativo; suele darse solo en algunas fases del ciclo biológico de la especie.
La transición de formas de vida unicelulares a multicelulares ha ocurrido en más de una ocasión a lo largo de la evolución. Diversos grupos, como son: las plantas, las algas marrones, los hongos y los animales han adquirido estilos de vida multicelulares de forma independiente y convergente.
La aparición de los animales representó un paso evolutivo clave en la historia de la vida. El desarrollo embrionario y todas las funciones que requiere la vida multicelular se hallan conservados en todos los animales, desde las esponjas a los humanos.
La secuenciación de los genomas de las especies unicelulares más cercanas a los animales ha revelado que estas ya contenían muchos de los genes necesarios para la multicelularidad. Estos habrían sido reutilizados para nuevas funciones multicelulares en el ancestro común de todos los animales.
Estos cambios debieron también asociar métodos de vida, los cambios no se presentan en forma aislada, son la convergencia de diversos factores, la conjugación de variantes, lo que hace complejos los resultados que se presentan.
Quizás lo des por sentado, pero el hecho de que tu organismo multicelular (alrededor de treinta billones de células que te forman), pueda estar leyendo este artículo al mismo tiempo que respira, digiere el desayuno y se regeneran sus tejidos, no es algo trivial. De hecho, es el resultado de una de las transiciones evolutivas más importantes de la historia de la vida: la aparición de la multicelularidad. Esta división del trabajo celular constituye una capacidad exclusiva de los organismos multicelulares, ausente en los unicelulares. De entre todos los grupos de organismos que poseen más de una célula, en ninguno la multicelularidad exhibe el nivel de complejidad que observamos en los animales. Gracias a este progreso evolutivo, estos se diversificaron dando lugar a una fascinante variedad de formas corporales, actuales y extintas.
A pesar de la importancia de esa transición, poco se conoce sobre los mecanismos evolutivos, moleculares o ambos que permitieron la aparición de los animales a partir de sus ancestros unicelulares. Descifrar el modo en que pudo pasarse de un organismo unicelular al primer animal multicelular resulta vital para comprender el proceso de aparición de la multicelularidad, así como para ahondar en la evolución de las especies animales —incluida la nuestra— y averiguar el origen de muchos de los genes claves para el desarrollo animal. Lo diferente en estas nuevas circunstancias es el cambio de enfoque, uno basado en la comparación genómica de nuestros parientes unicelulares más cercanos, y ello está arrojando nueva luz sobre esta cuestión. Si bien nos sorprende, en la medida que vamos apartándonos de estrecho pensamiento de la existencia de un sendero único, que nos lleva a buscar a los eslabones perdidos, en cada paso evolutivo, saben los biólogos e investigadores que estos ancestros contaban ya con buena parte de los genes implicados en la multicelularidad y el desarrollo animal. Dicho de otro modo, ya estaban genéticamente preparados para dar el gran salto. Asimismo, el estudio de estos organismos también ha permitido desentrañar los principales procesos moleculares, la bioquímica, que hicieron posible esta transformación evolutiva.
"Sphaeroforma arctica". Es una célula eucariota con un posición radicalmente importante, un pivote, en el árbol de la vida. [Fotografía cortesía de I. Ruiz Trillo, A. de Mendoza y A. Sebé-Pedrós, para la página Investigación y Ciencia]
Los mesomicetozoos (Mesomycetozoea) o ictiospóreos (Ichthyosporea) son un pequeño grupo de "protistas", actualmente la mayoría, cincuenta especies en este grupo, organizadas en dos órdenes y unos veinte géneros, son parásitos de peces, mamíferos, incluidos los humanos, ello nos lleva a asomarnos a la posibilidad de que la "Naturaleza", sustentada en una fórmula que resulta positivamente adecuada, la repite en varias versiones, como en las obras de arte humanas.
Y lo trascendente es que el ictiospóreo "Sphaeroforma arctica", una especie unicelular cercana a los animales, presenta un ciclo biológico colonial: centenares de núcleos se agrupan en una "célula sincitial" (En biología, un sincitio o sincicio, ambos del griego σύν syn 'junto' y κύτος kytos 'caja') es una célula con varios núcleos resultante de la fusión de varias células), que madura y explota dando lugar a una progenie "mononucleada". Este proceso podría basarse en mecanismos análogos a los que subyacen bajo el desarrollo animal. Desde el punto de vista molecular forman un grupo coherente íntimamente relacionado con los animales y hongos, y por lo tanto son de gran interés para los biólogos que estudian los orígenes de dichos grupos.
