La Novedosa Herencia Materna de la Humanidad
A
comienzos del siglo XXI Bryan Sykes publicó un libro que se llama
“Las Siete Hijas de Eva”, en él establece por medio de una
técnica de manejo del material genético de humanos contemporáneos,
las raíces de su genealogía.
Entonces
llegamos a conocer aspectos novedosos por esta investigación, en la
que los avances en las tecnologías nos hacen mirar las cosas sobre
la evolución del ser humano con una perspectiva que nunca antes en
la historia de la humanidad había podido obtenerse.
Una
historia de encantamientos, de sorpresas, y de puntos de vista
inéditos.
La
vida en este planeta seguramente apareció y desapareció en
múltiples ocasiones, hasta que se estabilizó, vida microscópica de
seres simples quizá ellos inventaron la célula, efectuaron un
milagro sorprendente en su desarrollo, que ahora apenas estamos en
posibilidad de vislumbrar.
Para
tener una idea, actualmente están los “Tardígrados”,
microscópicos animales que sobreviven en condiciones inimaginables,
a muy altas temperaturas, o a tan bajas que casi llegan al cero
absoluto, resisten presiones que superan seis veces la del océano
más profundo –unos cuatro mil metros bajo el nivel del mar–, y
soportan cien veces la radiación que mataría a un humano, pueden
suspenderse en estado latente, resecos por lapsos de hasta diez años
y volver a la vida cuando tienen un poco de agua. Se descubrió
recientemente que vive una colonia de ellos en la estación espacial
internacional.
Podemos
inferir, que si esto es posible en seres que habitan actualmente,
muchas más sorpresas nos depara la evolución de la vida, por
ejemplo, antes de la invención de la célula, o de la muy avanzada
célula eucariota, aún nos falta que se desarrollen las herramientas
necesarias para acceder al conocimiento de muchos detalles.
Lo
que sucedió antes de la invención de la reproducción sexual, o del
descubrimiento de la existencia asociada, en colonias o en seres
multicelulares, en aquellos organismos con desarrollo de órganos
especializados en alguna función específica. Siguiendo el ejemplo
de las células más complejas que presentan orgánulos, encontrados
en su evolución y que les permiten ejecutar funciones específicas
para la sobrevivencia de la célula.
Es
aquí donde encontramos la primera característica explotada por la
técnica utilizada por Sykes, la reproducción sexual en las
desarrolladas células eucariotas, que componen el organismo de los
seres humanos.
Nos
referimos a las mitocondrias, que son estructuras diminutas que
existen dentro de las células, y cuya principal función es la de
ayudar al uso del oxígeno para producir energía. Y resultan
peculiares, están rodeadas de una membrana especial, en ella se
encuentran ordenadas en una complicada estructura, todas las enzimas
que efectúan la fase final del metabolismo aerobio, momento en el
cual se transforma el alimento consumido (que es como combustible)
que se quema en un mar de oxígeno, generando únicamente calor y una
molécula de alta energía que se conoce como ATP (adenosina
trifosfato).
En
el centro de la mitocondria, hay un pequeño fragmento de ADN (ácido
desoxirribonucleíco), que como se sabe contiene las instrucciones
genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los
organismos vivos.
Este
ADN mitocondrial, un micro cromosoma que tiene alrededor de 16,500
bases de longitud, que es extremadamente pequeña si la comparamos
con los tres mil millones de bases que tienen los cromosomas del
núcleo celular, posee además la doble hélice mitocondrial en forma
de círculo, en contra de lo que sucede con los organismos
multicelulares que no lo hacen. Y el contenido difiere de los
cromosomas presentes en el núcleo de la misma célula.
En
la reproducción de los animales, por ejemplo los humanos, se
conjugan solamente los ADN nucleares del padre y la madre. El óvulo
está repleto de mitocondrias (un cuarto de millón), mientras que
los espermatozoides contienen sólo unas pocas, por lo que el
contenido genético mitocondrial es herencia de la madre.
Las
mutaciones, siempre presentes, en el caso del ADN mitocondrial, son
hasta veinte veces más comunes que en el ADN nuclear, y en una de
sus secciones, llamada “Región de Control” se presentan la mayor
parte de estas. Lo anterior se debe al hecho de que en ella, no se
contienen códigos para nada en particular, sus quinientas bases de
longitud, no intervienen en ninguna función específica, las
mutaciones son neutras. Este segmento está ahí con el propósito de
que las mitocondrias se dividan correctamente, pero la secuencia
exacta carece de importancia.
