Los confines del Sistema Solar
Nuestro Sistema Solar es más grande que el espacio que ocupan su estrella principal y los ocho planetas principales y que le son cercanos (con un semieje mayor al planeta Neptuno de cuatro mil quinientos millones de kilómetros), y que orbita alrededor del centro galáctico a una velocidad de 220 kilómetros por segundo, completándola en alrededor de entre 225 a 250 millones de años, se halla a veintisiete mil años luz de distancia de dicho centro galáctico.
En la distancia que abarca el Sistema Solar, han llamado la atención de los astrónomos, los cuerpos ahí alojados, se ha descubierto que existen tres agrupaciones de objetos llamados transneptunianos, ubicados en los límites de nuestro sistema.
Por su lejanía son difíciles de observar, solamente en los últimos años se han logrado arrancar algunos de sus secretos, esto, sumado a los extraños efectos físicos que sus órbitas describen, mismos que son medidos con mayor precisión que nunca, nos permiten confirmar o desechar las teorías que se han venido publicando a lo largo de los últimos noventa años.
Si viajáramos desde la Tierra hacia el confín del sistema solar, el primero de ellos, que encontraríamos es el “Cinturón de Kuiper”, después está “Disco Disperso” y por último la “Nube de Oort”.
Imagen artística del “Cinturón de Kuiper” y la “Nube de Oort”
De NASAThis SVG image was created by Medium69.Cette image SVG a été créée par Medium69.
Please credit this: William Crochot – http : doble diagonal herschel . jpl. nasa. gov/ solar System. shtml, Dominio público, https : // commons. Wikimedia. Org /w/ index.php?curid = 36417222
El “Cinturón de Kuiper” es un disco circunestelar que orbita al Sol a una distancia estimada de entre treinta y cincuenta y cinco unidades astronómicas, y fue predicha su existencia por Gerard Kuiper (1905 – 1973), en el año de 1951. El primer descubrimiento de un objeto de este agrupamiento ocurrió en 1992, a la fecha se conocen alrededor de ochocientos objetos, de ellos los mayores son Eris, Makemake y Haumea.
La clasificación exacta de todos estos objetos, no es del todo definitiva, pues incluso la medida de su tamaño se estima por medidas indirectas, lo que hace dudosas las cifras con que hoy se cuentan. Se piensa que los cuerpos componentes del cinturón se formaron en el interior del Sistema Solar, y que fueron removidos hacia las profundidades a consecuencia de desplazamiento que realizó el planeta Neptuno, desde su lugar de formación a su actual posición.
El “Disco Disperso” es una zona del Sistema Solar, que en su región más cercana al Sol se solapa con el “Cinturón de Kuiper”, a unas treinta unidades astronómicas de distancia y hasta ahora, en base a los descubrimientos realizados hasta unos cuatrocientos sesenta unidades astronómicas.
Ilustración del “Disco Disperso”
Tomado de News Sponli; 2000 Don Dixon / Cosmographica . com
Con un aún indeterminado número de cuerpos celestes, compuestos de roca, metal y hielo. Siendo el primero en ser descubierto en 1996, de alrededor de noventa hasta el presente, él conocido como “15874”. El más grande de esos objetos es el planeta enano “Eris”, que se descubrió en el año 2005. Se piensa que los objetos que lo conforman provienen del “Cinturón de Kuiper” y que por interacción gravitatoria con Neptuno fueron empujados a mayor distancia y que todavía se continuan alejando por lo que se estima terminaran formando parte de la “Nube de Oort”.
La “Nube de Oort” está alejada del Sol de entre dos a cinco mil unidades astronómicas hasta cincuenta mil, pero aún se especula los valores de su lejanía, otros científicos dicen que es factible se sitúen sus límites entre cien mil y doscientas mil unidades astronómicas. Se cree se formó del mismo disco proto-planetario del que se formó el sol y sus planetas interiores, hace alrededor de cuatro mil seiscientos millones de años.