Un estudio reciente coloca a los mesomicetozoos o ictiospóreos, como grupo hermano del "clado Filozoa" (Los filozoos que se agrupan en Filozoa, son un grupo monofilético que abarca a Opisthokonta e incluye tanto a los animales (Metazoa) como a sus parientes unicelulares más cercanos), que incluye a animales y "coanoflagelados", estos últimos son un pequeño grupo de eucariotas unicelulares, a veces coloniales, a los que se atribuye una gran importancia filogenética, ya que se supone que son los parientes más próximos de los animales propiamente dichos. Es importante mencionar que el Opisthokonta es el grupo de organismos eucariotas más extenso, pues comprende más de un millón y medio de especies descritas, y conforma en si un "clado", donde también se incluye a unos seres que tienen la particularidad de que poseen un flagelo, conocidos como "coanozoos", junto a los hongos verdaderos "fungicidas" y los animales verdaderos "animalia".
Inicialmente, el clado recibió el nombre de "DRIP" como un acrónimo de los cuatro primeros miembros del grupo que habían sido identificados, a saber: Dermocystidium, Sphaerothecum, Ichthyophonus y Psorospermiun. Fue el biólogo evolutivo, protozoólogo y taxónomo Thomas Cavalier-Smith (1942 - 2021), quien ha sido considerado el principal protozoólogo del mundo y ha sido responsable de una mejor comprensión del conocido como "Tronco del Árbol de la Vida", que es la "filogenia" (que en su sentido biológico, es la relación de parentesco entre especies y taxones) profunda. El estableció más nueva "clases" y "filos" que cualquier otro biólogo en la historia, quien los agrupó en la clase "Ichthyosporea", puesto que los cuatro son parásitos de peces. Como después nuevos miembros han sido incorporados al grupo, Mendoza et al. cambiaron el nombre a "Mesomycetozoea", que hace referencia la posición evolutiva del grupo.
Ahora abordaré el asunto de la injerencia de la Química y la Biología que conjuntamente nos explican las cosas, y del como actúan en diversas formas, desde la conformación de materia: tejidos, huesos, órganos, etcétera; como en procesos, métodos, mecanismos, que han llevado a la existencia a elevados estándares de protección y preservación de las formas de vida, a pesar de procesos que disminuyen considerablemente a las formas existentes en diversas etapas de la historia, como si el planeta dirigiera a los habitantes, fuera capaz de mantener el control de la "Biomasa", y establece estrategias nuevas, las que propician surgimiento de diversidad.
La célula es la unidad básica de la vida. Aislada, sus actividades básicamente son resistir el entorno, incorporar nutrientes, replicar fielmente su genoma y dividirse. Sin embargo, las células que conforman los tejidos de un organismo complejo ya no son capaces de realizar estas tareas de forma autónoma.
Se infiere que existieron células individuales que evolucionaron para asociarse y con esa decisión formaron colonias, lo que ocurrió por vez primera, hace cientos de millones de años, esta forma comunal de vida, la que suponía una ventaja a la hora de enfrentarse a entornos hostiles.
Pero, ello tiene un precio, que es el de sacrificar cierto grado de libertad. Por ejemplo, ya no era posible para una célula dentro de una colonia dividirse o desplazarse a voluntad.
En los tejidos altamente organizados, estas decisiones están sujetas a una complicada red de señales moleculares entre células. Esta forma de diálogo intercelular lleva desarrollándose y enriqueciéndose varios millones de años y una buena parte de los genomas de los seres multicelulares está enteramente dedicada a ella. El "genoma" es el conjunto de instrucciones genéticas que se encuentra en una célula, esto es, la secuencia total de contenido genético que posee un organismo, está compuesto por Ácido Desoxirribonucleico ADN, las secuencias de ADN que constituyen la unidad fundamental, física y funcional de la herencia se denominan "genes". Cada gen contiene una parte que se transcribe a Ácido Ribonucleico ARN y otra que se encarga de definir cuándo y dónde deben expresarse. La información contenida en los genes (genética) se emplea para generar ARN y proteínas, que son los componentes básicos de las células, los "ladrillos" que se utilizan para la construcción de los orgánulos u organillos celulares, entre otras funciones.