Sin
embargo los genes mitocondriales están fuertemente integrados en los
cromosomas del núcleo, ello se justifica con la Teoría
Endosimbiótica, que dice que hace unos 1,500 millones de años una
célula procariota capaz de obtener energía de los nutrientes
orgánicos empleando el oxígeno molecular como oxidante, se fusionó
con otra procariota o una eucariota primitiva y se quedaron en ellas
como residentes, no tanto como parásitas, pues tuvieron un efecto
simbiótico, cada una trabajaba en beneficio de la otra, la
procariota fagocitada proporcionaba energía, especialmente en forma
de ATP
y
la hospedadora
ofrecía
un medio estable y rico en nutrientes
a
la otra.
Entonces
poco a poco, a lo largo de millones de años, algunos de los genes
mitocondriales se transfirieron al núcleo y ahí se quedaron, lo que
trajo como consecuencia que las mitocondrias quedaron atrapadas en el
interior de su huésped, imposibilitadas para volver al exterior,
genéticamente unidas, y aún se observan los rastros de
transferencias de esos genes mitocondriales al núcleo que no
resultaron adecuadas, los fragmentos rotos de ADN mitocondrial que
pasaron al núcleo, en el curso de millones de años de evolución,
no sirven para nada, quedaron intactos, permanecen como fósiles
moleculares, el recuerdo de transferencias erróneas que se dieron en
el pasado.
Para
descubrir la historia debería revisarse un lapso de ciento cincuenta
mil años del desarrollo de la especie humana, lo que equivale a unas
seis mil generaciones, de 25 años cada una, encontrando que la
mutación se da aproximadamente cada diez mil años.
Se
tiene conocimiento sobre la formación de otras estrategias de la
vida. Los grupos sanguíneos humanos, son un caso que ejemplifica la
distribución de características humanas en el total de la
población. La recombinación genética está presente en la
conjugación del ADN mitocondrial, y han de cumplirse dos cosas:
Debe
haber forma de que dos moléculas circulares de ADN mitocondrial se
arrimen, una a otra, e intercambien ADN, lo que parecía posible en
cada mitocondria, hay ocho moléculas de ADN que tienen libre acceso
unas a otras y, en segundo lugar, tenía que haber en la misma célula
dos genomas mitocondriales muy diferentes, puesto que si todas las
mitocondrias tuvieran contenido similar, el intercambio de ADN sería
inexistente.
Al
trazar con mecanismos genéticos los árboles genealógicos de las
diversas poblaciones que habitan el planeta, se van encontrando ramas
coincidentes (llamadas haplogrupos) en las diferentes poblaciones;
hasta que en cierto momento, en todas ellas, se encuentra una rama
común. Esta rama, por el estudio de la antigüedad de las mutaciones
genéticas apunta a una ascendencia mitocondrial africana.
La
Eva mitocondrial no era la única mujer viva en el momento de su
existencia o que fue la única mujer que tuvo descendencia hasta la
actualidad. Estudios nucleares de ADN indican que el tamaño de la
población humana antigua nunca cayó por debajo de algunas decenas
de miles de personas, y, por lo tanto, había muchas otras mujeres
con descendientes vivos hasta hoy, pero que en algún lugar en todas
sus líneas de descendencia hay por lo menos una generación sin
descendencia femenina pero sí masculina, por lo tanto no se mantuvo
su ADN mitocondrial.
A
lo largo de diez años, se analizaron secuencias de ADN mitocondrial
de varios miles de personas de todos los rincones de la Tierra, a
todas se aplicó el mismo proceso, se conocen situaciones temporales,
pues en el futuro se harán más análisis, se incluirán más
personas y estos resultados se precisaran, pero se tiene, por el
momento, una buena aproximación a lo sucedido y se puede interpretar
su significado.
El
resultado final, hasta ahora, enseña que existen interconexiones
entre toda la población humana, el Homo sapiens ha venido y
regresado en muchas ocasiones por todos los continentes, si bien, el
contexto europeo es el que ha tenido mayor profundidad en esta
investigación y se determinaron siete mujeres que son madres del 95%
de la actual población.
Estas
son:
Ursula
vivió hace cuarenta y cinco mil años cerca del Monte Parnaso cerca
de donde tiempo después se asentaría la ciudad de Delfos, el 11% de
la población actual desciende de ella.