Podría tener entre uno y cien billones de objetos, con una masa similar a cinco veces la de nuestro planeta, aunque este dato no está confirmado. Se cree que la composición química de los objetos ahí contenidos es de hielo, metano, amoníaco, monóxido de carbono y ácido cianhídrico primordialmente. De ellos solamente se tiene confirmado un total de cinco cuerpos celestes observados como pertenecientes a la nube. El mayor de ellos el planeta enano llamado “Sedna”.
El nuevo descubrimiento en esas lejanas regiones del Sistema Solar, se dio a conocer el dos de octubre pasado, y lo publicado lo comparto con ustedes.
Un grupo de científicos descubrió la existencia de un objeto, con un diámetro cercano a los 300 kilómetros, que podría ser un planeta enano, llamado “2015 TG387”, ubicado 2.5 veces más lejos del Sol que Plutón.
Ilustración del Planeta Enano “The Globin”, y su distancia al Sol en comparación con los Planetas
Tomada de la Jornada y a su vez de Carnegiesience.edu
El cuerpo hallado se encuentra en una órbita muy alargada y nunca se acerca al Sol, explicó el Instituto Carnegie en su página de Internet, que hizo la investigación junto con la Universidad del Norte de Arizona y la Universidad de Hawai.
El objeto, apodado como “The Goblin”, fue descubierto ubicado a unas 80 unidades astronómicas (UA) del Sol, esta unidad es una medida definida en 150 mil millones de metros aproximadamente, como la distancia promedio entre la Tierra y el “Astro Rey”.
Ilustración de la unidad astronómica (UA)
De Huritisho - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https : doble diagonal commons punto wikipedia punto org diagonal w diagonal index punto php ?curid = 44017019
“Creemos que podría haber miles de cuerpos pequeños como “2015 TG387” en las franjas del Sistema Solar, pero su distancia hace muy difícil encontrarlos”, mencionó David Tholen (31 Julio 1955), de la Universidad de Hawai.
“En la actualidad, sólo detectaríamos el “2015 TG387” cuando esté cerca de su enfoque más cercano al Sol. Para alrededor del 99 por ciento de su órbita de 40 mil años, sería muy débil de ver”, dijo.
“The Goblin”, descubierto como parte de la búsqueda de planetas enanos desconocidos y el Planeta X, fue anunciado este martes, dos de octubre, por el Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés).
Por su parte, el científico de Carnegie, Scott Sheppard (nacido en 1977), dijo que este hallazgo redefinirá el conocimiento de la evolución del Sistema Solar.
“Cuanto más podamos encontrar, mejor podremos entender el Sistema Solar exterior y el posible planeta que creemos que está configurando sus órbitas”, agregó Sheppard.
El equipo vio por primera vez a “TG387” en 2015 a través del telescopio Subaru, en Hawai. Luego de varias observaciones, los científicos hicieron simulaciones por computadora para saber cómo diferentes órbitas hipotéticas del Planeta X afectarían la órbita de “The Goblin”.
La mayor parte de las simulaciones mostró que “TG387” fue acorralado por la gravedad del Planeta X, que mantiene a “The Goblin” más pequeño y lejos del planeta masivo.
El Instituto Carnegie detalló que este pastoreo gravitacional podría explicar por qué los objetos más distantes en el Sistema Solar tienen órbitas similares, las cuales evitan que se acerquen demasiado al planeta propuesto.
“Lo que hace que este resultado sea realmente interesante es que el Planeta X parece afectar a “2015 TG387” de la misma manera que todos los demás objetos del Sistema Solar muy distantes", dijo Chadwick Trujillo (22 noviembre 1973), de la Universidad del Norte de Arizona.
“Estas simulaciones no prueban que existe otro planeta masivo en nuestro Sistema Solar, pero son una evidencia más de que algo grande podría estar ahí afuera."
La NASA ha informado que el planeta “X” podría ser del tamaño de Neptuno y tener una órbita alrededor del Sol, la que tardaría en completar entre los diez y veinte mil años.
Esquema del Sistema Solar, extendido a los Planetas Enanos.
Los tamaños están representados a escala, pero no así las distancias.
