Organismos marinos sobrevivientes de la extinción masiva de la época de los dinosaurios
El Universo, el inicio de la vida; y en lo referente a nuestro planeta; las extinciones masivas, el equilibrio que permite la existencia de los animales mayores, el cambio climático, los intereses económicos, las investigaciones científicas, el contexto mundial que nos dice con claridad que no se entiende la lucha requerida para dar marcha atrás a las problemáticas vigentes en la "Aldea Global"

Y ahora les presento un rápido repaso de estas extinciones, que a los humanos nos han permitido definir los períodos geológicos: la primera ocurrió en el Ordovícico, hace aproximidamente unos 443 millones de años; la segunda, en el Devónico (Tardío), hace unos 372 millones de años; la tercera, en el Pérmico, hará unos 252 millones de años; la cuarta al inicio del Triásico, hace alrededor de 201 millones de años) y la quinta, en el Cretácico, como se sabe, hace aproximadamente 65 millones de años.
Cabe aclarar, que pueden ser cinco millones de años antes o después, pues en estos períodos de tiempo tan considerables, resulta muy complicado establecer fechas concretas, más bien, se marcan lapsos de tiempo, intervalos, en los que presentan una serie de acontecimientos que paulatinamente generan los cambios definitivos que permiten delimitar nuevas circunstancias.

Ella es Greta Thunberg quien ha dicho que hoy nos estamos enfrentando a la "sexta" extinción masiva. Sin embargo los científicos aseguran que se debería hablar de la "séptima".
"Nos estamos enfrentando a la sexta extinción masiva y el ritmo de extinción es diez mil veces más rápido de lo normal", dijo Greta Thunberg, al borde de las lágrimas, frente al Parlamento europeo en abril del año 2019. Una aparición impactante y que caló fuerte en la opinión pública mundial.
Si bien las palabras de la ambientalista causaron un muy fuerte impacto en todo el mundo, estudios recientes podrían demostrar que la joven sueca no está equivocada en cuanto a lo grave de la situación imperante, la falta de cumplimiento de la humanidad sobre las acciones pactadas para cumplir los compromisos de Aichi.
Pero, quizás este equivocada en el número de extinción asignada a la vigente y antropocénica extinción. La razón no tiene que ver con que la Tierra no esté experimentando fenómenos como el derretimiento de los polos, la deforestación de los bosques, la contaminación del aire o la extinción de miles de especies.

Las extinciones masivas se relacionan con trastornos ambientales devastadores, específicamente, erupciones masivas, cada una de las cuales cubre más de un millón de kilómetros cuadrados con gruesos flujos de lava (Getti Images).
Esta posible equivocación de la activista, que describe y que es una teoría válida para la gran mayoría de nuestros contemporáneos, tiene que ver con algo totalmente distinto: algunos científicos aseguran que la Tierra ya experimentó una "sexta extinción masiva"... pero de ello hace unos 260 millones de años.
Un equipo de científicos del departamento de Biología de la Universidad de Nueva York publicó un estudio que podría cambiar el orden de estos espacios geológicos y fue publicado en "Historical Biology". Según el equipo, los cambios ecosistémicos de finales del Guadalipiense fueron drásticos. Los enormes arrecifes de corales y esponjas sufrieron un desplome generalizado, así como otros organismos que construían conchas con carbonato cálcico, que se habría disuelto en el agua acidificada. Los moluscos gigantes con conchas rebordeadas que parecían naves alienígenas desaparecieron para siempre. También se extinguieron muchas especies de cefalópodos llamados amonites.
Los paleontólogos tienen menos información acerca de las víctimas terrestres, pero entre ellas figuraba un grupo de protomamíferos grandes de cráneo robusto denominados dinocéfalos. Tras la crisis, los helechos sin semilla dominantes fueron remplazados por gimnospermas productoras de semillas como coníferas y gingkos.
La investigación, que también incluyó al científico doctor Shu-zhong Shen, de la Universidad de Nanjing, se centró en el período final del Guadalupian o Pérmico Medio, cuando una gran extinción afectó la vida en tierra y en los mares. "Las clasificaciones en términos de números de especies que sufrieron la extinción, y especialmente en términos del impacto ecológico, colocan al evento de Guadalupiense, ocurrido hace 259.8 millones de años, en la misma categoría con las otras extinciones masivas importantes". Por lo tanto, aparentemente ha habido ya seis grandes extinciones", dice la investigación. El evento -agrega- ocurrió al mismo tiempo que la inundación de basalto (que se produce como resultado de una erupción volcánica gigante) que creó las "Trampas Emeishan", una extensa formación rocosa que se encuentra hoy en el sur China.