El ARN celular es lineal y monocatenario (de una sola cadena), mientras que el ADN posee una estructura de doble cadena. En geometría una doble hélice consiste típicamente en dos hélices congruentes con un mismo eje, difiriendo por una traslación a lo largo del eje. En la cultura popular moderna, la forma de la doble hélice está fuertemente asociada con el ADN. La doble hélice, es una especie de cuerda de dos hilos enredados uno alrededor del otro, ambos constituidos por 4 molécula llamadas: adenina (A), timina (T), guanina (G) y citosina (C).
Imagen de una cadena de ADN mostrando la doble hélice replicándose. US Department of Energy. DOE Human Genome Project.
Las células se comunican químicamente, unas con otras, y lo realizan segregando moléculas, por lo general en forma de pequeñas "proteínas" conocidas también como: hormonas, factores de crecimiento, citoquinas o quimiocinas. En detalle, revisemos cada una de estas sustancias químicas.
Las "proteínas" son macromoléculas formadas por "moléculas" de gran tamaño creadas comúnmente a través de la "polimerización" de sub-unidades más pequeñas conocidas como "monomeros", por lo general, se componen de miles, o más, de átomos, se han diferenciado las que se encuentran en seres vivos, para clarificar el estudio humano del tema, como "biopolímeros", y existen tres principales familias: las propias proteínas, los polisacáridos, y los ácidos nucleicos.
Las primeras, son cadenas lineales de "aminoácidos", sustancias que son la base, sin embargo, también participan en funciones celulares tan diversas como la transmisión nerviosa y la "biosíntesis" de: las porfirinas (sustancias químicas que ayudan a producir hemoglobina, un tipo de proteína de los glóbulos rojos), los compuestos químicos que las células usan para elaborar los elementos fundamentales del ADN y el ARN, son las purinas (la adenina y la guanina son ejemplos de ellas), y las pirimidinas (la citocina, la timina y el uracilo son ejemplos de estas); y también la urea (principal residuo de la descomposición de las proteínas). Los aminoácidos juegan un papel clave en la gran mayoría de los procesos biológicos.
Los polisacáridos (que son carbohidratos complejos formados por un gran número de azúcares simples) son macromoléculas formadas por la unión de una gran cantidad de monosacáridos. Se encuentran entre los glúcidos, y cumplen funciones diversas, sobre todo de reservas energéticas y estructurales. Juegan un importante papel en la formación de estructuras orgánicas y tejidos de sostén, especialmente en los vegetales.
Los ácidos nucleicos son grandes polímeros formados por la repetición de monómeros denominados nucleótidos, unidos mediante enlaces covalentes (éster), en esta reacción se libera una molécula de agua y se forma un dinucleótido. Se forman largas cadenas; algunas moléculas de ácidos nucleicos llegan a alcanzar tamaños gigantescos, de millones de nucleótidos encadenados.
Las hormonas son sustancias segregadas por células especializadas, localizadas en "glándulas endocrinas", o también por "células epiteliales" e "intersticiales" cuyo fin es el de influir en la función de otras células. Existe una variedad muy elevada de hormonas, se pueden contar rápidamente en el organismo humano hasta sesenta y cinco de ellas.
Factores de Crecimiento, son proteínas que se encuentran en nuestra sangre y desempeñan una importante función en la comunicación intercelular para la reparación de lesiones, derivado de las plaquetas (FCDP): es una proteína sintetizada y liberada por las plaquetas que estimula la multiplicación celular tras coagular una herida y ayuda a la reparación del tejido lesionado.
Citoquinas, son pequeñas proteínas que regulan la función de las células que las producen sobre otros tipos celulares. Su acción fundamental consiste en la regulación del mecanismo de la inflamación. Las hay como agentes proinflamatorios y antiinflamatorios.
Quimiocinas, son una familia de "citocinas" (pequeñas proteínas, secretadas por células, que modulan el sistema inmunitario) quimioatrayentes, que juegan un papel vital en la migración celular a través de las vénulas de la sangre hacia los tejidos y viceversa, y en la inducción del movimientos celular en respuesta a infecciones y los sitios dañados. Cumplen una función importante en la respuesta inmunitaria, estimulan el movimiento de ciertos tipos de glóbulos blancos y los atraen a las áreas de inflamación para ayudar al cuerpo a combatir infecciones, afecciones inflamatorias y otras enfermedades. No solamente participan en el movimiento de leucocitos (glóbulos blancos), su participación es importante otros procesos fisiológicos y patológicos: desarrollo del sistema inmunitario, vigilancia, memoria, respuesta y regulación inmunitaria; la embriogénesis; angiogénesis; organogénesis; desarrollo y función del sistema nervioso; migración de células germinales y desarrollo de cáncer y las metástasis correspondientes. Se encuentran en todos lo animales vertebrados, pero no en los invertebrados, estas proteínas ejercen sus efectos biológicos mediante la interacción con los receptores transmembrana unidos a "proteínas G" (proteína fijadora de nucleótido de Guanina), llamados receptores de quimiocina, que se encuentran selectivamente en las superficies de sus células diana (blanca s). Y también se encuentran en algunos tipos de virus y de bacterias.