Xenia
habitó en la región del Cáucaso hace 25 mil años, zona ubicada
entre los mares Caspio y Negro, el 6% de la gente europea actual la
tiene como su antepasado. Sus descendientes emigraron para poblar el
continente americano, actualmente el 1% de los nativos americanos
descienden de ella.
Helena
hace veinte mil años en la zona de los Pirineos, vivió cerca del
Mediterráneo, el 47% de los actuales habitantes son sus
descendientes.
Velda
vivió hace diecisiete mil años, en las montañas de Cantabria,
cerca del actual puerto de Santander, el 5% de los europeos llevan su
herencia mitocondrial.
Tara
en la Toscana, siguiendo el curso del río Arno, vivió hace diecisiete mil
años Tara, resultando contemporánea de Velda, un poco más
del 9% de la población europea forma su descendencia.
Katrine
vivió hace quince mil años en la zona que ahora ocupa la ciudad
de Venecia, ocupando el valle del río Po, dejando su herencia a un
poco más del 6% de los actuales europeos.
Jasmine
en la actual Siria, cerca del curso del río Eufrates, vivió hace
diez mil años, dejando una importante descendencia cerca del 17% de
los europeos nativos, siendo la más moderna de las siete, y con la
diferencias que estos descendientes no se distribuyen uniformemente
en el continente, como sucede con los otros seis clanes, pues se
ubican en las dos rutas que siguieron los primeros agricultores, unos
bordeando el Mediterráneo hasta España y Portugal y aún a Escocia,
y otros siguiendo los valles fluviales hasta las llanuras del norte
de Europa.
Las siete hijas de Eva europeas y sus lugares de residencia
En
el resto del mundo se encuentran identificadas 26 madres ancestrales,
de esos clanes de algunos se sabe mucho y de otros muy poco, sumadas
a las 7 europeas nos resultan 33 clanes en el mundo.
De
ellos 13 provienen de África, continente cuya población migró a
América o Europa como esclavos, pero que posee el 40% de los clanes
maternales, a pesar de que solamente representa el 13% de la
población mundial. Lo que se debe a que el Homo sapiens ha estado en
ese continente por mucho tiempo que en ningún otro sitio. Lo cual
significa que hubo tiempo para la formación de nuevos clanes, para
diferenciarse y después distinguirse unos de otros, algunos son más
frecuentes que otros en algunas partes del continente, pero no existe
una relación específica entre clanes genéticos y estructuras
tribales, lo que es resultado de la gran antigüedad de las raíces
genéticas, que son anteriores en más de cien mil años, a la
formación de las clasificaciones tribales y de otro tipo.
La
búsqueda en el pasado se detiene en el origen de los humanos
modernos, la genética indica que se inició la historia hace ciento
cincuenta mil años, una sola de las familias fue la que llevó a
cabo la colonización del planeta desde África, y fue la
identificada como Lara, seguramente los inmigrantes no fueron
muchos, quizá ni siquiera Lara estaba entre ellos, quizá
vivió en el territorio que hoy ocupan Kenia y Etiopía.
Layla, Latife, Lungile, Lubaya, Lila, Limber, Lingaire, Latasha, Lalamika, Lamia, Makeda, Ulla y Lara.
Las
evidencias señalan al oriente medio como el lugar desde donde se
inició la colonización del resto del planeta. Es importante
considerar las condiciones climáticas y geográficas que imperaban
en los tiempos en que sucedían estos hechos, el mundo se ha
transformado, las glaciaciones cambiaron los niveles del mar, en
ocasiones haciendo retroceder su extensión y en otras ampliándolo,
creando pasos para las marchas humanas o cerrando el paso.
Para
los humanos modernos la única salida de África fue cruzando el
Sinaí, arqueologicamente se han encontrado evidencias en oriente medio,
que el Homo Sapiens estuvo ahí hace cien mil años, por lo
menos, pero su estadía abarco unos cincuenta mil años más. El arribo a
Europa aconteció hace apenas cincuenta mil años, período en que
debieron desarrollarse avances en las interacciones sociales,
incluyendo la comunicación.
De
medio oriente a todos lados:
a
Europa,
al
norte de Asia, de ahí a América,
al
sur de Asia y y de ahí a Oceanía
América
Los
nativos de América tienen evidentes lazos genéticos con personas
que viven en Siberia o en el norte – centro de Asia, la acumulación
de mutaciones en los cuatro clanes de América permiten atribuirles
edades que encajan bien en los últimos trece mil años , las
modernas reconstrucciones de de las pautas de Siberia y Mongolia,
establecen que estos cuatro clanes ya estaban establecidos y
diferenciados mucho antes de llegar a América; lo mismo se puede
decir del clan de Xenia, que tuvo su origen en la frontera de Europa
y Asia.