El "Guadalupiense", también conocido como "Pérmico Medio", una división de la "Escala Temporal Geológica", es la segunda época del "Pérmico". Su nombre proviene de la localización hecha en "La Sierra de Guadalupe", en el actual estado de Texas. Esta etapa va desde 265.8 ± 0,7 hasta 270.0 ± 0,7 millones de años atrás, aproximadamente.
El "Guadalupiense" sucede a la época "Cisuraliense" y precede a la "Lopingiense" y se ha dividido en tres edades: "Capitaniense" (265.8 ± 0,7 - 260.4 ± 0,7 millones de años), "Wordiense" (268.0 ± 0,7 - 265.8 ± 0,7 millones de años) y "Roadiense" (270.6 ± 0,7 - 268.0 ± 0,7 millones de años). En estas escalas de tiempo no es tan frecuente caer en detalles tan específicos, normalmente el nivel empleado es mucho menor.
"Las erupciones masivas como esta liberan grandes cantidades de gases de efecto invernadero, específicamente dióxido de carbono y metano, que causan un fuerte calentamiento global, con océanos cálidos y pobres en oxígeno que no conducen a la vida marina", señaló Michael Rampino, coautor de la investigación, quien se desempeña como Profesor de Biología y Estudios Ambientales en la citada Universidad de Nueva York.
En 1982, los paleontólogos cuantitativos Jack Sepkoski (1948 - 1999) y David Raup (1933 - 2015) en la Universidad de Chicago hicieron balance de las peores extinciones masivas de la Tierra y las llamaron las «cinco grandes». Ese conjunto incluye la del Pérmico-Triásico, la mayor extinción masiva de todos los tiempos, que ocurrió hace casi 252 millones de años y erradicó al 95 por ciento de las especies marinas.
Entonces, la masacre del Pérmico-Triásico eclipsó otro evento de extinción que tuvo lugar solo ocho millones de años antes, al final de la época Guadalupiense. Sin embargo, en las tres últimas décadas, los geólogos han profundizado en dicha etapa y cada vez se acepta más que fue una crisis independiente. Ahora, algunos científicos sostienen que esta extinción prehistórica fue lo bastante grande como para figurar en el panteón de apocalipsis pasados y proponen llamar al grupo de grandes eventos de extinción los «seis grandes».
En la historia de la vida se han producido muchos desastres y reveses. Pero señalando y estudiando los más grandes, los geólogos pueden empezar a desentrañar patrones y buscar causas comunes. Cada vez más pruebas sugieren que muchas extinciones masivas globales estaban vinculadas a la disminución del oxígeno en los océanos, un síntoma de calentamiento por efecto invernadero, lo que tiene consecuencias preocupantes para los efectos actuales del cambio climático. La extinción de finales del Guadalupiense encaja en esta tendencia.
«Creo que aferrarse al número cinco resulta problemático», afirma Richard Bambach, paleoecólogo marino y profesor emérito de paleontología en el Instituto Politécnico de Virginia que revisó el estudio referente de "Sepkoski y Raup". Si se tienen en cuenta los porcentajes, la extinción masiva del Pérmico-Triásico estuvo mucho más cerca de erradicar toda la vida. Pero sostiene que esta extinción resultó asombrosamente perjudicial para la biodiversidad.
«Si se analizan las cifras brutas, la pérdida de taxones del Guadalupiense es mucho mayor que la del Pérmico», explicó.
Hubieron grandes inundaciones de lava, al final de la época Guadalupiense, y se caracterizó por los "Traps of Emeishan" del sudoeste de China, un monumento de una inundación de lava que erupcionó en el océano hace 260 millones de años y que discurrió a lo largo de un millón de kilómetros cuadrados. El fenómeno desencadenó columnas de metano y dióxido de carbono que causaron estragos en el clima y aniquilaron hasta un sesenta por ciento de las especies marinas, la mayoría en aguas tropicales en torno al supercontinente Pangea.
Michael Rampino, amplia sus explicaciones: "Hay basaltos de inundación como los ya citados "Traps de Emeishan" en lugares de todo el mundo y se ha demostrado que coinciden con las cinco grandes extinciones masivas. «Es una correlación unívoca».
Pero los geólogos que estudian las extinciones masivas no siempre han buscado basaltos de inundación. Recordemos que a partir de los años ochenta del siglo Veinte, tras la hipótesis de Luis Álvarez (1911 - 1988) y Luis Walter Álvarez (3 octubre 1940), de que el impacto de un meteoro acabó con los dinosaurios no aviares, los equipos de geólogos buscaron sin éxito evidencias de impactos de meteoros que pudieran explicar las otras extinciones masivas.
Con las manos vacías, Rampino enseguida recurrió a los basaltos de inundación e indicó que los "Traps del Decán indios" que se formaron en torno a la misma época en la que se produjo el impacto de Chicxulub y la extinción del Cretácico‑Paleógeno. La del Pérmico-Triásico también se caracterizó por los enormes traps Siberianos.