En "endocrinología", por ejemplo, las células en casa dónde las hormonas se mueren, son capaces de reaccionar a éstas porque contienen receptores específicos con los que ellas pueden unirse; las hormonas nadan en el torrente sanguíneo hasta que al encontrar una célula diana apropiada, encaja la primera en la segunda como una llave en su cerradura, y la célula es impulsada a realizar una acción específica, ello se evidencia en la "insulina", que es una hormona secretada por las "células beta" que se encuentran en los "islotes de Langerhans" del páncreas, y que actúa en las células musculares del organismo al conducir la energía a utilizar por medio de la glucosa.
Hay alrededor de doscientos tipos de células diferenciadas en los seres humanos, sólo algunas producen hormonas, pero la mayor parte de los billones de células en un ser humano son blancos para una o más de las más de sesenta y tantas hormonas conocidas.
En el año 2016 se hicieron estimaciones más precisas de los seis tipos celulares que se tenían por más abundantes. Esos tipos daban cuenta del 97% del número total de células. Según esos últimos cálculos, en el cuerpo de un hombre joven de unos 70 kilogramos de peso y 170 centímetros de estatura hay aproximadamente 30 billones de células. Y las cifras no son diferentes para una mujer de similares características.
Se creía, no hace mucho tiempo, que las hormonas afectaban a un solo tipo de célula —o tan sólo a algunos tipos de células— y que una hormona desencadenaba una acción bioquímica o fisiológica singular. Ahora se sabe que una hormona específica dada puede afectar diferentes tipos de células, que más de una hormona puede afectar a un tipo dado de célula, y que las hormonas pueden ejercer muchos efectos distintos en una célula o en diferentes células. Con el descubrimiento de receptores hormonales de superficie celular e intracelulares específicos, la definición de un "blanco" (target cell) se ha expandido.
La comunicación entre las células que conforma un organismo, tiene reglas claras y propician el sano desarrollo de ellas, pero la naturaleza ha optado por no restringir absolutamente lo que puede suceder, hay un lugar que se guarda para "desviaciones", esas que según el campo de que se hable, serán mutaciones, de las que hay positivas y también negativas, revisando:
Así hoy se conoce que estos factores contactan los receptores de proteínas en la superficie de las células de destino activando vías, que son secuencias de reacciones bioquímicas entre proteínas portadoras de señales dentro de la célula. El resultado final de este proceso son cambios positivos o negativos en la capacidad de la célula para desplazarse, metabolizar, crecer, dividirse, diferenciarse o morir. Otras proteínas del interior de la célula detectan la presencia de errores y alteraciones en el ADN y provocan, bien su reparación, bien su muerte.
La pérdida de estas importantes funciones señalizadoras y de autocontrol deriva en la aparición de cáncer, por ejemplo.
Las células cancerosas desobedecen reglas esenciales de la vida en comunidad incrementando los estímulos proliferativos erróneos e ignorando las leyes de moderación. Su interacción con sus vecinas se vuelve abiertamente antisocial y escapan del control del sistema inmunitario. Con el tiempo rompen las barreras que encapsulan el tumor e inician un recorrido que diseminará las células cancerosas por el cuerpo, creando metástasis.
Las mutaciones causantes del cáncer afectan específicamente los genes encargados de ejercer estas funciones de control que tan importantes son. La acumulación progresiva de mutaciones convierte células normales en pre-malignas y, con el tiempo, en malignas. Estos cambios pueden observarse en el microscopio. Un proceso maligno puede empezar con la presencia de un número excesivo de células de apariencia normal, conocido como hiperplasia, y más específicamente con una acumulación desordenada de células de este tipo, llamada displasia. Cuando las células dejan de parecer normales la lesión se considera carcinoma in situ, en el cual las células anormales siguen estando dentro de los límites normales. Cuando las células del carcinoma invaden los tejidos adyacentes rompiendo su membrana o lámina basal, la lesión recibe el nombre de carcinoma invasivo. Cada una de estas etapas se acompaña de la progresiva acumulación de mutaciones que conducen al cáncer.