La
genética coincide con esta versión de lo sucedido, excepto en el
clan Ina, que es prácticamente inexistente entre los habitantes
modernos de Siberia y Alaska, se encuentra en centro y sud América y
sigue siendo abundante entre los nativos americanos hasta la isla de
Vancouver, en la costa del Pacífico, pero no más al norte. Lo más
intrigante es que este clan es el mismo que aparece estrechamente
asociado con la colonización de las islas de Polinesia desde el
sudeste asiático, que se estima ocurrió alrededor del
1,500 a. C.
Las
secuencias detalladas de los miembros polinesios y americanos de este
extendido clan son lo bastante diferentes como para descartar una
colonización marítima de América desde Asia, atravesando el
Pacífico por Polinesia, lo que puede implicar una segunda
colonización por mar, cuyo eco genético está presente en la
población americana, y que pudo suceder después del siglo V.
Japón
En
una etapa contemporánea a la colonización de América, también el
territorio de la isla del actual Japón, se colonizó por modernos
humanos. El trabajo genético inicialmente demuestra que los
habitantes de las tres islas centrales tienen muchos más tipos
mitocondriales en común con los coreanos modernos. El ADN
mitocondrial demuestra que los modernos habitantes japoneses son una
mezcla de dos pueblos, Jomon y Yayoy. Se observa una vez más que no
es posible hacer una clasificación genéticamente pura en diferentes
razas.
Sur de Asia
Había
otra salida de oriente medio, en la que no se tenía que enfrentar a
la vida en la tundra y a la dieta de reno y bisonte, era la ruta del
sur, siguiendo la costa de Arabia, el golfo Pérsico y Pakistán,
pasando al sur de las grandes cordilleras de Asia central, llegar a
la India y después al sureste asiático. Un camino más benigno,
cálido y con condiciones parecidas a las imperantes en África,
alcanzando incluso Tailandia, Laos y Vietnam.
Australia
La
colonización de Australia se ha establecido, como muy probable,
ocurrió hace unos setenta mil años, muy anterior a la colonización
del norte de Asia y Europa, lo que implica que los colonos fueron los Homo
sapiens que recorrieron el sur del continente asiático, se conoce
que en Australia existen varios clanes aún no identificados, lo que
señala la gran antigüedad de la llegada de los primeros humanos,
con el tiempo de sobra para acumular mutaciones y una población
pequeña y constante.
Las 33 Evas Mitocondriales en el mundo
A las 13 del continente africano, se agregan:
Las
cinco americanas, que también están en Eurasia:
Ina,
Chochmingwu, Djigonasee, Alyana y Xenia.
Finalmente las 21 que están en Euroasia:
Asia
Oriental : Elia, Gaia, Malaxshmi, Nuo
Europa
: Helena, Velda, Jazmine, Tara, Katrine, Úrsula
Asia
Occidental: Naomi, Ulrike, Uma, Una, Uta y
seis
que están en dos continentes, Lara en África, y las 5 Americanas.
Conclusión Vigente
Con esta nueva herramienta genética se aclaran situaciones colectivas e incluso individuales, genéricas, pero aún no se puede ser específico, el detalle aún no nos pertenece, pero se dan mejores aproximaciones a la evolución de la especie, y se mejorara en el futuro.
Lo
descubierto hasta ahora, deja en ridículo cualquier intento de
clasificación racial sobre una base biológica, todos somos producto
de una mezcla; estamos todos los humanos emparentados, nuestros genes
se crearon mucho antes de nuestro nacimiento, son el producto de
miles de generaciones, de millones de personas, que nos han transmitido hasta el presente.
El
ADN, resulta ser también el instrumento que nos reconecta con los
misterios de nuestro pasado remoto y realza nuestro sentido del yo,
en lugar de disminuirlo.
Nos
lleva a especies anteriores a los Homos, a los primates, a los
mamíferos, a los tetrápodos, a los vertebrados, a los cordados, a
los animales, a los eucariotas.
Se
dice que el hombre desciende del mono, pero no únicamente,
descendemos del primer animal, es decir, de un ser que no fue ni
hongo, ni planta. Esta concepción se remonta al menos hasta los
antiguos griegos, pues Aristóteles se refirió al hombre como un
“animal político” y “animal racional”, mientras que Platón
lo consideró un “animal bípedo sin plumas”.
Comentarios
Publicar un comentario