«Pasé de los impactos al vulcanismo», cuenta. Su investigación a lo largo de la última década se ha centrado en correlacionar los basaltos de inundación con las otras grandes extinciones masivas y también con periodos de disminución de oxígeno y acidificación en los mares.
En los ochentas, investigar dichas relaciones era complicado, ya que las tecnologías para datar fósiles y rocas eran menos fiables. Sin embargo, en los últimos cinco años, los métodos de datación radiométrica avanzados han proporcionado marcas temporales cada vez más precisas de los fenómenos geológicos. La datación uranio-plomo del circón ha remplazado la datación argón-argón mucho más imprecisa y los márgenes de error que solían abarcar millones de años ahora abarcan miles, lo que aumenta la resolución de los datos.
Con esta nueva especificidad, los geólogos pueden determinar con seguridad que la inundación de lava de finales del Guadalupiense ocurrió en un periodo de cien mil años, un instante en términos geológicos, y que coincidió con la crisis de extinción documentada en el registro fósil.
Nuevos cálculos han esclarecido los momentos de las primeras y últimas apariciones de especies en el registro fósil. Los investigadores citan un estudio previo, realizado en el año 2016 que sostiene que, debido a la datación deficiente, muchas especies que se extinguieron en el Guadalupiense se atribuyeron por error a la extinción del Pérmico-Triásico. Dicha datación otorgó a esta última un récord de un 95 por ciento de especies marinas extintas que probablemente esté más cerca del 80 por ciento.
Bambach tiene algunas dudas respecto a la evaluación de la gravedad ecológica de la extinción del Guadalupiense del estudio. Los niveles del mar globales alcanzaron su mínimo durante esta etapa y aumentaron de nuevo tras la extinción masiva, lo que significa que quedaron relativamente pocos arrecifes del Guadalupiense preservados en rocas a las que puedan acceder los paleontólogos.
«Parte de la desaparición de los ecosistemas puede deberse simplemente al deterioro de la calidad —o cantidad— del registro preservado», afirma. Hay excepciones en China, donde Shen ha datado fósiles marinos del Pérmico y ha refinado el retrato biológico del Guadalupiense.
Con todo, Bambach coincide con Rampino y Shen en que es hora de añadir el Guadalupiense a las cinco grandes extinciones: «Sí que figura en la misma categoría que las grandes».
Con esta nueva información, agrega el estudio, los académicos y ambientalistas (entre ellos, Greta Thunberg), podrían comenzar a referirse a la pérdida actual de especies como a la "séptima extinción", aún cuando la aparición de nuevos análisis y nuevas interpretaciones a fenómenos que se observan a La Luz de nuevas tecnologías, es constante, he aquí otro ejemplo
Pues resulta que la mayoría de los seres vivos que habitaban el planeta hace unos setenta millones de años reprobaron la prueba de sobrevivencia a que los sometió la naturaleza, es conocida como la "Quinta extinción masiva" y que tuvo lugar entre los períodos Cretácico y Terciario, hace aproximadamente 65 millones de años atrás, y es la más famosa de todas, entre el público, porque en ella desaparecieron los muy terribles lagartos, mejor conocidos como "dinosaurios".
Organismos marinos sobrevivieron a extinción masiva terrícola de hace 66 millones de años.
Delicados organismos marinos sobrevivieron sorprendentemente al dramático cambio climático global y al evento de extinción masiva más reciente de la Tierra hace 66 millones de años.
Las "mariposas marinas" y los "ángeles del mar" son pterópodos, abundantes caracoles flotantes que pasan toda su vida en el mar abierto. Un ejemplo notable de adaptación, estos fascinantes animales pueden tener conchas delgadas y un pie de caracol transformado en dos estructuras en forma de alas que les permiten "volar" a través del agua.
El presente contenido fue publicado por múltiples medios informativos, el pasado lunes 28 septiembre 2020, entre otros por el diario La Jornada de la agencia OTR/PRESS.
Las mariposas marinas y los ángeles del mar son pterópodos y ejemplo notable de adaptación. Pueden tener conchas delgadas y un pie de caracol en forma de alas que les permiten "volar" a través del agua. Imagen tomada del sitio https://www.atmosfera.unam.mx/
Las "mariposas marinas" han sido un foco de investigación sobre el cambio global porque producen sus caparazones de "aragonito", una forma de carbonato de calcio que es cincuenta por ciento más soluble que la "calcita", que otros organismos importantes del océano abierto utilizan para construir sus caparazones. Como sus conchas son susceptibles de disolverse en agua oceánica más acidificada, los "pterópodos" se han denominado "canarios en la mina de carbón" o especies centinelas que señalan el impacto de la acidificación del océano.