Ilustración de la Comunicacion Celular. Tomada de Uapas2.bunam.unam.mx.
Así, la señal intercelular (entre células) se convierte en una señal intracelular (dentro de la célula) que dispara una respuesta.
Concluyendo, la comunicación celular es un "proceso homeostático" que tiene como objetivo mantener las condiciones fisicoquímicas internas adecuadas para la vida frente a los cambios externos.
La homeostasis es una propiedad de los organismos que consiste en su capacidad de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior, al que llamamos "metabolismo". Se trata de una forma de equilibrio dinámico que se hace posible gracias a una red de sistemas de control realimentados que constituyen los mecanismos de autorregulación de los seres vivos. Que así regulan la temperatura corporal, el equilibrio de fluidos, la acidez o alcalinidad del líquido extracelular, las concentraciones de varios iones de elementos químicos, como son Calcio, Sodio. Potasio, Cloro; la medida de concentración de glucosa , que es un monosacárido en la sangre; que deben regularse a pesar de los cambios en el entorno, la dieta o el nivel de actividad. Cada una de estas variables está controlada por uno o más reguladores o mecanismos homeostáticos, que juntos mantienen la vida. Y es una resistencia natural al cambio cuando sucede que el organismo se encuentra en las condiciones óptimas, y el equilibrio se mantiene mediante muchos mecanismos reguladores. Todos los mecanismos de control homeostático tienen al menos tres componentes interdependientes para la variable que se regula: un receptor, un centro de control y un efector.
La interconexión en un organismo multicelular, glucosa básica para el funcionamiento neuronal. Tomado de Gaceta UNAM.mx
El "receptor" es el componente sensor que monitorea y responde a los cambios en el entorno, ya sea externo o interno, incluyen termorreceptores y mecanorreceptores.
Los "centros de control" incluyen al Centro Respiratorio (CR) que se localiza en el "bulbo raquídeo" y al Sistema Renina-angiotensina-aldosterona (RAAS), que es un sistema hormonal que regula la presión sanguínea, el volumen extracelular corporal y el balance de sodio y potasio.
El "efector" es el objetivo sobre el que se actúa para provocar el cambio de regreso al estado normal. A nivel celular, los receptores incluyen a los los receptores nucleares son una clase de proteínas que se encuentran en el interior de células responsables de detectar la presencia de hormonas esteroides y tiroideas, además de otra serie de moléculas. Estos receptores trabajan en concreto con otras proteínas que regulan la expresión de genes específicos y, de ese modo, controlan en el organismo procesos de desarrollo, siendo la única propiedad de los receptores nucleares que les permite diferenciarse de otras clases de receptores es su capacidad de interaccionar directamente con el ADN y controlar así la expresión génica.
Las células poseen en su membrana plasmática un tipo de proteínas específicas, conocidas como receptores celulares encargadas de recibir señales fisicoquímicas del exterior celular. Las señales extracelulares suelen ser ligandos que se unen a los receptores celulares. Existen tres tipos de comunicación celular según el ligando:
Contacto celular con ligando soluble, hormona o factor de crecimiento.
Contacto celular con ligando fijo en otra célula.
Contacto celular con ligando fijo en la matriz extracelular.
La existencia de organismos multicelulares, en los que cada una de las células individuales debe cumplir con sus actividades de acuerdo con los requerimientos del organismo como un todo, exige que las células posean un sistema de generación, transmisión, recepción y respuesta de una multitud de señales que las comuniquen e interrelacionen funcionalmente entre sí. Estas señales que permiten que unas células influyan en el comportamiento de otras son fundamentalmente químicas. Se establecen entonces:
La comunicación endocrina, las moléculas señalizadoras (hormonas) son secretadas por células endocrinas especializadas y se transportan por un conducto común, actuando sobre células diana localizadas en lugares alejados del organismo. Los animales producen más de cincuenta hormonas distintas por las glándulas endocrinas, esta se lleva a cabo en las células somáticas.
La comunicación paracrina es la que se produce entre células que se encuentran relativamente cercanas (células vecinas), sin que para ello exista una estructura especializada como una sinapsis, siendo una comunicación local. La comunicación paracrina se realiza por determinados mensajeros químicos peptídicos como: citocinas, factores de crecimiento, neurotoxinas o derivados del ácido araquidónico como lo son: prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos. También por histamina y otros tipos de sustancias.