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Pienso que cuando Percival Lowell (1855 – 1916) imaginó la existencia del hipotético Planeta X, hizo gala de esa imaginación, los alcances tecnológicos de entonces distaban enormemente de lo que hoy día los científicos tienen y que los han llevado a descubrir, lo antes descrito.
Por ejemplo fue hasta 1930 que Clyde Tombaugh (1906 – 1997) descubrió el cuerpo celeste que después se nombraría como Plutón. Este astrónomo utilizó un microscopio de parpadeo para obtener fotografías de la región del cielo que le contenía, con varios días de diferencia, las cuales al compararlas, presentaron la imagen de un pequeño cuerpo que se movía enmedio de los millares de estrellas que fondeaban las imágenes.
La búsqueda de un planeta más allá de Neptuno se hizo presente por las dificultades que se presentaron en las mediciones obtenidas y que hacían necesario ajustar la órbita del planeta, lo que llevaba a suponer que las perturbaciones gravitatorias se debían a la presencia de un planeta exterior.
Con este método se había descubierto Neptuno, revisando a través de sus perturbaciones sobre la órbita de Urano. Sin embargo Plutón es muypequeño para tener ninguna influencia sobre la órbita de Neptuno.
Finalmente el problema con el ajuste de la órbita de Neptuno resultó serexplicado en función a que su trayectoria no había sido bien determinada, al contar apenascon observaciones de una parte muy pequeña de su periodo “orbital anual”, de 165 años terrestres.
Inferir indirectamente la existencia de otro mundo en el sistema solar a partir del análisis de las órbitas de los cuerpos ya conocidos, continua actualmente en desarrollo, se han percatado, como lo apunta David Tholen, que encontrar cuerpos tan alejados y con órbitas tan improbables de observar, son situaciones poco comunes.
El apoyo de los modelos de simulación, herramientas muy valiosas, han convertido logros concretos.
La evolución de ideas, ahora ha llevado a plantear otras hipótesis, como “Némesis” surgida medianteun artículo de investigación publicado en la revista “Nature” el año 1984, una colaboración de R. A. Muller (6 enero 1944) , Piet Hut (26 septiembre 1952) y Marc Davis (8 septiembre 1947).
Esta cuerpo hipotético “Némesis” sería una estrella enana marrón, oscura y pequeña, la que cubre una órbita mucho más alejada que la de Plutón. Y por tanto de difícil localización. Mas la implicación dice que el Sol, al igual que aproximadamente la mitad de las estrellas en nuestra galaxia forman sistemas binarios, tendría una compañera a distancia de entre uno a tres años luz.
Esto sería un descubrimiento extremadamente insólito al confirmarse.
También existe la hipótesis “Tiche”, ella semencionó en 1999, la reflexión de los astrónomos John J.Matesey Daniel Whitmire, ambos de la Universidad of Louisiana Lafayette, sobre la posible existencia de un planeta gigante gaseoso ubicado en la parte exterior de la “Nube de Oort”.
Astrónomos John J. Matese Izq.) y Daniel Whitmire (sup).
Tomadas de la Universidad de Louisiana en Lafayette.
Los humanos jugamos con las posibilidades y les encontramos explicaciones diversas, todo en el terreno de los supuestos. Un día aprendimos a encontrar “patrones” y ahora los encontramos, hasta cuando no existen.
Los últimos avances dicen que aún sigue siendo factible la existencia del Planeta X, pero no hay seguridad al respecto, mientras tanto, se siguen dando teorías, que representan modificaciones a las previas, pero que se van actualizando a la luz que otorgan las confirmaciones sobre predicciones o en otro caso su desvirtuación.
Nuestro vecindario sideral es complejo y debido a su lejanía, nos tiene reservadas sorpresas, no hay prisa en resolverlas, seremos pacientes para llegar a conocer los secretos que guarda, mientras tanto disfrutemos con contemplarlos mediante las obras artísticas que la élite del conocimiento espacial, despliega ante nuestros ojos.
Lo mejor está por venir.
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