Dado que algunos "pterópodos" tienen conchas delgadas y otros solo tienen conchas parciales o ausentes, como los ángeles marinos, su registro fósil es irregular. Sólo se conocen abundantes fósiles de "pterópodos" desde hace 56 millones de años en adelante y en su mayoría representan las mariposas marinas con caparazón completo. Estas observaciones llevaron a la idea de que, evolutivamente, los "pterópodos" son un grupo relativamente reciente de gasterópodos.
Un equipo internacional de investigadores tomó muestras de 21 especies de "pterópodos" en dos transectos oceánicos como parte del programa Atlantic Meridional Transect y recopiló información sobre 2,654 genes. Al analizar estos datos y los fósiles clave de "pterópodos", los científicos determinaron que los dos grupos principales de "pterópodos", "las mariposas marinas" y "los ángeles marinos", evolucionaron en el Cretácico Temprano, hace unos 139 millones de años.
"Por lo tanto, ambos grupos son mucho más antiguos de lo que se pensaba y deben haber sobrevivido a episodios previos de acidificación generalizada de los océanos, como al final del Cretácico, hace 66 millones de años, y al Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, hace 56 millones de años", dijo en un comunicado Katja Peijnenburg, del Centro de Biodiversidad Naturalis en los Países Bajos, autora principal del estudio, que se publica en PNAS.
Es importante saber si los principales grupos de "pterópodos" han estado expuestos a períodos de alto contenido de dióxido de carbono, ya que los investigadores intentan predecir cómo varias especies marinas pueden responder al cambio global actual y futuro.
"Aunque estos resultados sugieren que los organismos con caparazón en mar abierto han sido más resistentes a la acidificación del océano pasado de lo que se pensaba actualmente, es poco probable que los "pterópodos" hayan experimentado un cambio global de la magnitud y velocidad actuales durante toda su historia evolutiva", dijo Erica Goetze, co-autora y oceanógrafa de la Universidad de Hawai'i en Manoa.
Todavía es una pregunta abierta si los organismos marinos, particularmente los que se calcifican, tienen la capacidad de recuperación evolutiva para adaptarse lo suficientemente rápido a un océano cada vez más acidificado.
"Las tasas actuales de liberación de carbono son al menos un orden de magnitud más altas que las que hemos visto durante los últimos 66 millones de años", dijo Peijnenburg. Por lo tanto, enfatiza que "el desempeño pasado no es garantía de resultados futuros".
Bienvenida la nueva visión científica, estamos definitivamente en una realidad compleja, complicada por los prejuicios y la inercia de los conocimientos heredados de siglos anteriores, que en muchas ocasiones, se vuelven lastre para aprovechar los avances que el siglo XXI nos está otorgando. A veces no sabemos hacia donde dirigirnos, todo parece ser posible y también imposible.

Les puedo comentar que llegó a mis manos un muy interesante libro de humor y divulgación científica, los autores son: Jorge Chan y Daniel Whiteson, "No Tenemos Ni Idea, Una guia para el universo desconocido.". Chan es un ingeniero en robótica y Whiteson es un doctor en Física de Partículas.
Reseñan cosas que tienen más que ver con peguntas que con respuestas, lo que es consecuencia de las gran cantidad de cosas que ignoramos y concluyen los capítulos de forma poco vanidosa, por ejemplo: "Dentro de doscientos años la gente pensará de nuestras ideas sobre como funciona el mundo lo mismo que nosotros pensamos de los cavernícolas." O, "...si dentro de quinientos años una científica del futuro estudia nuestra época, seguro se reirá de nuestras ideas sobre la energía oscura del mismo modo que hoy nos asombra y divierte conocer que antes se pensaba que tanto las Estrellas, como el Sol, y aún el clima eran personas divinas, dioses con túnicas."
Un libro cuya lectura es muy recomendable, nos adentrará a nosotros "gente de a pie", en ese
extraño concepto que en la película "Hombres de Negro III" se preguntan los protagonistas:
"Que sabemos, de lo que no sabemos".
Con esta lectura se aprenderá de todo aquello que no sabemos, de lo que ignoramos y aún sobre todo aquello de lo que no tenemos ni idea.
Como puede ser la composición del Universo, que está hecho de "nada", la materia y la energía que percibimos, esto es, que palpamos, vemos y percibimos está hecha de muy poca "materia" y adicionalmente solo ocupa el 5% del total del Universo, la mayor parte esta conformada por materia y energía oscura, algo así como el 95%, y de ellas sabemos muy poco. Están hechas de algo con lo que no tenemos ninguna experiencia directa. Son algo que no hemos visto antes, y pueden comportarse de forma que no hemos imaginado. Las posibilidades entonces son increíbles. Y podemos mencionar al "Tiempo", las dimensiones existentes, el futuro del Universo y su pasado, el Big Bang. De todo eso trata el libro.
Que nadie se quede atascado en el conocimiento alcanzado durante el siglo XIX, hay cosas novedosas.
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