La comunicación autocrina o autocomunicación es la que establece una célula consigo misma. Este tipo de comunicación es la que establece la neurona presináptica al captar ella misma en sus receptores celulares, los neurotransmisores que ha vertido en la sinapsis, para así dejar de secretarlos o recaptarlos para reutilizarlos. Muchas células en crecimiento como las células del embrión o las células cancerosas producen factores de crecimiento y los receptores para esos mismos factores de crecimiento y así perpetuar su proliferación, controlada en el caso del embrión y descontrolada en el caso del cáncer.
La comunicación yuxtacrina por contacto con otras células o con la "matriz extracelular", mediante moléculas de adhesión celular. La adhesión entre células homólogas es fundamental para el control del crecimiento celular y la formación de los tejidos, entre células heterólogas es muy importante para el reconocimiento que realiza el Sistema Inmune. La comunicación yuxtacrina se realiza entre otros mecanismos por medio de las uniones celulares como las "uniones gap", que son canales o poros en la membrana lipídica que permiten el paso bidireccional de iones y pequeñas moléculas, como el adenosín trifosfato (ATP), el adenosín monofosfato cíclico (cAMP), el inositol trifosfato IP3, el glutamato (C5H9NO4) u otras moléculas de tamaño menor a un "kD" (un mil daltons, unidad de masa molecular) como los microRNA (miRNAs), de una célula a otra adyacente. Estas en otras palabras, se realizan mediante uniones celulares.
Imagen de Neurona. Tomada de Colegio Oficial de Biólogos de la Comunidad de Madrid.net.
La comunicación nerviosa o comunicación sináptica es un tipo especial de comunicación celular electroquímica, que se realiza entre las celulas nerviosas. En la neurotransmisión el flujo de información eléctrica recorre la dendrita y el axón de las neuronas en una sola dirección, hasta alcanzar la "sinapsis", donde en esa hendidura que separa ambas neuronas, la neurona presináptica segrega unas sustancias químicas llamadas "neurotransmisores" que son captadas por receptores de membrana de la neurona postsináptica, que transmite y responde a la información. Existen otras dos variedades de comunicación nerviosa que son:
La neurosecreción o comunicación neuroendocrina, donde una neurona vierte una hormona a la circulación sanguínea para alcanzar a un órgano blanco distante.
La comunicación neuromuscular, donde las neuronas motoras transmiten el impulso nervioso de contracción a las células musculares a través de una estructura semejante a la sinapsis llamada "placa motora".
La comunicación por moléculas gaseosas, en la que intervienen como mensajeros sustancias gaseosas como ácido nítrico y monóxido de carbono, los cuales hacen que el torrente sanguíneo dentro del citoesqueleto (que es un entramado tridimensional de proteínas que provee soporte interno en las células, organiza las estructuras internas e interviene en los fenómenos de transporte, tráfico y división celular) fluya sin problemas químicos. Se considera un tipo de comunicación paracrina, sin embargo, hay que destacar que la acción de las dos moléculas gaseosas es distinta, el óxido nítrico es fundamental en los sistemas nervioso, inmune y circulatorio y es capaz de difundir libremente a través de las membranas plasmáticas de las células diana en las que actúa. El monóxido de carbono también funciona como molécula señalizadora en el sistema nervioso y está muy ligada al óxido nítrico, ambas moléculas gaseosas a diferencia de las hormonas esteroideas (que también pueden difundir la membrana) no actúan como factores de transcripción sino que lo hacen modificando la actividad de enzimas diana intracelulares.
Todos estos procesos se sitúan en los animales, y se han estudiado con mayor profundidad en los mamíferos, y con mayor énfasis en los seres humanos.
Para mayor detalle en estos temas, se puede localizar información en las publicaciones de la Machincuepa Cuántica, "La Bioquímica, lo cuántico y la vida en la Tierra" del 31 de enero de 2019, "Bioquímica se llama el juego" del 22 de octubre de 2019 y "Los números del organismo del ser humano" del ocho de julio del 2021.
Catalogar a alguna de las especies como la cima de la evolución nos lleva a los tiempos en que se pensaba que alguna proteína tenía una sola función y un solo tipo de receptor celular, la ampliación en la visión, el crecimiento de los horizontes, nos lleve a comprender que aquella era una visión muy rudimentaria. Tengo confianza en que los límites se seguirían ensanchando y se vera mejor, con mayor detalle, y si bien, estamos lejos de la certeza total, avanzamos un poco todos los días.








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